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sábado, 23 de junio de 2012

Aproximación ontoenergética al nacimiento

Aproximación ontoenergética al nacimiento
  

¿Nacer debe ser traumático?  En nuestro marco cultural, dada la forma en cómo se entiende, resulta normal que se considere algo íntimamente relacionado con lo médico y sanitario. La institución médica se ha introducido en este ámbito no como un apoyo, sino como su rector.



El parto está monitorizado, la madre está alejada del contacto consigo misma y sustituida por equipos tecnológicos a los que consultan los técnicos. Aunque ya hace muchos años, bajo los influjos pioneros de F. Leboyer y M. Odent entre otros,  las alternativas al parto habitual se han extendido, la gran mayoría de mujeres acuden a dar a luz a instituciones hospitalarias en las que este proceso, lejos de ser una experiencia íntima, relacional y afectiva, se convierte en la extracción de un organismo como si fuera un parásito. Hay todo un contexto de temor y de respeto relacionado con la vivencia del dolor.
Frederick. Leboyer


Michel Odent   

Wilhelm Reich
La máxima bíblica “parirás con dolor” es la norma. Hoy sabemos de acuerdo a W. Reich desde hace muchas décadas y con autores actuales como Casilda Rodrigañez, entre muchos, que el alumbramiento puede considerarse como una experiencia sexual con vivencias de placer y hasta con orgasmo. La condición para ello es que la mujer, la madre, tenga capacidad de autorregulación y esté conectada consigo misma. Y justamente la interferencia de la institución medicalizada es un inconveniente para que mujeres que se aproximan a estas condiciones lo experimenten así y que empiecen perturbadas esta autorregulación en el ser en nacimiento.
Casilda Rodrigañez



W. Reich hablaba de úteros espásticos. Casilda Rodrigañez, en sus elaborados estudios, lo ratifica plenamente. Un útero espástico es un útero que ha perdido su motilidad natural; ya no pulsa, ya no palpita; está rígido y duro, protegiéndose, acorazado. Y en su interior crece el nuevo ser humano creándose un sistema. Como extensión de la madre éste junto con la placenta es el vínculo entre la madre y la criatura. Si la madre está desconectada de sí misma es muy probable que lo esté asimismo de su útero y que éste manifieste asimismo el bloqueo bioenergético y una falta de contacto hacia fuera (a la madre) y hacia dentro (el embrión o feto). Aparece, por ello, como un organismo disociado o desconectado de la unidad organísmica que es el sistema del cuerpo vivo.


Estamos condicionados a considerar nuestros sistemas funcionales como conjuntos de “aparatos” que cumplen con sus “trabajos” de forma eficiente o no. Funcionales o disfuncionales; en cuyo caso hay que ocuparse de su funcionamiento alterado corrigiéndolo muchas veces desde afuera con acciones químicas, mecánicas y quirúrgicas. Se desconfía de la autorregulación. Es la manifestación clara de la desconexión existente en uno mismo. La voz intuitiva y sensible del propio cuerpo no se pronuncia, o no se escucha; donde tendría que haber comunicación hay silencio, donde debería haber sensaciones pulsátiles que se manifiesta como placer o bienestar aparece insensibilidad o malestar.

