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sábado, 23 de enero de 2016

Reflexión interpretativa acerca de un sueño tipo Centauro


Reflexión interpretativa acerca de un sueño tipo Centauro


La consideración del ámbito Centauro en la psicología transpersonal se refiere al estado de evolución de la personalidad en la que más allá de las necesidades, la persona aspira y responde a motivaciones integrativas y también transpersonales, es decir, de autorrealización.

Expongo aquí una reflexión ligada a un sueño reciente que ejemplifica esta posición.

El asunto de la acertada interpretación de los sueños es algo muy delicado. La misma palabra “interpretación” plantea su misterio. Interpretar nos sitúa en el ámbito justo, en activo y pasivo; por parte del analista interpretador sea externo o propio y el creador, el soñador, cuya creación está íntimamente ligada a sus necesidades y  motivaciones internas marcadamente inconscientes. Por ello debido a la complejidad de las motivaciones humanas, el marco interpretativo es presentado por la dinámica profunda del soñador.

La naturaleza de la personalidad del sujeto da dirección, sentido y significado a los elementos simbólicos que constituyen su sueño. La composición formal de los  símbolos como imágenes y argumento, cuando lo hay, no debe engañarnos. Pueden, a ojos del interpretador, parecer algo obvio, sin serlo. El contexto interpretativo del interpretador interfiere, como lo hace la transferencia y contratransferencia, en este fenómeno.

Más allá del limitado enfoque freudiano y postfreudiano del análisis onírico, se presenta el entender los sueños como manifestación de tipo existencial. Ya no son resultado de deseos y necesidades mal resueltas o pendientes de satisfacción propias del acontecer neurótico, sino impulsos profundos que indican sugerencias creativas tendentes a la autosanación y autorrealización.  El contenido de los símbolos oníricos son creaciones a partir de fuerzas inconscientes de la personalidad del soñador y, sólo desde este ámbito, cobran sentido y significado. Actualmente, aún con un influjo innegable de la omnipresente neurosis, muchas personas se adentran o se sitúan en el ámbito Centauro. El Centauro ya es, por sí mismo, una metáfora y un símbolo arquetípico. Representa la integración más o menos armónica de la consciencia organísmica, el “Yo corporal”, con el novedoso contacto expansivo de la consciencia del ser.

Así tenemos que mientras algunas personas son dirigidas por necesidades y deseos de tipo egótico con manifestación de asuntos de fundamentación neurótica principalmente; hay otras personas que incluyen en menor o mayor medida otra potente motivación subconsciente relacionada con el pulso del Ser. Sin llegar a plantearnos o situarnos  en estados tan llamativos como los denominados “Emergencia espiritual” o “Despertar transpersonal”; toda persona que incluye en su dinámica vital la indagación de la consciencia más allá de los límites encorsetados de la personalidad egótica y neurótica (el carácter como defensa), muestra en su simbología esta impregnación más profunda.



 Hace muy poco desperté con el impacto de un sueño cuyo contenido incidía en este contexto. El sueño daba inicio en una salida de fin de semana en familia. Iba conduciendo el auto por una carretera secundaria en un ambiente campestre, con campos de cultivos y zonas boscosas. Era una carretera tranquila sin apenas circulación de vehículos en la que conducía apaciblemente disfrutando del paisaje.

En esto veo a alguien atendiendo una pequeña hoguera que me llama la atención por un momento. Algo me dice intuitivamente que está cuidando de que ese pequeño fuego para evitar convertirse en una amenaza. 
Al poco ello queda en el olvido mientras prosigue el viaje.
Pronto llegamos a lo que parece el lugar de destino: un lugar de esparcimiento de fin de semana con un restaurante integrado en la naturaleza.

