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sábado, 28 de noviembre de 2015

La Homosexualidad masculina y femenina neurótica. 5ª parte de Orientaciones de género y neurosis



La Homosexualidad masculina y femenina neurótica

5ª parte de Orientaciones de género y neurosis



Leyendo los anteriores escritos de esta serie nos damos cuenta de por qué el tema de la homosexualidad resulta tan fascinante en nuestra cultura.




Nuestra tradición cultural que denominamos “Occidental”, en realidad es de origen Oriental. Nació en la zona caucásica al Sureste de Asia hace unos 6000 años, poco después del fin de la última glaciación (Würm). Se ha caracterizado por un patriarcado que velozmente se expandió por conquistas militares.

Esclavos de Sumeria
Las primeras civilizaciones estrictamente patriarcales fueron las Sumeria y Acadia, en la vertiente sur del Cáucaso haciendo de Mesopotamia sus primeros imperios. Desde allí influyó progresivamente todo el Cercano Oriente y el Norte de África. Se creó el Imperio Egipcio con sus faraones. Numerosos pueblos belicosos trataron de controlar la zona desde la Península de Anatolia hasta el propio Egipto en innumerables guerras. Entretanto, a través del comercio, en manos de los fenicios, esta ideología se fue trasladando hacia Occidente por ambas orillas del Mediterráneo.
Guerras Púnicas (Cartago y Roma)
Otros imperios aparecieron expandiéndolo por el mundo conocido, como el Alejandrino hacia Oriente hasta llegar a la India y el Cartaginés y Romano; el primero en la orilla sur del Mediterráneo y el otro por la orilla norte Mediterránea, con su choque estratégico en la Península Ibérica, especialmente en el Estrecho de Gibraltar (Las columnas de Hércules). Triunfó Roma dando lugar al mayor imperio de la antigüedad y el Mediterráneo se convirtió en el “Mare Nostrum”. Una gran parte de Europa quedó sometida al imperio. Tras la caída del Imperio Romano occidental, con el inicio de la Edad media se empezaron a esbozar los estados modernos bajo la influencia del extinguido pero admirado Imperio Romano y sede oficial del cristianismo partir del momento en que se hizo su religión oficial. En Oriente Próximo triunfó una nueva religión, el Islam, y pronto se expandió con el califato hacia Oriente por Asia y hacia Occidente por el norte de África. Con el imperio Carolingio en Centro-Europa se trató de recrear una versión nueva de imperio inspirado en el romano-cristiano.

Una vez creados los estados modernos en Europa, éstos se lanzaron a una carrera imperialista de conquista de todo el resto del mundo que se iba descubriendo: España , Portugal, Francia, Inglaterra, Alemania, etc., que sangraron Europa con sus guerras y sometieron a conquista y colonización a África, América y también los Océanos Indico y Pacifico. Destruyendo culturas y civilizaciones autóctonas.

Todo esto es la aclamación de una ideología patriarcal y autoritaria, desde la antigua Metoposcopia a lo que denominamos actual “Civilización Occidental”. 

Ideología basada en el poder, encabezado en unos valores hegemónicos masculinos, siendo la mujer menospreciada y denigrada; sólo útil como gestadora, cuidadora  de progenie y hogar y objeto de explotación erótica. Pugna civil que aún en nuestros días está produciéndose con algunos avances victoriosos. Nuestra civilización occidental, heredera de la tradición patriarcal milenaria ha convertido en algo esencial los valores masculinos y femeninos oponiéndolos en una relación asimétrica de dominio-sumisión. El núcleo esencial de nuestra sociedad se basa en la familia como una institución reproductiva y económica. La masculinidad, así como la feminidad tienen unos estrictos valores que se consideran esenciales y, por ello, sus relaciones de dominio-sumisión también lo son. La sexualidad queda firmemente fijada en la reproducción en el seno de la institución familiar, la revolución de los contraconceptivos ha permitido reducir su rigor, pero sigue manteniéndose así.

En base a ello se ha realizado y, aún hoy en día se da, la construcción de dos géneros esenciales (masculino y femenino), las desviaciones a los atributos de esta visión esencialista binaria era considerado, y aún lo sigue siendo, una tara o enfermedad a la que combatir. En este contexto se define la homosexualidad como algo no natural. Como, a pesar de la dura represión, se mantiene y en ningún momento de la historia ha desaparecido; ha sido un tema que ha producido y aún produce una interesante fascinación e interés.


 Incluso en la Antigua Grecia y Roma en la que los clanes dirigentes y acomodados la practicaban con sus pupilos era privilegio de las clases altas, la mujer seguía ocupando el puesto de servidumbre y en las clases bajas no se daba, el afán era sobrevivir; y con mayor razón en la institución de esclavitud.
Afortunadamente la apertura actual del concepto de género ha facilitado su digna visualización y de la lucha por los derechos de igualdad civil. Pugna que está lejos de concluirse. Lo bueno de esta fascinación es que se ha incluido en el ámbito de la investigación científica su etiología y actualmente se sabe que hay condiciones y circunstancias llamadas epigenéticas que la pueden generar o, al menos, predisponer. Y también se sabe que esta tradición autoritaria de origen patriarcal no es esencial, sino un componente cultural que ha generado y genera el estado patológico que llamamos neurosis; la propia neurosis asimismo puede generar una modalidad de homosexualidad que denomino neurótica.

Diversidad de género
Estoy convencido de que si la cultura no fuera (o lo fuera en muy poca medida) neurótica, no tendría ningún sentido hablar de homosexualidad. Al no darse una visión cerrada, estricta y binaria de género, el concepto tanto de masculinidad como de feminidad serían abiertos contemplando diversidad de posibles masculinidades y feminidades; como, asimismo, diversidad de formas de amar y de relación entre ellos. En tal contexto resultarían tan absurdos los términos “gay”, “lesbiana”, “transexual”, etc., como masculino, femenino y heterosexual, en el sentido que actualmente les damos. Y sería totalmente acertado considerar como sanos y genitales a todas estas personas. Su potencia orgásmica sería satisfactoria fuese cual fuere su sexualidad, al no darse aspectos neuróticos.
No nos encontramos en esta cultura, puede considerarse como utópica, pero en nuestras manos está la posibilidad de facilitar su aproximación. La presencia de la neurosis colectiva lo impide, la sana genitalidad lo favorece.

Muy arraigada está la idea de que todo cuanto no sea el binomio masculino-femenino como manifestación de género esencial es algo extraño y por ello merece esfuerzos de reeducar o curar, y quienes se resisten a ello resultan en marginales. Muchos terapeutas de todas las tendencias han abordado el tema en este sentido, considerando la homosexualidad como un fenómeno patológico, desviado y hasta vicioso. Actitud con la cual hacen el juego a la neurosis de la cultura que enferma a quienes no lo son, que produce dolor y sufrimiento innecesario, que arruina la felicidad de muchas personas que no pueden o no quieren someterse al binomio esencialista de género.