Convengamos a considerar que si la relación y comunicación con nosotros mismos es mecánica, distante, entonces nuestra propia vida es asimismo mecánica y está desconectada de nuestro yo.
En una mujer grávida, en su útero, se da un universo energético. El útero es un fenómeno energético que transmite hacia dentro información viva. Es, por decirlo así, un holograma del organismo total materno. Crea un ambiente, un sistema, en el cual evoluciona un organismo que deviene humano. Este organismo en formaciones va densificando progresivamente a medida que va dando lugar a su organización orgánica. De plasma vivo deviene a diversos tipos de tejidos configurando órganos vibrantes, pulsátiles. Gran parte de su comunicación con el mundo envolvente se realiza a través de la placenta, pero no es el único medio; en todo caso es el mediador. La placenta transmite e interactúa información viva y química entre un organismo y otro, pero ambos organismos se influyen mutuamente en muchos ámbitos. Vitalidad, calidez, presión, blandura y contacto sensitivo (vibraciones, estados vivenciales y anímicos maternos, etc.). Aunque la ciencia se considere escéptica a la idea de la existencia de un estado energético diferente a lo biológico y nervioso, hay una emanación energética que puede captarse como de luz ya ampliamente demostrada por los estudios y la experimentación del fenómeno “Kirliam”. Lo que comúnmente se denomina “aura” es una frecuencia energética muy sutil que se da en nuestro organismo vivo y que se irradia más allá de la epidermis configurando un campo único en cada individuo. Tan único como lo es el ADN, las huellas dactilares o el iris.

Los campos energéticos del feto y la gestante interactúan entre sí en una comunicación simbiótica sutil, de tipo inconsciente (el feto es inconsciente en el sentido usual del término); la madre no se hace consciente de esa comunicación, pero sí capta unas impresiones o intuiciones que pueden alcanzar el umbral de la consciencia).
A todo esto la ciencia médica oficial no le presta la menor atención, ni tan sólo lo considera como una posible variable extraña. Sencillamente lo ignora y por ello deviene inexistente.

 Los campos energéticos maternos crean el contexto ambiental en el que se desarrolla y vive el embrión y feto. Todas sus células responden a este ambiente ajustándose al mismo, adaptándose a este ambiente como contexto de realidad. Y la criatura en formación produce su propia información expresándola de acuerdo a las posibilidades cada vez más complejas de su evolucionante organismo. Un útero despierto, sensible, vital, es capaz de captar esa información y poder transmitirla al conjunto del organismo materno. Si éste está en conexión, esta información se hará consciente y efectiva para la madre y, a través de ella, alcanza el ambiente íntimo familiar. La información se manifiesta como sensaciones e impresiones en el aspecto orgánico; como intuiciones unidas a estados anímicos y como símbolos a modo oníricos por visiones y sueños.
Se puede representar esto como una superposición de sistemas energéticos vitales cuyo núcleo es la unidad útero-feto y en capas superpuestas el sistema bioenergético materno, el familiar y el social.
Entendiendo esta interacción de fenómenos energéticos en la formación del nuevo ser, podemos dar un paso adelante.

La vida del organismo intrauterino es de una gran riqueza. Está muy lejos de ser insulsa y monótona. Continuamente está sacudido por oleadas de diversos estímulos, algunos de ellos de gran magnitud. Creándose un medio globalmente que tiende a producir un equilibrio inestable. Este común denominador ambiental es el contexto en el que crece y se desarrolla el nuevo ser; es su universo inmediato y le condiciona. Si resulta tóxico, incómodo u hostil, el organismo evolucionante y adaptativo creará mecanismos de defensa tratando de protegerse; su vida queda mediatizada por este contexto siendo la primera naturaleza defensiva del organismo fetal y, por tanto, la primera armadura circunscrita en la materia biológica y celular. Las células de todos sus tejidos se adaptan y tratan de protegerse en tal ambiente, del que no puede salirse. Si, por el contrario, el ambiente es nutricio, agradable, acogedor y seguro, el organismo no tendrá necesidad de desarrollas adaptaciones defensivas manteniendo su plasticidad y flexibilidad. Se sentirá gozoso y cómodo en un ambiente satisfactorio que le apoya incondicionalmente
Stalislav Grof

En este punto surge la contribución de Stanislav Grof en sus conclusiones clínicas a través de su método “Respiración holotrópica”. Él llega a la evidencia de la existencia de cuatro etapas en el proceso del nacimiento desde el punto de vista del naciente a los que llama “matrices perinatales básicas” (MPB) De ellas la primera es la que aludimos en las líneas precedentes, la que denomina “Universo amniótico”. El valor del trabajo de S. Grof es de gran valor y se circunscribe plenamente en el ámbito de los estados de conciencia. Parte del registro observacional verbal y artístico de sus sujetos de tratamiento y estudio.