Todo discurre agradablemente. Seguidamente me veo junto a mi familia acomodados en una mesa del restaurante junto a un ventanal gozando de un agradable menú. El sonido de una sirena me invita a mirar hacia una pista forestal por la que va un vehículo de emergencias. Se trata de un furgón de bomberos haciendo sonar su sirena. Inmediatamente recuerdo la pequeña hoguera de unas horas antes. La desazón me invade. Esa atención en vigilar el pequeño fuego ha parecido fallar y éste puede haberse convertido en un incendio. Hay motivos de alarma.

De inmediato me veo yendo a pie, sólo, por el campo al encuentro del lugar del fuego. Efectivamente se trata de un incendio que cada vez adquiere mayor proporción y peligro. Sé que mi familia permanece en ese establecimiento de fin de semana con su garantía de protección, pero yo estoy ahora en una especie de población a la que el fuego amenaza. Sus pobladores se disponen a abandonar el lugar en diversos medios. En ello me doy cuenta de que no se advierte la presencia de dotaciones de brigadas contra incendios, ni suenan sirenas de vehículos de bomberos. En esta población hay un apeadero de ferrocarril y en él un tren que se va llenando de gente para abandonar el lugar.

En esto oigo rumores o “siento” que el fragor del incendio se encamina al lugar donde está mi familia y que este tren no pasa por él. Así que procedo a regresar con prisas, quizá corriendo a reunirme con ellos. Viéndome nuevamente con la familia nos vemos cercados por el incendio, pero no me alarma. Sé que estamos seguros, a salvo. Lo que me pregunto es por la suerte del vehículo familiar aparcado en un prado a modo de aparcamiento cerca del establecimiento y en la posibilidad de que el fuego lo alcance y dañe.

Al parecer no importa lo que sucede seguidamente, parece que no es importante, porque seguidamente me veo andando por los parajes consumidos por el fuego, entre árboles quemados y terrenos calcinados. Por lugares desolados, asolados por la destrucción recibiendo intensas sensaciones emocionales. Y en ello despierto del sueño. 


En cuanto procedo a su análisis interpretativo me doy cuenta que la magnitud de la energía que en él se muestra refleja la intensidad de mi interés en comprender el contexto vital que me rodea desde la consciencia. Veo clara la idea del deseo de vivir gozosamente en armonía con la naturaleza, el compartirlo con las personas amadas. La sensación de que la humanidad está utilizando un “fuego” con la sensación de dominio, pero esa sensación es una ilusión y éste, por quién sabe qué “causa sorpresiva” escapa a control convirtiéndose en un cataclismo. Los medios para atajar y vencer este cataclismo resultan inexistentes o inoperantes; y las personas amenazadas por ello tampoco disponen de la alternativa de desplazarse de su lugar para evitar ser dañados.

Todos perdemos algo material en el acontecimiento que nos supera enormemente en magnitud, pero eso tampoco es lo importante, aunque sí objeto de tristeza. Lo que en verdad importa es la desolación y destrucción del mundo en el que transitamos. Lo útil y lo molesto quedan reducidos a cenizas. Lo senderos en el bosque y las zonas intransitables por la maleza quedan reducidos e igualados a alfombras de ceniza y negros carbones sobre las que pasar. Rocas desnudas ahumadas sobresaliendo de entre un manto de ceniza que todo lo iguala, sean valles o montañas. Troncos altos desprovistos de toda vida y ennegrecidos se yerguen como alfileres clavados en el paisaje grisáceo y ennegrecido.

El bien y el mal quedan igualados en este mundo calcinado. Todo queda igualado. Esto es lo que me sobrecoge profundamente. Asocio esta escena dantesca con el fragor que acontece en nuestro mundo azotado por fuegos culturales que destruyen nuestro mundo conocido. Todo cuanto hay de belleza como cuánto hay de fealdad y dificultad se reducen a nada ante el fuego desbastador. Todo queda igualado en la visión desolada de sus consecuencias. Ante ellas aparece el sentimiento de futilidad, de impotencia ante lo que, por arrogancia o soberbia, hemos desencadenado; de pena por lo innecesario de la destrucción causada y la soledad que aparece por la carencia de vida por todo el alrededor. Por intuición sabemos de qué se trata.