Se sabe que siempre ha habido un % de homosexualidad en el género humano. Siempre ha existido y que de colectivo humano a colectivo humano tiene ciertas variaciones debido a su aceptación, grado de tolerancia o persecución. Incluso en la actualidad hay lugares donde la práctica homosexual está castigada con pena de muerte.
 En lineas generales, con tales variaciones y dificultados para valorarla y definirla,  perece que la proporción podría estar entre el 10% y el 20% en el mundo. Esto apoya la conclusión de que debe incluir su etiología aspectos biológico-genéticos, pero las investigaciones no determinan alteraciones genéticas que se transmitan de una generación a la siguiente, sino que acontece de una forma aleatoria haya o no ascendentes homosexuales. Hijos biológicos de homosexuales pueden no serlo, hijos de heterosexuales pueden serlo en la misma proporción que los otros. Por ello lo que actualmente mejor lo explica es la teoría epigenética. Démonos cuenta que si el ser o no ser homosexual es cuestión de mera posibilidad de que un gen o conjunto de genes se activen mediante alguna encima y produzcan justamente en la etapa fetal de diferenciación de sexos un exceso, un defecto o la justa medida de testosterona, entonces cualquiera podría serlo independientemente del género de sus padres y de las condiciones culturales y sociales. No es ningún menoscabo de su condición de educación, desempeño y dignidad humana; tan sólo un aspecto cualitativamente manifiesto de esas diversas masculinidades y feminidades posibles; y digo diversas posibles por no  ceñir rígidamente este binomio pretendidamente esencial.

La única esencia es la humana y se acompaña de la dignidad de ser persona. Lo demás son variedad de cualidades que se barajan en el ejercicio de manifestar el propio potencial humano en todos sus aspectos. La auto-realización no se somete a ninguna rigidez cultural, las subvierte a todas y es, esencialmente, un fenómeno auto creativo.

Dicho esto y volviendo a lo que ya he reiterado muchas veces, nuestra cultura occidental autoritaria patriarcal no puede ser otra cosa que neurótica, es decir que separa en la personalidad lo auto creativo y le opone el ejercicio del poder coercitivo, negador de la creatividad. ¿Cómo mantener integridad cuando a la libertad de ser se le opone la obligación al sometimiento sea evidente o camuflado; sea manifiesto o también latente?

A partir de esta introducción, en esta exposición, trataré más específicamente la problemática de la homosexualidad de origen neurótico (HN)  en un primer lugar refiriéndome a la masculina y a continuación la femenina. Veremos que en ambas hay muchos puntos coincidentes así como sus aspectos exclusivos.

En primer lugar es importante aclarar que aquella persona que pasa por una experiencia homosexual no debe ser considerada como homosexual; puede deberse a circunstancias como la imposibilidad de acercamiento al otro sexo sin cuestionar la preferencia heterosexual; en ocasiones el impulso sexual es muy potente y se agarra a las posibilidades disponibles de satisfacción.
Con la consciencia de ser, tomamos contacto con la propia individualidad y la de los demás. Entonces sentimos el peso de la soledad asociada a la individualidad y a un sentimiento sutil de no estar completos, de que nos falta alguien con quien sentir la rotundidad, la complementariedad; y, aunque se trate de un componente de la fantasía, tiene mucha importancia en el género humano pues  nutre la sensación de que la vida tiene un sentido, a falta de una auto realización trascendente. El impulso sexual como aspecto biológico y existencial cumple satisfaciendo esta necesidad, mitigando y superando el sentimiento de soledad por individualidad.
En segundo lugar dejar claro nuevamente que la homosexualidad no es una patología, sino una cualidad de la personalidad expresada en una preferencia de género, dado que hoy en día aún se toma como referencia la diferenciación esencial de genero en masculino y femenino, algo impuesto por la tradición patriarcal imperante.
En tercer lugar la actitud o personalidad homosexual neurótica (HN), lo que nos ocupa en este escrito, que añade a lo anterior algo mucho más complejo. La persona homosexual de origen neurótico se ha visto con potentes dificultades que han imposibilitado su correcta evolución hacia la plena genitalidad heterosexual. Ha experimentado severos bloqueos en las etapas de  desarrollo psicosexual. En la etapa infantil, además de la progresiva disolución de la tendencia simbiótica con la madre con la gestación y la fase oral, la sexualidad se centra en uno mismo, se satisface a través del amor y placer en los propios sentimientos y sensaciones eróticas. Es por la masturbación como expresa su auto-amor, con el sentimiento y el placer del contacto de las manos con los genitales.
Se aprecia en el homosexual neurótico que este mismo fenómeno se da, pero en su inconsciente. La persona a la que ama, inconscientemente, es la imagen  proyectada de sí mismo; en este sentido se aproxima y tiene mucho en común con el auto-amor manifestado por la masturbación infantil. Este homosexual se ama a sí mismo en el otro y simultáneamente, a un nivel consciente, se une con la otra persona manifestando el impulso de relación afectiva y sexual adulta. Vemos, pues, que la homosexualidad neurótica es una combinación híbrida del auto-amor de la infancia con el intento de un amor adulto heterosexual.   Este homosexual se ama a sí mismo en el otro y también se une con la otra persona en el intento de establecer una relación madura.  Este tipo de relación, algunas con contacto sexual, con frecuencia la podemos encontrar entre chicos-as pre-adolescentes; por ello se puede considerar a este tipo de homosexualidad como un estado de desarrollo interrumpido en esta etapa.


En la personalidad HN aparecen complejas contradicciones, siendo difícil imaginárselas. Cada aspecto, tanto fisiológico psíquico, siempre está sujeto a una doble interpretación. En él, cuando está en psicoterapia, hay que elucidar cuidadosamente cada una de las fuerzas neuróticas que distorsionan y limitan su personalidad.

También en  la HN aparece un fuerte componente de masoquismo en la personalidad. El niño-a se considera el centro del universo y reacciona con enojo ante cualquier frustración de sus necesidades. Debido a que su sistema muscular no está lo suficientemente desarrollado como para expresar este enojo mediante un comportamiento agresivo, el niño reacciona llorando, chillando, escupiendo, tirando cosas, etc. Este tipo de comportamiento suele provocar el desagrado de la madre y además ocasionarle mayores frustraciones o castigos. Aunque puntualmente parezca salirse con la suya, se trata de un conflicto que no puede ganar. No tiene otra opción que reprimir esta hostilidad y enojo, creando la condición que llamamos masoquismo psíquico. En este tipo de masoquismo es el sentimiento de humillación lo que sirve como estímulo necesario para desencadenar la excitación sexual una vez adulto.
Esta problemática se funde con la de tipo oral propia de la actitud materna “cercana-atadora-íntima” con la proyección “Este hijo/a me satisfará”; y después a la problemática edípica como veremos más adelante. Sólo la confluencia de estas tres problemáticas neuróticas tiene la fuerza suficiente para desencadenar este tipo de homosexualidad.