Desde el punto de vista bioenergético sus conclusiones son plenamente asumibles y apoyadas teniendo en cuenta que los testimonios proceden de individuos pertenecientes mayoritariamente a la cultura occidental u occidentalizados con una patología en diverso grado de tipo neurótica. Son miembros de nuestra cultura como nosotros mismos, copartícipes en todas sus características y condicionamientos. Son, por ello, individuos en diverso grado acorazados caracterialmente y consecuentemente más o menos alejados de la autorregulación y de la propia conexión organísmica. Aquellos individuos suficientemente saludables en el ámbito que nos ocupa, experimentan vivencias holotrópicas fetales y de nacimiento satisfactorias y, por tanto, no relevantes desde el punto de vista clínico. Las experiencias dolorosas y conflictivas son las que revierten, en tal sentido, interés porque evidencian en qué consiste el sufrimiento y el abordaje terapéutico del mismo. Importan porque es el material que va sanándose.
La descripción de las experiencias de las tres etapas o matrices siguientes se ajustan a la existencia de úteros espásticos y, por ello, en diverso grado, desconectados del mundo materno. Las angustias, ansiedades y temores que golpean al naciente son consecuencia directa de las contracciones espásticas del útero sobre el feto y da luz sobre la violencia que, de este modo, se ejerce en él.

Veámoslo resumidamente:

Matriz Perinatal básica 1: “Universo amniótico”.
MPB I

Se vive en un medio líquido, los tejidos se densifican desde la fluidez creando tejidos y  constituyendo el cuerpo. El organismo intrauterino no tiene consciencia ni de espacio ni de tiempo. A estos fines podríamos imaginar un universo adimensional y atemporal. Es un estado fusional pleno en el que el tiempo es un ahora constante, perpetuo. El ser un ahora fusional nos indica que no existe una conciencia de límite entre el interior del ser y el exterior. Dentro y fuera es lo mismo. Soy uno con el universo, con el todo.
Ahora, de acuerdo con esta vivencia vamos a tratar de entender cómo este embrión-feto vive en este ecosistema cuando éste es acogedor y cuando no lo es.
Aspecto positivo: El adulto que vivencia esta matriz positivamente se presentan comúnmente experiencias de: Vida libre y pulsátil como criatura marina (pez, medusa, calamar, etc.). Vivencia de existir en fusión con la existencia simbolizada arquetípicamente como Madre Tierra o Gaia (experimentando sensaciones al tiempo internas y externas de seguridad, beatitud, belleza y abundancia incondicional). Simbólicamente aparecen imágenes de tipo paradisiaco.
Aspecto negativo “Vientre malo”: hay un continuo malestar ambiental que crea la sensación de peligro constante, o de esfuerzo por resistirse y continuar a pesar de. No importa que sea químico o emocional, a ojos del organismo intrauterino, es lo mismo. Predomina el sobrevivir defendiéndose o resistiéndose (la contracción vital) y no la expansión y entrega incondicional a la vida.
Cuando ya de adulto, la persona accede a esta vivencia se presentan comúnmente estas experiencias: Vivir sumido en la oscuridad, hay una amenaza ominosa, algo envenena el universo por dentro y por fuera. Aparecen visiones de aguas estancadas o sucias, contaminadas o con vertidos tóxicos y en ellas pululan entidades de tipo demoniaco o destructivas.