Considero el mundo que legamos a las jóvenes generaciones y el ingente esfuerzo que les exigirá volver a repoblarlo de vida y belleza. Ocurrirá, pero con lentitud, generación tras generación. Entretanto, inmersos en el incendio, con medios insuficientes para neutralizarlo y controlarlo, vemos como se consume y destruye lo que hemos heredado. Asombrados y penosos participamos en la pérdida de un contexto vital, un mundo conocido. Se desmorona ante nuestros ojos, se reduce a cenizas, a polvo. Lo miramos con horror.

La sensación es que asisto a este fenómeno de proporciones planetarias juntamente con todos los demás, la humanidad, con diversos grados de pérdidas materiales y personales. Ante ello, lo que consideramos bello y lo que juzgamos feo se reduce a fútiles ilusiones transformadas en ceniza por la creencia de poder controlar un poder que ya se nos ha escapado a control. El incendio ya acontece, nuestros recursos para contenerlo y vencerlo son del todo insuficientes e inexistentes;  tan sólo nos queda el resguardarnos del mismo ante la imposibilidad de combatirlo eficientemente, el aceptar lo que nos arrebata, las pérdidas que ocasiona, y el confiar que tras la desolación seamos capaces en generaciones venideras más conscientes y responsables de hacerlo resurgir en su diversidad de vida y belleza. 

"Varias generaciones son necesarias para hacerlo resurgir en su diversidad de vida y belleza"

Pero ya nunca será lo mismo que antaño. Persiste el substrato físico, no lo que crezca sobre los montes y valles; ello será del todo diferente. Eso diferente puede implicar la idea de mejoría por efecto de la experiencia vivida, pero dependerá de la calidad humana que se desarrolle en las generaciones que nos sucedan.

En el sueño yo soy un exponente de la humanidad. Yo soy la humanidad y la humanidad soy yo. Una fusión plena. Una única identidad.

Desafío del mundo en el presente
Este es el significado del sueño, su interpretación en consonancia con mis sensaciones y elaboraciones profundas. Todos estos materiales ya han ido apareciendo en consideraciones surgidas en procesos meditativos e impresiones ante el acontecer del mundo actual. ¡Claro que consiste en una creación fruto de un contexto vivencial actual! No creo que sea profético, pero sí representa un contexto vivencial actual y, por ello, transitorio. Se trata de una reflexión simbólica onírica ante el desafío del acontecer del mundo en este presente. Tengo claro que desde el ser me ayuda a incrementar la consciencia y el permanecer despierto y en alerta ante y frente al mundo que me envuelve e incluye. Reconozco que no resulta optimista, todo lo contrario, pero me sosiega el considerar que se trata de una situación vivencial de ahora y no de un estado permanente. Es decir: “paso por ello” y consecuentemente “no soy ello”.    

Ernesto Cabeza Salamó




domingo, 17 de mayo de 2015

Una muestra de proceso ontoenergético a través del tiempo.

Una muestra de proceso ontoenergético a través del tiempo.


     Los procesos espontáneos ontoenergéticos están íntimamente relacionados, en la mayoría de casos, con despertares o emergencias espirituales. Otras veces la práctica de disciplinas  energéticas como yoga, tai Chi y otras disciplinas fronterizas entre la espiritualidad, el ocio y la praxis meditativa son desencadenantes. También suele iniciarse durante el transcurso de un proceso psicoterapéutico o tras el mismo al amplificarse la consciencia y el autoconocimiento.

     Lo que voy a exponer es un proceso que se inició como una clara relación psicoterapéutica a través de la técnica bioenergética y que después cambió su curso. Actualmente es una gran amistad.

     A medida que el proceso de análisis bioenergético se producía y se obtenía un significativo incremento de la presencia yoica, con contacto interior (self) y del entorno (alteridad), empezaron a iniciarse aspectos intuitivos y sincrónicos que nos alcanzó a ambos y que se mantuvieron al margen de la relación psicoterapéutica evitando su interferencia...