La Homosexualidad Masculina Neurótica (HMN)


En este tipo de homosexualidad asimismo se da un intento inconsciente de establecer una relación heterosexual. Uno o ambos integrantes de la pareja imagina inconscientemente que el otro es del otro sexo, aunque conscientemente tenga claro que no lo es, pudiéndose luego invertir los papeles.
Si el HMN exterioriza en forma simbólica un acto de amor heterosexual ¿por qué no puede hacer lo mismo en la realidad? La respuesta implica la presencia de miedo a la mujer. Dándose este miedo, es claro que a un nivel más profundo se encuentran sentimientos hostiles hacia la mujer. Tienen que ser muy profundos y reprimidos porque si pudiera exteriorizarlos, sería posible establecer alguna relación heterosexual.
El miedo y hostilidad reprimida hacia la mujer no puede manifestarse abiertamente, lo hace a través de “actuaciones” que, dada la aguda sensibilidad, ingenio y creatividad, suele expresar en obras e ideaciones en las cuales la mujer suele ser expresada de un modo peyorativo, dominante egoísta, insensible y hasta cruel.

 El problema del HMN, en un primer lugar es un conflicto con la mujer y secundariamente incluye los sentimientos hacia los hombres.

El material que aparece en la psicoterapia indica que la combinación de una madre seductora que liga a su hijo emocionalmente y un padre que lo rechaza, con mucha frecuencia es responsable de que su hijo devenga en homosexual.
Se da una dinámica familiar en la que la situación edípica es muy fuerte, el niño se enfrenta a una imposibilidad de resolver los sentimientos incestuosos hacia la madre; y si además esta le transmite, con frecuencia de modo sutil, que se sacrifica y se da del todo por él, entonces el sentimiento de culpabilidad se hace muy potente, intolerable. Entonces el niño, como medio para reducir o suprimir la culpa, suprime los sentimientos sexuales, El único medio para lograrlo es conseguir una motilidad (movimiento espontáneo) mucho menor en el cuerpo, dejar el cuerpo como amortecido y así se elimina este conflicto. Pero es imposible vivir con un cuerpo en este estado, alguna válvula de seguridad debe darse; y en el HMN se da en forma de un órgano sexual excitado. Así se evita el sentimiento de castración, pero abandona su sana sexualidad.

Es muy específico del HMN la preocupación y el interés desmedido por los genitales, si no los propios, el de los de otros hombres. Esta fascinación por los genitales masculinos nos recuerda los cultos de religiones antiguas en la adoración del falo, como en el culto a los sátiros propios de Grecia y Roma; pero allí era un símbolo arquetípico de la fertilidad; ahora en el HMN es lo contrario, de la represión y supresión de vitalidad y sentimientos sexuales. Por medio de este interés cautivante se exterioriza simbólica e inconscientemente el sentimiento negativo hacia sus padres, la sociedad que les representa y a sí mismo. Por ello a menudo apreciamos actitudes de desdén y oposición de los valores manifiestos en la persona media. Muestra una aguda crítica de la cultura imperante que frecuentemente se expresa en términos y actitudes satíricas, sarcásticas   y cínicas.

Como iba diciendo el intento de apagar y suprimir los sentimientos sexuales exige aplicar el mecanismo de rigidez corporal, así como el de tendencia a la hiperactividad manifestándose en la necesidad de cambios frecuentes de posturas y en la actitud compulsiva de mantenerse atareado.
Se sabe, y en bioenergética se tiene muy en cuenta, que la sexualidad es una función del cuerpo en su totalidad. Normalmente el cuerpo retiene la excitación vital hasta que se da una situación apropiada para su desahogo mediante la actividad sexual. Pero cuando el cuerpo se encuentra amortecido o muy tenso, entonces no puede contenerse la excitación, se sobrepasa la represión, y ésta carga intensamente los genitales con una urgencia de descarga inmediata y a la mente con una ideación fantasiosa o imaginativa de índole lujuriosa.

En conjunto la actividad HMN tiene un componente compulsivo, es una manera compulsiva de sexo; proviene de la necesidad de  estimular el cuerpo, es decir, de rescatar los sentimientos sexuales suprimidos. Presenta un intenso miedo de acercamiento a la mujer y también la incapacidad de experimentar una auto entrega mediante la masturbación (que implica una potente culpabilidad inconsciente). Así, este tipo de homosexual, se sitúa en una posición desesperada viéndose impulsado, a veces irracionalmente, a encuentros homosexuales, en ocasiones promiscuos, con sus riesgos y que suelen concluir en aventuras insatisfactorias.
Está claro, asimismo, que las relaciones de HMN pueden durar muchos años; lo que resulta dudoso es que pueda proporcionar la suficiente satisfacción a ambos amantes para constituir una forma de vida con sentido propio. La dificultad propia de este tipo de personalidad homosexual la hace zozobrar; ya que una parte de la pareja, generalmente, se siente atrapada en la relación y no encuentra la manera de salir.

He dicho antes que una madre emocionalmente perturbada e inmadura transfiere el anhelo sexual a su hijo, no conscientemente, sino mediante exteriorizaciones de todo tipo (seducción,  invitándolo a cierta intimidad física, compartiendo confidencias, desalentando relaciones con chicos y chicas, etc.) Se dice que la madre del HMN es “cercana-atadora-íntima”. Ata al niño a ella (ella se dice a sí misma y transmite conscientemente que “este niño mío me satisfará”), pero no se puede pasar por alto el significado sexual inconsciente de este sentimiento: “el niño es el amante de su madre”.
El resultado es la creación de una excitación sexual en el niño que le resulta imposible de manejar.
No puede rechazar a su madre y tampoco puede expresar sus sentimientos sexuales hacia ella. No le queda otra opción que cortar de raíz estos sentimientos reprimiendo la vitalidad de su cuerpo.
En tales situaciones familiares el padre acostumbra a ser tan neurótico como la madre. Con frecuencia el padre experimenta celos ante esta relación madre-hijo y siente hostilidad hacia el niño.
Así, el  padre puede reaccionar negativa y críticamente contra el niño (en parte como autodefensa), incluso tratándole o llamándole “marica”. Este padre, de este modo, deviene en un referente masculino turbio con quien el niño inconscientemente se identifica y, en base a ello, forja sus propios patrones de conducta. La hostilidad del padre hace aún más difícil para el niño rechazar a la madre; y ella cumple la función , además, de su protectora frente al padre hostil.

Este problema edípico resulta insolucionable cuando reúne sentimientos orales y genitales. El dilema del HMN es la incapacidad de renunciar a los primeros en favor de los segundos, de renunciar al funcionamiento infantil en favor del adulto.

La HMN puede ser tanto el resultado de la exteriorización inconsciente de los sentimientos de los padres  sobre los niños, como la manifestación de los sentimientos reprimidos que este tipo de homosexual experimentó hacia sus padres. En todo homosexual neurótico se manifiesta esta tendencia. Asimismo son relaciones que, en diverso grado, se dan entre heterosexuales (por influjo neurótico); se encuentran caracterizados invariablemente por la ambivalencia entre amor y odio, miedo y hostilidad, dependencia y resentimiento, sumisión y dominación; frecuentemente marcados por el comportamiento sádico de uno (el que domina) frente a la sumisión del otro integrante de la pareja.