Matriz Perinatal básica 2: 

MPB II
Si el útero es pulsátil y conectado, al iniciarse el parto, las ondulaciones devienen más intensas progresivamente impulsando hacia abajo, mientras la sangre, a través del cordón umbilical aporta oleadas cíclicas de oxitocina, produciendo unas sensaciones de placer dentro y fuera. La energía del sistema se intensifica creando un estado emocional intenso y expectante. En un útero espástico o común las contracciones vividas como apretones duros y fuertes presionan periódicamente al feto hacia abajo, y el cuello del útero permanece cerrado. El temor de la madre en suspensión química en la sangre llega al feto junto a corrientes de oxitocina, y aún más si se las suministran a la madre artificialmente, excitando y alarmando emocionalmente al feto; este se asusta. Con cada contracción el feto es comprimido rígidamente por lo que se siente amenazado y siente que le falta oxígeno.
Aspecto positivo: Cuando el adulto vivencia estas experiencias suele presentar estas vivencias o sensaciones de: Pulsar o palpitar como un corazón intenso en el interior de otro corazón. Acontece un remolino de placer intenso al que se entrega con confianza y placer. Se da una vivencia interna de gran energía envolvente y que se sintoniza con la propia permitiendo dejarse ir confiadamente y entusiastamente como acudir a un parque de atracciones excitantes. La  sensación de discurrir por una gran montaña rusa a cuya fuerza nos entregamos en un descenso cíclico.
Aspecto negativo: Cuando revivimos esta experiencia como adultos aparecen vivencias de ser engullidos por fenómenos naturales como tornados u bestias míticas, El mundo entero en un remolino nos traga y tenemos la necesidad de resistirnos aterrados. Imágenes monstruosas de animales míticos  como dragones, serpientes, arañas, pulpos o calamares que tratan de devorarnos. Visiones de verse arrastrado por corrientes de aguas o succiones hacia el mundo subterráneo infernal mítico contra nuestra voluntad. Vivimos sin posibilidad de escape en una monstruosa pesadilla claustrofóbica con dolor agónico físico y emocional junto a un estado de desesperación. Estas vivencias pueden evocar identificaciones con prisioneros en calabozos o mazmorras terroríficas, sentirnos en condiciones de ser torturados por enemigos implacables en un campo de concentración, o en mazmorras de la inquisición, o dantescos tratos inhumanos en manicomios de pesadilla; también podemos representarlo como animales fatalmente capturados en trampas. Objetos de castigos y sufrimientos de tipo arquetípico como el de Prometeo, o el de Cristo en la cruz.

Matriz Perinatal básica 3:

MPB III
Si en útero está conectado y vivo, produce una experiencia intensamente sexual. Las oleadas de oxitocina inundan a la madre y al feto. Las moduladas y poderosas pulsaciones del útero envuelven en potentes oleadas de masaje intenso al tiempo que el feto se desliza por el canal de parto que está palpitante y  lubricado estimulando  intensa e irremediablemente su sensibilidad  y emotividad  conduciendo a un estado de tipo mesetario o preorgásmico tanto en la madre como en el feto.
Si el útero no está conectado y es espástico empuja violentamente al feto a través del canal de nacimiento mientras va abriéndose su cuello y la cabeza de la criatura empieza a descender. Las contracciones del útero son más seguidas dando estrujones y empujones al feto. Esto produce sensaciones de aplastamiento fetal, dolor unido a un alto grado de anoxia (deficiencia de oxigeno en sangre) y asfixia. A éste se une una muy desagradable,  amenazadora e intensa sensación de ansiedad. También pueden producirse otras complicaciones como el que se enrolle el cordón umbilical en el cuello del feto, puede soltarse la placenta y hasta obstruir la salida. Y el feto puede inhalar o ingerir algo de material biológico del final de este proceso como sangre, restos de heces u orina, y puede ser necesaria la utilización de fórceps o intervenir con cesárea en caso extremo.
Aspecto positivo: Un individuo contacta favorablemente con estas vivencias, las experimenta como con una sensación de orgasmo cósmico con disolución y reencuentro cíclico. Las explosivas descargas químicas y de indescriptible placer producen un éxtasis de vivencias energéticas arrebatadoramente sublimes en el sentido de conexión con fuerzas telúricas y cósmicas, creativas y luminosas.  La última fase de esta tercera matriz puede ser de placer y de orgasmo en la madre y, por ello, una experiencia de un modo de embriaguez mítica y extática en el feto.
Aspecto negativo: El individuo en ello experimenta sensaciones que se acompañan de luchas titánicas, sadomasoquistas, violentas, experiencias sexuales perversas y vivencias demoníacas; o fenómenos análogos relacionados con aspectos técnicos en los que naves espaciales, bombas atómicas, reactores nucleares e ingenios militares producen cataclismos y guerras. Aparecen visiones de guerras cósmicas entre el bien y el mal, entre ángeles y demonios. Aparecen visiones de asfixia, de ataques violentos así como imágenes de suicidios o crímenes, mutilaciones, masacres, torturas, ejecuciones y prácticas sadomasoquistas. Vivencias sexuales de intenso deseo, pero mecánico y de naturaleza violenta, pornográfica y perversa con o sin abusos sexuales, violaciones, etc.; puede que acompañado de visiones de canibalismo y necrofilia. Visiones de tipo demoniaco como morbosos aquelarres satánicos, misas negras; fusión de magia muerte y dolor. También pueden aparecer visiones y vivencias de tipo escatológico como arrastrarse entre desechos o aguas residuales, revolcarse en excrementos, beber sangre u orina, tener sensaciones de estar en un ambiente de putrefacción. Cuando se alcanza el final de esta matriz se hace menos violenta y en relación con un aumento de adrenalina dando lugar a sensaciones con visiones o experiencias de deportes o actividades de riesgo o cacerías salvajes de animales, carreras alocadas de vehículos o en acrobacias peligrosas. Después la sensación puede evolucionar a algo de tipo catártico con aspectos míticos de muerte y renacimiento de héroes y dioses. En estos momentos de renacimiento espiritual es común encontrarse con el elemento fuego en diversas formatos, sea ante el purgatorio, el que el cuerpo esté en llamas, visiones de aparatosos incendios de bosques, casas y ciudades, e identificándose con las víctimas de inmolación. Aparece la sensación y certeza que el fuego destruye todo cuanto es corrupto y nos prepara para el renacer espiritual. La imagen del ave Fénix lo simboliza y nos sitúa en la transición con la siguiente Matriz Perinatal; en el momento en que se va dando se produce una explosión de las energías retenidas o atrapadas produciéndose una sobre activación de las neuronas periféricas. Cabe mencionarse que todo este encuentro con el fuego que se revive visionariamente, son revivencias del propio nacimiento y que asimismo la madre puede revivirlo paralelamente por el hecho de sentir que su vagina está en llamas.



Matriz Perinatal básica 4:

MPB IV
Se trata de la expulsión final del feto del canal de nacimiento y el corte del cordón umbilical.
Aspecto negativo: Se trata de una liberación explosiva emergiendo a la luz. Se pueden revivir recuerdos como de la anestesia, la presión de los fórceps o de otras intervenciones obstétricas necesarias en ese momento. Lo que aparece o revive refleja la muerte de una forma de vida y el renacer a otro contexto de vida; se revive como adultos como una muerte simbólica del ego, un momento iniciático. Es como si llegara el fin del mundo y del caos se alcanza un nuevo orden. El encontrarse en este tránsito genera una intensa sensación de ansiedad y de que algo de inmensas proporciones nos amenaza. Es un temor metafísico. Si el individuo se deja ir le  conduce a la confrontación súbita con una luz dorada sobrenatural, bella y exquisita de tipo divino y numinoso. Puede surgir la aparición visionaria de la Gran Diosa Madre, podemos sentirnos redimidos y bendecidos, recuperamos en forma de éxtasis el derecho o la decisión de reclamar y recuperar nuestra naturaleza divina y nuestra condición cósmica. Esto acontece cuando no se da anestesia, porque si se dio, la sensación es de salir de un estado de convalecencia de una enfermedad o de asistir a una potente resaca. Todo esto puede parecer como algo muy positivo, y sin duda lo es, pero se experimenta como la continuación y resolución del parto aconteciendo en su aspecto negativo.
 