    Nueve meses duró el proceso psicoterapéutico a razón de un encuentro semanal por general. La paciente (Ch...) decía que fue una gestación en la que crecía un nuevo ser en su interior. Haciendo metáfora con el sentirse en transformación.

     Concluido este proceso, la relación se mantuvo como amistad y en este marco, ya igualitario, aconteció el devenir que presento, y que me permitió adentrarme en la exploración de lo que llamo Ontoenergética, siendo un ejemplo inicial de la misma.

      El franco y fluido afecto nos reunía ocasionalmente, menos de lo que como amigos deseábamos. En los encuentros hablábamos de nuestras vivencias, de nuestras relaciones, de nuestros proyectos, de nuestros eventos familiares, a más del estado del mundo y su evolución.
       Una de esas veces, en entrañable conversación me dijo que había escrito alguna poesía, sueños y reflexiones desde cuando hacía terapia siguiendo mis sugerencias y que le apetecía compartirlas conmigo. Por supuesto que complacido acepté.


      Fue el leerlas, cuando se produjeron cambios en ambos que nos llevó a explorar aspectos insospechados hasta el momento conduciéndonos en un viaje a través del tiempo y el espacio, explorando el misterio.


Relación atemporal.


Más allá del deseo.
Más allá de la vida y la muerte.
No sé si te conocí ayer,
o hace mil años.
Tal es el sentimiento
que cuando miro tus ojos,
ya no estamos,
Flotamos en el universo.
Somos una esencia,
 somos agua.
Energía pura, indescriptible.
Y me pregunto
si nos hemos conocido en otras vidas.
Este es mi sentimiento.

Ch.Q.



UN SUEÑO.      Al poco de conocernos.




          Somos novios y vamos a casa de tu abuela, tú siempre, desde pequeño has vivido con ella.

          Tu abuela vive en una casita pequeña, al estilo de los pueblecitos antiguos.

           Llegamos y me presentas. Tu abuela me saluda muy amablemente.
           Le dices a tu abuela que hemos venido porque tienes que recoger un sueter. Subes las escaleras para ir a tu habitación a por él.

            Yo te miro como vassubiendo. En el momento que te dejo de ver me giro y tu abuela se va transformando en lobo. Deja de ser amable y con voz firme y clara me dice : - Si le haces daño a mi nieto lo sentirás, lo quiero muchísimo y es muy bueno.

             Bajas tú con el sueter y tu abuela sevuelve a transformar en persona y muy amablemente se despide de mí y a ti te da un beso.

             No te digo nada, pero salgo de allí muerta de miedo.


      El sentimiento de mutuo conocimiento y de total confianza y respeto siempre se había dado desde el primer contacto hace muchos años cuando hacíamos actividades culturales en la Cooperativo Colomenca, en Singuerlín. Allí donde se inició la primera práctica de grupo de “Crecimiento personal”.  Esta certeza me intrigó, pero lo racionalicé con su vital entusiasmo y activismo social, su franca extroversión y la simpatía... Esta poesía procede de esta época y se prolongó tiempo después con el inicio de la relación psicoterapéutica. Ella lo mantuvo en su privacía y hasta quizá la olvidó.

     El primer sueño también aconteció en ese periodo, anterior al proceso terapéutico. En esa época, mi familia se mudó a alicante y en la vivienda familiar viví con mi abuela materna cuando a ésta le anunciaron que el piso donde residía iba a ser ocupado por familia del arrendador. Entonces se vino a vivir conmigo. El trasunto del sueño tiene que ver con esta situación.


UN SUEÑO.      Al poco de conocernos.


          Somos novios y vamos a casa de tu abuela, tú siempre, desde pequeño has vivido con ella.

          Tu abuela vive en una casita pequeña, al estilo de los pueblecitos antiguos.

           Llegamos y me presentas. Tu abuela me saluda muy amablemente.
           Le dices a tu abuela que hemos venido porque tienes que recoger un sueter. Subes las escaleras para ir a tu habitación a por él.