La HMN se manifiesta en relaciones de dominación y sumisión, algo propio de la neurosis, de modo que los expresiones “activo” y “pasivo” resultan engañosas. En algunos momentos son activos, en el siguiente resultan pasivos con la misma pareja u otra; y estos roles también pueden ser consecutivos durante una  misma experiencia sexual; pero en toda relación HMN uno de los integrantes es dominante y el otro sumiso; así se manifiesta el ancestral conflicto neurótico de nuestra cultura.

En el proceso psicoterapéutico habitualmente encontramos que el HMN está emocionalmente apagado. Fuera de estímulos actuales desencadenantes, ni la rabia, ni la tristeza son fáciles de expresar para él y los sentimientos como entusiasmo y gozo a menudo están ausentes. En ocasiones algún HMN destaca como un gran hombre, satisfaciendo el deseo consciente de su madre; pero generalmente se encuentran confinados en su propia armadura protegiéndose a sí mismos ante sus sentimientos sexuales. Las dos únicas áreas vivas son su mente y sus genitales.
La ausencia de vida emocional a nivel somático corre paralelamente con la falta de vitalidad en el cuerpo. El tono, color y aún calor de su piel son pobres. La espontaneidad en el gesto y el movimiento por lo general no se da y la movilidad del cuerpo se aprecia marcadamente disminuida.

Las actividades sexuales de los HMN son menos una expresión de un fuerte impulso sexual que de la necesidad de sentimiento sexual (vitalidad y apasionamiento). Por extraño que parezca el HMN se procura el sentimiento y la pasión que necesita mediante el mismo mecanismo que en origen fue el responsable de su problema, es decir, mediante la identificación. Se identifica con su pareja y deriva vicariamente (como sustituto) gran parte de su excitación. Es tanto actor, como escenario, sujeto y objeto de la experiencia. Lo que le hace al otro lo experimentó anteriormente a manos  de su madre y padre; estos son los sentimientos que causaron su pérdida de vitalidad. Mediante su maniobra homosexual, invirtiendo el sexo, la culpabilidad asociada a sus sentimientos incestuosos y hostiles hacia la madre son evitados. Solo se puede sentir suficientemente vivo dentro de una relación homosexual.

Ya dije que el comportamiento HMN está determinado por una mezcla de elementos de “auto-amor” infantil y el sentimiento sexual adulto; sus acciones pretenden combinar la necesidad de auto completamiento con la necesidad de unión con otra persona.
Consecuentemente en la experiencia de este homosexual los genitales no pierden el sentimiento, más bien consiguen lo contrario. El contacto homosexual les deja los órganos genitales con más sentimiento que antes; así se hace más consciente de su órgano genital y por ello se siente menos ansioso respecto a él. El HMN no busca el contacto sexual porque esté sexualmente excitado, más bien busca este contacto para conseguir excitación sexual. Se trata de un fenómeno sensual resultado de la supresión de los sentimientos sexuales. Aunque en la infancia durante el periodo de latencia se mitigue el sentimiento sexual, sigue persistiendo la percepción de la sexualidad. El HMN  no suele pasar por el periodo normal de latencia. Como chico muestra más curiosidad de la habitual por la sexualidad propia y adulta, terminando en esta extraña preocupación por la sexualidad que caracteriza su comportamiento y su manera de pensar. Es como si los sentimientos sexuales, que se perdieron en el cuerpo, resurgieran en la imaginación y la fantasía. Se hace muy consciente de sus genitales y de su ideación, pero el cuerpo queda in afectado por la experiencia. El corazón no es tocado y es este hecho el que produce la sensación interior (corporal) de falta de satisfacción con la que siempre se encuentra en lucha.
Su cuerpo no puede tolerar los sentimientos heterosexuales. Los combate “haciéndose el muerto”, es decir volviéndose entumecido y paralizado, sin sentimiento. El acto homosexual es una reacción a esta parálisis y falta de vida; es un intento de superar las sensaciones genitales.

Ya he dicho en escritos anteriores que en todo individuo esquizoide hay cierto grado de homosexualidad, por ello también se puede afirmar a la inversa. En tal homosexualidad de origen neurótico aparecen mecanismos esquizoides.
Tampoco me canso de repetir, aunque pueda parecer pesado, que la problemática neurótica que se manifiesta en este modo de homosexualidad, desde la vertiente, sea gay o lesbiana, requiere una labor en dos frentes; tanto desde la vertiente física como desde la psicológica. En la vertiente física es necesario reconocer y remediar el hecho de disponer de un cuerpo con poca vida o respuesta vital, lo que es el aspecto tangible de esta manifestación homosexual. Para sanar este aspecto es necesario incrementar la respiración, creando más sensaciones físicas con sus respectivos sentimientos y reduciendo el estado de tensión muscular.
En la vertiente psicológica debe analizarse detenidamente las relaciones con el sexo opuesto implicando a todo el conjunto de su personalidad. La persona se ha de dar cuenta de que el miedo, la hostilidad que profesa y el menosprecio que alberga hacia el sexo opuesto forma parte de su personalidad y tiene raíces históricas en su dinámica familiar infantil, y estos sentimientos deben manifestarse, expresarse y liberare en el transcurso de las sesiones psicoterapéuticas y no caer en la compulsión de proyectarlas inconscientemente en su vida cotidiana. Se explora la relación con sus padres para descubrir en tal dinámica histórica la fuente de estos sentimientos dolorosos, defensivos y hostiles hacia el sexo opuesto. Y, al tiempo, es de vital importancia que el paciente logre la auto entrega suficiente que le permita conseguir la auto satisfacción, mediante el goce de su propia sexualidad masturbándose y abriéndose al gozoso sentir de su vida vibrando dentro de sí.

No sobra decirlo, aunque parezca tonto. El/ la homosexual de origen neurótico, como ya he indicado en anteriores escritos, manifiesta un alto grado de sofisticación sexual y, excavando a cierta profundidad se encuentra un amplio filón de culpabilidad sexual relacionada con la masturbación. No es que aborrezca y condene esta práctica. Es que siente que no le satisface o desea para sí, aunque puede hacerlo incluso lujuriosamente con su pareja. Se trata de la culpa infantil ligada a los sentimientos incestuosos hacia la madre (si es niño) o el padre (si es niña), puesto que son los objetos sexuales en las fantasías que acompañan las tempranas experiencias masturbatorias.