Aspecto positivo: como no hay agonía previa, ni agresión alguna, y el propio nacimiento es ya un auge de intensas sensaciones placenteras y sexuales con el consiguiente éxtasis; no llega a construirse una “membrana defensiva” o coraza que protege al organismo ante el sufrimiento y la agresión. No hay contracción biológica y orgánica y tras una explosión de dionisiaco placer aparece este mundo sereno y apacible, nuevamente fusional en el que se vuelve a los brazos de la Madre Cósmica incondicional pero esta vez fuera de ella, unida a ella, pero plenamente entregada y fundida con él. No hay periodo de tránsito, ni de disolución de la defensa frente el sufrimiento. La vida extrauterina es un sentirse en un universo mayor, con mayor estimulación externa y con una incondicional aceptación y contacto. Es despertar de un sueño de placer a una realidad de amor y aceptación. Es la visión arquetípica de ser uno con la madre Cósmica, pero esta vez no tanto fundida, sino fusional y con autonomía. También en este instante de nuevo contacto de piel a piel la pulsión sexual del deseo materno lo inunde y posea plenamente y, en él, el neonato s entregue a él complaciéndose en las intensas sensaciones de tipo sexual con el contacto piel a piel y de los labios y boca al encontrar el pezón y obtener de él el calostro y la mutua excitación. Le puede seguir la experiencia del orgasmo oral.

Ninguno de estos fenómenos tan perturbadores se daría, como he indicado en la sección de vivencia positiva, en un útero pulsátil, bioenergéticamente activo y conectado; en el que se da una modulación rítmica y armónica y no espasmos y calambres dolorosos.
Parto natural. La Madre elige postura.
Parto en cuclillas
Parto en cuclillas

 
Parto en agua

Parto en agua

 

El empuje en los nacimientos en úteros pulsátiles y placenteros son como una invitación para la criatura; no una opresión y aplastamiento de la misma. La oxitocina y las endorfinas fluyen armoniosamente en ambos organismos con el único fin de garantizar un alumbramiento satisfactorio y gozoso a ambos.
Cuando el útero invita a descender, el propio placer lubrica y abre el canal de nacimiento y tanto el cuello del útero como el conducto vaginal se expanden en oleadas de sensación-placer desencadenando, en muchas ocasiones, un genuino orgasmo. Es el nacer en medio de una celebrada fiesta de bienvenida y, consecuentemente, el recién nacido encontrará a una madre abierta y totalmente dispuesta a establecer el vínculo psicoafectivo intensamente libinidal con su hij@. Y con ella el regocijo compartido de su pareja. La vinculación es, por ello, libinidal entre los tres desde ese mismo instante. Puede parecer edípico, pero es notablemente diferente al muy traído triángulo edípico.
Parto en el agua y vinculación libinidal de los tres

Y en este justo instante, cuando el recién nacido busca y da con el pezón materno, arrullado entre amorosos brazos, aunque el mundo sea muy distinto, él sabe que sigue fusionado con su madre y efectivamente vinculados por un placentero deseo de mutua pertenencia (experiencia libinidal simbiótica). Entonces el padre o pareja abarca a ambos en un entrañable abrazo amando el amor que fluye entre la díada y él o ella.
Fusión simbiótica

El trabajo bioenergético y ontoenergético para acceder a este aspecto puede surgir de diversos contextos; y será más o menos predominante de acuerdo al temperamento energético del individuo, sea hacia la experienciación simbólico-arquetípica propio de temperamentos de tipo ensoñador o hacia experiencia activa propio de temperamentos acechadores. Esto es la urdimbre personal, sobre ella se desarrolla la trama en sus múltiples posibilidades, desde los actings, evocaciones, dramatizaciones, visiones, sueños, danzas, cantos y meditaciones; todo ello con su potencial abreactivo e integrativo.

Ernesto Cabeza Salamó