            Yo te miro como vassubiendo. En el momento que te dejo de ver me giro y tu abuela se va transformando en lobo. Deja de ser amable y con voz firme y clara me dice : - Si le haces daño a mi nieto lo sentirás, lo quiero muchísimo y es muy bueno.

             Bajas tú con el sueter y tu abuela sevuelve a transformar en persona y muy amablemente se despide de mí y a ti te da un beso.

             No te digo nada, pero salgo de allí muerta de miedo.



Ch. Q.


      El acontecimiento de conocimiento entre mi abuela y ella no se había dado y tampoco nunca se dio, Ch. vive en Sta. Coloma y mi abuela en Barcelona. Tanto ella como yo ya vivíamos en pareja y ella había dado a luz a su primera hija. Mucho tiempo después sí conversamos sobre esos sentimientos si podían considerarse enamoramiento. La respuesta fue que no se trataba de ello, pero sí había amor entre nosotros. El enamoramiento se había dado con nuestras respectivas parejas, no entre nosotros; por ello este sentir no se entrometió ni perturbó nuestras familias. Evidentemente hay cierto material de índole personal en este sueño escrito que más adelante se trabajó en el marco de la psicoterapia.


      Sucedió una época de distancia y nos volvimos a encontrar cuando me sugirió hacer psicoterapia. Nada destacable aconteció durante esos nueve meses a no ser de índole psicoterapéutico hasta que se acordó concluir el proceso. Tras el mismo de vez en cuando nos veíamos generándose una relación de amistad que, en esta fase, duró varios años. Entonces es cuando me pasó estos escritos formando parte del material de nuestras conversaciones, de nuestras exploraciones.

     En el 2º sueño y el comentario que le añade centró el tema definitivamente. Era algo que de alguna manera se tenía que explorar y encontrarle respuestas, no meramente hipótesis y especulaciones. Teníamos que abordarlo de forma experiencial y vivencial, pero no sabíamos como.

2º SUEÑO.         

          Estamos tú y yo. No hay nada a nuestro alrededor, ni paisaje, ni muebles, ni paredes, nada.
          Sólo algo maravilloso que nos envuelve, pero etéreo (algo indefinido).
          Nos acercamos muy lentamente el uno al otro, como en cámara lenta.
          Se ven nuestros rostros, y en ellos hay ternura, amor, dulzura, algo cósmico.
          No paramos de mirarnos a los ojos, estamos extasiados de poder volvernos a encontrar. Somos algo especial el uno para el otro; sentimos que nuestros cuerpos son energía llena de todos estos sentimientos.
          Se van acercando nuestros rostros y nuestras miradas lo dicen todo, lo entienden todo.
           Vamos alargando una mano cada uno en dirección al otro, sin prisas, muy, muy despacio.
            Como con miedo y, a la vez, pasión muy serena de sentir todo lo que sentimos en ese momento.
            ¡Es algo maravilloso!
            Casi podríamos llorar de emoción por lo que sentimos.
            Nuestras manos se van aproximando.
            Cada vez hay más amor en nuestras miradas, en nuestros rostros.
            Más energía.
            Cuando ya casi llego a acariciarte el rostro y tú a mí; te vas alejando, como si esa misma energía te llevara para atrás.
            No lloro, pero mi corazón se rompe, se desgarra, todo mi cuerpo se muere.
            Desapareces aunque tú también sientes lo mismo que yo. Lo veo en tus ojos.

            Me quedo destrozada, pienso que otra vez no puede volver a pasar lo mismo, que esta vez te he tenido tan cerca, que casi he podido tocarte
            ¿Por qué me tiene que pasar a mí, a nosotros, en esta vida también? ¿Cuándo podremos estar otra vez juntos?
             Y esto miémonos ha pasado en otras vidas y no lo entiendo.