La alteración principal biológica que acompaña a esta forma de homosexualidad neurótica es la falta de movilidad y de sentimiento en el cuerpo. Asimismo se dan otras  alteraciones, como la disminución respiratória, la dificultad de manifestar impulsos agresivos tales como el de dar patadas y pegar, así como las tendencias conflictivas de chupar y morder. Además este tipo de homosexualidad suele mostrar una potente inhibición de las funciones anales. Vale la pena explicarse con mayor detalle.
La tensión diafragmática e intercostal que impide la expansión afectiva mediante la respiración, reduce el sentimiento corporal y limita la energía vital disponible para acciones agresivas. En ellos/as el fuerte deseo por la madre y su hostilidad hacia ella, a nivel oral los paraliza (antes de los dos años). Seguidamente el temprano y severo entrenamiento de limpieza fecal, en el cual también la madre desempeña el papel dominante, puede conducir a una actitud sumisa y pasiva que encubre un sentimiento anal inconsciente. La causa que induce la dificultad e incluso incapacidad de un paciente, sea o no homosexual, para dar patadas con ritmo, fuerza y sentimiento, a menudo se puede rastrear hasta una tensión muscular crónica en las nalgas y muslos, resultante de ansiedades anales infantiles.
En los ámbitos, orales y anales el/la homosexual de origen neurótico se halla en conflicto con la madre. En ámbito genital el conflicto con la madre se da en el varón (edípico), con la consecuente diferenciación en la mujer que ya veremos más adelante en detalle. Conflictos que tuvieron que reprimir en interés de su supervivencia. La represión de estos conflictos les hace casi imposible relacionarse con el otro sexo, dado que cualquier relación significativa tiende a evocar, en el terreno inconsciente, los problemas originales.
Así, en el HMN, al hacerse hombre, puede evitar este dilema y “exteriorizar” la relación con su madre de forma simbólica (las partes prohibidas de la madre son transformadas en rasgos y órganos masculinos: nalgas = pechos, pene = pezón, ano y boca = vagina). Y en la mujer en órganos femeninos: nalgas y pechos = pechos; clítoris y labios genitales = pezón; ano, boca y vagina = vagina). El /la homosexual de origen neurótico ha quedado fijado en el estadio oral de desarrollo, debido al sufrimiento y privación en este estado; y por otro lado, suele observarse, en muchos casos, que tratándose de un niño, fue tratado con mucha indulgencia por su madre.

Es indudable que la persona homosexual de origen neurótico fue privada del placer erótico que el/la bebé obtiene del pecho y del contacto con el cuerpo de su madre (del placer erótico pre-genital) que este ofrece.

Tampoco es raro que la madre del homosexual que nos ocupa explote el tener placer de tipo sexual o erótico al dar el pecho por sus propias carencias o necesidades, transformando,así a su niño-a en un objeto sexual. Entonces la criatura en vez de ser la participante activa en la relación, es forzada a adoptar una posición pasiva. No es su placer erótico lo importante, sino el de su madre. Otro aspecto a considerar es que la excitación sexual de la madre para su criatura (siente las respuestas, el ánimo, los sentimientos de su madre como abrumadores) y no dispone de ningún mecanismo para descargar esta excitación. Por consiguiente, la madre que utiliza así a su hija-o inconscientemente, debido a su sentimiento de culpa, le prohibirá cualquier actividad sexual, especialmente la masturbación. El resultado de ello es un aumento de la fijación incestuosa con ella hasta el punto donde no obtenga resolución.

Cuando una madre efectúa frecuentes lavativas a su hijo-a, simbólicamente le  está realizando un acto sexual; la práctica compulsiva de poner lavativas en caso de cualquier molestia intestinal puede ser la exteriorización en su hija-o del propio insatisfacción de ser mujer. 




La Homosexualidad Femenina Neurótica (HFN)



Como en la edición masculina, la HFN tiene un componente compulsivo de expresión del sexo y con él se pretende rescatar los sentimientos sexuales reprimidos; presenta un temor al acercamiento al hombre y también una dificultad en obtener una auto entrega mediante la masturbación, lo que implica sentimientos potentes e inconscientes de culpabilidad. Todo ello la empuja a la búsqueda de contacto y relaciones homosexuales. La convivencia de una pareja homosexual así puede mantenerse durante muchos años, pero los propios elementos constituyentes de este tipo de homosexualidad femenina suelen hacer fracasar la pareja, pues una o ambas se pueden sentir atrapadas en este tipo de relación y no dar con la manera de salir sin dañar a la otra parte agudamente.


En la HFM aparecen dos tipos de personalidades que se complementan y suelen constituirse en pareja.

En primer lugar tenemos la imagen de una mujer que parece intentar ser como un hombre, muchas veces en estética, porte e incluso en musculación. Este tipo de mujer suele ocupar un puesto relevante, con poder; como jefa de un apartamento en el trabajo. Este tipo de mujer lesbiana de origen neurótico que adquiere rasgos masculinizados, es bastante imponente, puede ser impositiva y ejercer como ejecutiva exitosa en sus modos y actitud. Suscita por detrás, a sus espaldas, comentarios despectivos a esta actitud tanto de sus iguales como de sus subordinados.
Bioenergéticamente esta HFN, a pesar de su apariencia energética y poderosa, posee relativamente poca vitalidad que oculta bajo su coraza de poder.
Como en toda homosexualidad de origen neurótico utiliza las relaciones lesbianas, sexuales, de modo compulsivo para mantener una suficiente sensación de sentimiento en su cuerpo.

Veamos la dinámica familiar que puede generar este tipo de personalidad.

Son personas que han crecido y sufrido con madres fuertes, agresivas y, al tiempo, sufrientes y sufridoras. El malestar en tales madres hace que lo liberen de forma más o menos inconsciente hacia la hija en forma de hostilidad. La niña, consecuentemente, le tiene miedo. El aspecto neurótico obsesivo-compulsivo es  probable que se fije en un interés y preocupación por todos los orificios de su hija, quizá con especial hincapié en las funciones excretoras, quizá con la administración de frecuentes lavativas; lo que, a su vez, consigue que con estas violaciones de su interioridad, la niña se contraiga por temor y angustia y enlentezca su ritmo intestinal, cerrándose un ciclo vicioso realimentando, y desarrollando fuertes tensiones alrededor de los orificios objetos de interés obsesivo materno.

La niña teme a su madre, pero al tiempo siente simpatía y comprensión por ella identificándose al admirarla. Para que esta identificación se dé a pesar del temor que suscita, debe existir previamente una necesidad por carencia de satisfacción oral y de contacto corporal, quedando en ella carencias y fuertes deseos orales.

Ya he reiterado en diversas ocasiones que las contradicciones en la personalidad de las personas homosexuales de origen neurótico son muy complejas, costando bastante imaginárselas. Así cada aspecto en el ámbito psíquico y físico está sujeto a una doble interpretación. Y el hecho de que nunca es un único factor neurótico lo que genera la presencia de este tipo neurótico de homosexualidad femenina. En tal caso, en el proceso psicoterapéutico hay que advertir cada una de las fuerzas neuróticas manifestadas y cómo distorsiona y limita su personalidad. Tengamos bien claro que lo que abordamos psicoterapéuticamente es el componente neurótico manifiesto y no la homosexualidad que puede ir propiciada por incidencia de factores epigenéticos como ya hemos visto.


Activa, dominate. 
En este tipo de HFN con imagen masculinizada se puede considerar que se muestra una defensa contra el sentimiento de ser explotada como objeto sexual. Se puede asegurar que el grado que adquiere esta defensa de masculinización es proporcional a la medida de la severidad de la ansiedad subyacente. A mayor ansiedad interior, mayor defensa de aspecto masculino.
Pero claro, es una limitación considerar únicamente este aspecto. La negación en una niña de su sensación y naturaleza femenina asimismo tiene mucho que ver con la dinámica de la pareja de sus padres y la consecuente vivencia edípica que concierne al padre. La niña, en este contexto, se enfrenta a dos fuerzas adversas:  Un padre que la rechaza y a una madre que irracionalmente compite con ella.

La dinámica que suele determinar que una niña renuncie a su natural feminidad es la existencia de un padre autoritario, crítico y sarcástico junto a una madre débil, sumisa y desvalida. Puede darse como aspecto añadido e incluso desencadenante de  esta dinámica que el padre, siendo agresivo y ambicioso, haya deseado intensamente tener un hijo varón, resultando la existencia de la niña una gran decepción. Puede que en la madre, dada su inseguridad, se produzca una ambivalencia respecto al sexo de la persona que ha gestado y alumbrado; madre que comúnmente es autosacrificada, pero bajo esta actitud de sumisión y resignación se esconda un potente resentimiento e incluso deseos de venganza y hostilidad contra su marido.

En conflicto con esta madre sufriente y también obsesivamente interesada en las funciones excretoras (represión de su capacidad de confiar y entregarse) a la que teme y al tiempo necesita oralmente le obliga a desarrollar una ambivalencia entre rechazo e identificación y al tiempo se siente rechazada por el padre. Así, la niña, no es que se masculinice, como es en apariencia, sino que pierde el sentido de ser ella misma. La hipertrofia muscular no es manifestación de poder al modo masculino, sino la expresión de su necesidad de ser fuerte (en el sentido de dureza, de resistencia), independiente y asexual.  Su cuerpo se va transformando en la medida del rigor envolvente, en una fortaleza defensiva dentro de la cual queda confinada; constantemente anhelando libertad, amor y satisfacción sexual. Por ello en ella la relación lesbiana es un intento de escapar del encierro y del aislamiento constituido por estas manifestaciones neuróticas.

Esta personalidad es una estructura de carácter en la que se observa una disociación resultado de un ambiente de rechazo. Se puede ver como una personalidad doble en el sentido que muestra unos roles y actitudes imponentes y por dentro hay una niña muy asustada.


Otra personalidad lesbiana asimismo de origen neurótico  es también fruto de otra tendencia disociativa; esta vez de tipo esquizoide con un aspecto y dinámica plenamente diferente a la modalidad antedicha.
Ahora tenemos a una mujer con un desarrollo físico inmaduro en unión con una inteligencia sofisticada. Este tipo de personalidad frecuentemente ocupa el rol de pareja femenina en este tipo de relación lesbiana.
Su patología neurótica consiste en la negación de la vivacidad y contacto del cuerpo y la consecuente disociación del componente consciente y del sentimiento ligado a las sensaciones corporales.

El gran problema de la homosexualidad de origen neurótico es que su personalidad no le autoriza a satisfacerse a sí mismo, No solamente no logra satisfacerse en la masturbación, hasta puede rechazarla; para que esta sea satisfactoria se requiere que se de auto aceptación y ésto es justamente un déficit en la personalidad homosexual neurótica sea masculina o femenina. La auto aceptación está íntimamente ligada al sentimiento del propio cuerpo y resulta complicado aceptar al “sí mismo” si no gusta el propio cuerpo, si resulta difícil advertir el bienestar y el gozo de un cuerpo vivo y vibrante, así cuesta querer al propio cuerpo falto de sensaciones agradables.

Es una contradicción el que en una personalidad lesbiana de origen neurótico puedan darse estas condiciones; su cuerpo disociado y conflictivo hace muy improbable la vivencia de plenitud de sentimiento corporal.
  
Pasiva, insegura.

La personalidad lesbiana pasiva de origen neurótico tiende a tener una defensa caracterial de tipo esquizoide. Los individuos con estructura defensiva esquizoide no experimentan una sensación integrada de sí mismos. Su propia imagen es confusa y su identificación sexual es difusa. Manifiestan en su personalidad la inmadura bisexualidad infantil y, adecuándonos al tema en cuestión, en sus relaciones lesbianas son capaces de alternar sus roles. Muestran una muy fuerte sensibilidad en cuanto a percepción, pero su auto percepción energético-corporal es confusa, y se nota apagada, mortecina.
Estas mujeres tienen una gran necesidad de calor y contacto humano, demostrando que son niñas desesperadas, y la compañera lesbiana promete la satisfacción de esta necesidad. Inmersa en este tipo de relación es cuando, a pesar de sus límites, pueden experimentar cierta seguridad y una suficiente satisfacción de su impulso sexual.
Estas relaciones lesbianas en las que una o ambas partes lo son por etiología neurótica, se transforman también en un tipo de cautiverio al no poder avanzar hacia la autorrealización. Están en rebeldía contra los roles sexuales neuróticos de los padres, en un conflicto que no se resuelve interiormente y que proyectan en la relación de pareja; no están en situación de derribar la defensa y abandonar este tipo de cautividad auto impuesta.
En estas relaciones HFN cada integrante de la pareja implica una dualidad de roles. La activa cumple el papel de madre, pero en su identificación inconsciente con la amante también es el objeto sexual pasivo al que se gratifica. De forma análoga acontece con la pareja: el rol pasivo se compensa mediante la identificación inconsciente con la compañera dominante y activa.



 Así, el cunnilingus tiene una doble función: la lengua es utilizada como órgano sexual para satisfacer a la pareja mientras la boca deviene en órgano de chupar para satisfacer la propia necesidad de gratificación oral.
También el cunnilingus satisface el deseo de morder y chupar simbólicamente; al mismo tiempo que hace obvio a la lesbiana que no tiene pene como símbolo del padre. Todo esto ocurre, desde luego, en el territorio fantasioso muy inconsciente. Tiene a ver con la represión de los impulsos hostiles hacia el padre negador autoritario y simbólicamente representado por su órgano genital, con lo cual todo deseo erótico por el hombre y su órgano queda bloqueado.

El no poder morder, el miedo a morder, tiene mucho que ver con la impotencia orgásmica femenina, dado que representa una incapacidad de desenvolverse agresivamente en una situación; y ésto no debe confundirse con emociones tales como enojo, ira, hostilidad, resentimiento, etc., que tienen a ver con respuestas defensivas y temores hacia los demás. La agresividad es una fuerza de empuje y confianza hacia el mundo, lo otro surge de sentirse bajo amenaza sea real o imaginaria. Resulta fácil concebir que una mujer que teme sus propios impulsos de agarrar y morder no pueda entregarse satisfactoriamente al orgasmo.

El menosprecio que muestran las HFN hacia el hombre refleja la actitud consciente o inconsciente de la madre ante el padre. Cuando la madre en su inconsciente desea ser un hombre y no siente el adecuado respeto por su propia naturaleza femenina resulta en una poderosa fuerza que impulsa a su hija hacia la homosexualidad.

Respecto a las mujeres heterosexuales, las lesbianas de origen neurótico tienen unos sentimientos ambivalentes. Se sienten inadecuadas e inferiores a las mujeres heterosexuales, pero al mismo tiempo se sienten superiores a éstas. Si no se diera este sentimiento de superioridad no podrían tolerar una relación homosexual. Este sentimiento de sentirse superior a las heterosexuales, que puede llegar al menosprecio, tiene mucho que ver con la interiorización  de la experiencia del fracaso de su madre como mujer.

Por último, y siendo reiterativo, declaro que, solo haciendo referencia a la HFN, coincido con Alexander Lowen (él lo hacía extensivo a todo/a homosexual), al decir que el tratamiento precisa un acercamiento en dos aspectos: el físico y el psicológico. Desde el ámbito físico se debe resolver el fenómeno de un cuerpo poco vital, el aspecto más tangible de esta problemática; para obtener favorables resultados en este ámbito es necesario incrementar los sentimientos corporales. Se consigue movilizando la respiración, creando más sensaciones físicas y reduciendo la tensión muscular.
En el ámbito psicológico debe efectuarse un análisis de la relación de la persona con el sexo opuesto en relación con su personalidad al completo. Se ha de posibilitar una elaboración de todo este material. Se ha de concienciar respecto al miedo, la hostilidad y el menosprecio hacia el sexo opuesto y seguidamente liberarlo. Lo que supone que la persona ha de expresar estos sentimientos en las sesiones psicoterapéuticas y no exteriorizarlas inconscientemente en su vida normal. En tal proceso se explorará la relación con su padre y madre descubriendo el origen de sus sentimientos hacia el sexo opuesto. Al tiempo es de gran importancia que desarrolle la capacidad de conseguir auto satisfacción.


Este escrito es un posicionamiento personal frente al punto de vista de Alexander Lowen respecto a la homosexualidad. Se alude bibliográficamente a su libro “Amor y orgasmo” Editorial Kairos.


Ernesto Cabeza Salamó.





sábado, 14 de noviembre de 2015

Sobre la bisexualidad neurótica. 4ª parte de Orientaciones de género y neurosis.



Orientaciones de género y neurosis.


4ª Parte: Sobre la bisexualidad.



En unos escritos previos ya expuse la temática de la homosexualidad en un contexto general, distinguiendo entre la natural y saludable y la de origen neurótico sobre la que profundicé. Seguidamente me adentré en la temática de la homosexualidad latente haciendo hincapié en aquella que se reprime por muchos neuróticos resultando conflictiva. Al final del post formulé dos preguntas interesantes:

¿Existe alguien libre de tendencias homosexuales en nuestra cultura? Y la segunda ¿El ser humano es fundamentalmente bisexual?

A la primera respondo que en nuestra cultura, con un componente fuerte de neurosis, hay muy pocas personas que se encuentren totalmente libres. Siendo así la sociedad, los mismos factores que dan lugar a la neurosis, ellos mismos son responsables de la homosexualidad de origen neurótico. La plena eclosión de la homosexualidad neurótica es resultante no de dificultades neuróticas aisladas, sino de la coincidencia de unos factores específicos. Y sólo cuando se dan en conjunto abocan al individuo a este tipo de homosexualidad. Si no es así, tan sólo presentan rasgos o tendencias de tipo homosexual que, de ser reconocidas, pueden sanarse; y si se reprimen o intentan sublimar configuran lo que expuse en el post anterior como homosexualidad neurótica latente (HLN). De aquí surge esta segunda pregunta que, entre líneas, ya se contesta en el anterior escrito y que en este expondré más claramente.

Mi punto de vista considera que hay claros indicios de que se de una homosexualidad constitucional ocasionada por la acción hormonal en el estado fetal, lo expuse como el factor epigenético de reciente descubrimiento científico. Ello fundamenta una predisposición o tendencia homosexual de tipo biológico que explicaría el por qué el % de homosexuales viene a ser constante en todas las culturas. Por ello el factor socio-cultural no es tan decisivo. Ahora bien, en nuestra civilización de origen judeo-cristiano y allí donde ha extendido su influencia, se une su acción neurótizante en la misma proporción. Por ello en la medida que un individuo sea plenamente heterosexual o con alguna predisposición homosexual de tipo epigenético, presente rasgos neuróticos, presentará asimismo aspectos homosexuales latentes.
Dentro de nuestro marco cultural occidental judeo-cristiano se puede contestar que con la debida relatividad, en tanto que está presente la neurosis, ésta, en ciertas condiciones, conduce a la homosexualidad neurótica haya o no predisposición epigenética; y en este sentido pueden darse individuos bisexuales dado que revisten ciertas problemáticas que los distancia del gozoso estado de salud.

Alexander Lowen asegura que todos los casos de comportamiento bisexual que estudió, le mostraron que los individuos estaban confundidos con respecto al papel sexual, que presentaban una personalidad inmadura y eran inadecuados como seres sexuales. Consideraba que el argumento de que el ser humano pudiera ser primordialmente bisexual debería apoyarse en evidencias claras que mostrasen que estos individuos consigan plena satisfacción en sus actividades sexuales; hecho que niega.

El mismo argumento es válido para cualquier individuo heterosexual con rasgos neuróticos; también tiene la personalidad inmadura, anda confundidos respecto a su genitalidad y pueden presentar disfunciones de tipo sexual. Así que la pregunta debe formularse desde otra vertiente: ¿Puede darse tanto una homosexualidad como una heterosexualidad sin adherencias neuróticas? La respuesta surge lógicamente: En muy pocos individuos en nuestro modelo cultural.
Pero en vista del conocimiento aportado por la neurofisiología fetal epigenética sí es posible considerarlo aunque se teñiría de diverso grado de neurosis en su culturalización y socialización; aspectos de los  que recientemente me ocupé en la 1ª parte de esta serie de posts, al ocuparme de la cuestión de género y la neurosis.

Si el punto axiomático de partida es que cualquier hombre nace para procrear con una mujer y toda mujer para procrear con un hombre y todos sus instintos les guían en tal dirección, entonces tanto la homosexualidad, como la bisexualidad, como la transexualidad no son naturales.

Si el postulado de partida es que puede haber, en ciertas condiciones epigenéticas, configuraciones biológicas fetales que determinen o predispongan tendencias no exclusivamente heterosexuales, entonces puede darse toda una variedad y gradación de tendencias y sentimientos sexuales. Lo que hace posible que pueda darse tanto una homosexualidad libre de neurosis, como una bisexualidad también saludable.

Me he encontrado con personas que seriamente considero han elegido una relación homosexual por amor a la pareja independientemente de su sexo y género. Por supuesto que en ellos hay algunos aspectos neuróticos; pero en nada les distingue de una persona nítidamente heterosexual. También aquejado de algo de tipo neurótico. Y asimismo han asegurado que anteriormente o en un posible futuro, si esta relación se rompiera, no les importaría amar a otra pareja sea o no del su mismo sexo. En la medida que los índices de neurosis son leves y se da esta realidad, es oportuno asegurar que estas personas pueden considerarse bisexuales, aunque ellos afirmen no ser bisexuales, pues aman y establecen relaciones con personas y no tanto por sexo o género. La duración y la estabilidad de la pareja están, lógicamente, condicionada a diversidad de factores como en cualquier pareja saludable heterosexual. Hoy en día la certeza de una relación de pareja por toda la vida, pese a las contingencias, desafíos y evoluciones personales divergentes, no es sostenible en personas saludables y esto es válido a cualquier tendencia sexual.

La condición que debe cumplir tal persona es la plena capacidad de amar y entregarse, tanto a sí misma como a su pareja; y que en esta entrega en la relación sexual se tenga potencia orgásmica, lo que asegura una personalidad saludable y sin problemáticas neuróticas. Si esta condición se da, entonces esa persona sea cual sea su tendencia sexual será sana.

Dicho esto, como en los anteriores escritos, no voy a redundar en este aspecto y me voy a ocupar de este tipo de bisexualidad empantanada en la conflictividad neurótica, con una vivencia de insatisfacción y de problemática de confusión respecto al rol sexual vivido. En estos casos no puede darse una sublimación de los deseos homosexuales. La sublimación genuina se da en deseos y sentimientos no neuróticos y conduce a la creatividad y a cierto tipo de amor llamado incondicional. En los deseos y sentimientos neuróticos, estando relacionados con bloqueos y defensas, no puede sublimarse, tan sólo reprimirse aunque sea mediante sofisticadas y refinadas defensas racionales muy en boga actualmente en ciertas corrientes de psicología neocognitivas. La idea de que un deseo homosexual se pueda sublimar en una amistad, resulta desacertada, dado que si hay neurosis, esa amistad de tipo neurótico se verá alterada y erosionada por las actitudes homosexuales reprimidas; y si no hay neurosis, el principio de realidad prevalece y la amistad simplemente se da por la comunicación franca y abierta del propio sentir.

Como resumen se puede decir que la homosexualidad y la heterosexualidad constituyen los dos extremos de una escala de valores que forman una línea continua. No deben entenderse como categorías sino como límites. Entre ambos límites las personas muestran tendencias homosexuales de diverso origen. Ciñéndonos en la homosexualidad neurótica podríamos agregar que aparecerán tendencias homosexuales de esta etiología en la medida de su neurosis; y puesto que nadie o casi nadie puede escapar al influjo de los condicionamientos culturales imperantes causantes de la neurosis, lógicamente nadie o casi nadie puede proclamarse plenamente heterosexual. No existen, pues, personas al cien por ciento heterosexuales como tampoco las hay al cien por cien homosexuales.

La bisexualidad que aquí nos ocupa es aquella en la que el individuo sea hombre o mujer, habiendo constituido una relación heterosexual, tiene la necesidad imperiosa en ciertas circunstancias o condiciones de ir a la búsqueda de una relación homosexual. Tampoco se considera sano que alguien siendo predominantemente heterosexual y con pareja constituida tenga la necesidad compulsiva de relaciones sexuales para mitigar su ansiedad o angustia. Ni tampoco de la pareja homosexual en la que un miembro tenga la necesidad igualmente compulsiva de ir a la búsqueda de otra relación homosexual puntual. En todos estos casos consideramos estas conductas como neuróticas. Es a esto a lo que me refiero como bisexualidad añadiéndole el atributo de neurótica.
En este bisexual vemos que no ha renunciado al deseo de una práctica vital heterosexual, como sí ha renunciado el homosexual declarado. Percibimos al bisexual (neurótico) como una persona que le cuesta establecer un patrón comportamental arraigado en la relación heterosexual; pero se resiste o combate el considerarse homosexual declarado. Esta ambivalencia y falta de estabilidad emocional le hace sentirse insatisfecho o infeliz en la relación heterosexual constituida y ante el conflicto o dificultades neuróticas que surgen en la dinámica de la pareja le empujan imperiosamente a una fuga de infidelidad de tipo homosexual. Vemos que su problemática es la inmadurez en su personalidad y ello produce sus escapes hacia la homosexualidad activa. Su motivo de sufrimiento no es la tendencia homosexual, sino la inmadurez y su personalidad neurótica. Ya he dicho en diversas ocasiones que la homosexualidad de origen neurótico es una salida, un síntoma de la incapacidad de funcionar como un adulto íntegro y maduro. No debe considerarse una enfermedad, sino como un síntoma de la enfermedad neurótica de su personalidad. No es una disfunción o desviación sexual, sino la muestra de la distorsión de su personalidad.

Ya he dicho antes que la condición de salud sexual y de personalidad en la persona adulta es la potencia orgásmica que permite la realización del amor en la sexualidad. En el contexto de la homosexualidad de etiología neurótica, así como de esta bisexualidad no se da y, en este sentido, cuando se dé y más presente sea, más confianza y arraigo tendrá el individuo con el patrón heterosexual. Cuanta más potencia orgásmica tenga y sea capaz de sentir, más sana estará su personalidad y más intensos sus deseos y sentimientos heterosexuales; cuanta menos potencia orgásmica, más tendencias homosexuales neuróticas mostrará.
Si la constitución psicobiológica no contiene ningún tipo de predisposición epigenética homosexual, las personas no son heterosexuales ni homosexuales; son individuos con un grado variable de potencia orgásmica asociada a un grado de neurosis correspondiente.

He intentado dejar claro que las tendencias homosexuales neuróticas sean manifiestas o latentes, así como la bisexualidad en este sentido están relacionadas con la pérdida del sentido de sí mismo, la falta de una adecuada identificación con el propio cuerpo y una disminución de la integridad de la personalidad.

Antes de dar por concluido el presente escrito creo conveniente precisar en qué consiste la “potencia orgásmica”. Es la capacidad de conseguir una descarga orgásmica satisfactoria, es la manifestación de la potencia sexual genital. Esta aseveración puede puede ocasionar la réplica y la contra tanto de heterosexuales como de homosexuales neuróticos: el clímax y la eyaculación no cumplen plenamente con esta premisa, no son necesariamente orgasmos de personalidad genital saludable. Tanto unos como otros pueden conseguir cierto placer tras la excitación mediante la aplicación del ego, de la importancia personal, mediante la fantasía, mediante la sofisticación sexual y mediante la identificación y exteriorización; pero renunciando a la experiencia del ser. Pueden experimentar satisfacción con ciertas contracciones orgásmicas en los genitales, en el ámbito del ego, pero no entrega a nivel físico. El orgasmo es una función de experiencia del ser y está arraigado con su realización de modo más profundo.

Sugerencia psicoterapéutica: La insatisfacción personal y el sufrimiento ligado a la bisexualidad neurótica puede sanarse y resolverse. En este sentido la sugerencia y orientación se resume en: Si una persona aquejada de la bisexualidad que nos ocupa puede aproximarse y adquirir una mayor identificación con su cuerpo (sensaciones, sentimientos, emociones), un arraigo más intenso con el sentido de sí mismo (de su ser) y una mayor integridad de su personalidad; su patrón sexual espontáneamente se dirigirá hacia su aspecto heterosexual de la escala antes citada. En situaciones neuróticas, en ausencia de factores constitucionales homosexuales, cualquier manifestación e incremento de sentimientos heterosexuales deben conducir a una mayor integridad y progreso de las funciones de la personalidad.


Ernesto Cabeza Salamó.