Comentario personal:

            El sentimiento que me deja este sueño dentro del mismo sueño es desgarrador; lloro amargamente por tu pérdida. Ya que estos sentimientos sólo los tengo contigo a ese nivel cósmico.
            Me sumen en una lánguida pena.
            Para esto hubiera preferido no haberte visto, ni tenerte tan cerca. Es el destino.
           Estos dos sueños son muy diferentes pero están ahí.
           Tú mismo. Ya está. Ahí va eso.
           En una ocasión me dijiste que escribiera y nunca me he decidido. Ahora que lo he hecho no sé si te lo daré para que lo leas o lo romperé. Pero de momento aquí estoy escribiéndote y he empezado por lo que más miedo me da, y a la vez siempre he deseado hablar contigo.
          ¿Cuáles son los sentimientos que me unen a ti de esta manera?
         No quiero al psicólogo. Esto se lo explico al amigo muy especial, que es lo que eres para mí.
         He leído muchos libros de muchos contenidos y más de una vez, sin venir al caso, te he visto reflejado en ellos.
         En algún comentario, en alguna historia, como si eso lo hubiera vivido ya antes.
         Muchas veces he tenido ganas de preguntarte: ¿De qué nos hemos conocido, cuándo, cómo y qué hemos sido el uno para el otro?
         Siempre te lo he querido preguntar, pero nunca me he atrevido.
         Eres mi alma gemela.
         Mi maestro.
         Una pasión que está destinada a no encontrarse nunca después de muchas vidas.
         Me dirás ¡qué tontería! O no me entenderás, pero cuando me han pasado en ciertas ocasiones cosas respecto a ti, he sentido como un “deja va” muy fuerte. Me gustaría pensar que es algo platónico, pero no es cierto. Pongo los pies en el suelo y serenamente pienso en todo esto.
          En una ocasión que fui a verte, nos sentamos en el suelo del comedor de la consulta. Hablábamos, no me hubiera cansado de escucharte, de mirarte. Estábamos uno frente al otro. Conforme transcurría el tiempo sentí que tú y yo éramos energía, de otro tiempo y otro lugar. Pensé por un momento que podríamos levitar si uniéramos nuestras manos y realmente ser uno en el universo. Sentía que no éramos dos personas ahí sentadas. Sentí que éramos una sola y única energía. Fue muy fuerte para mí. En ese momento te hubiera preguntado dulcemente: ¿Dónde nos conocimos? ¿Qué somos realmente? Pero no me atreví, y no te lo dije mientras estuvimos así hablando; durante todo ese tiempo ocurría esto que te explico. Algún día hablaremos de todo esto; aunque no sé si estaré preparada.

          No pienses que siento algo físico por ti, no pretendo ligarte, ni cosas por el estilo. No son tonterías de esas. Además no cal que te lo diga, tú ya me conoces. Si pensara que es algo sexual, descartaría todo y punto, ni siquiera te escribiría.

         Mi sentimiento va más allá de la pareja, o del sexo. Es algo mucho más fuerte. Ni el mejor orgasmo de cualquiera se podría comparar con mis sentimientos hacia ti.
         A veces hablo de ti, y te describo como un amigo muy especial, pero no explico más, ya que podrían interpretar de dos maneras, o mejor dicho, du una sola porque, de la primera, si no les ha pasado nunca, no podrían ni imaginárselo. Y no saben lo que se pierden.
          De la segunda podrían pensar que soy una ninfómana hambrienta de sexo que está colada por un psicólogo. Y me resultaría muy difícil que entendieran que no es así, si no han sentido antes lo rimero.
         Todo esto te lo digo, no pienses que me ha pasado en un momento de bajada de moral. Todo lo contrario. Me ha pasado cuando he estado serena y he podido sentirme yo. No es algo que se provoca; es algo que surge cuando menos lo espero y me refuerza lo que ahora te estoy diciendo.
        Aunque hace tiempo que no nos vemos, sé que estás ahí y que formas parte muy especial de mi existencia.
         No me preguntes por qué, ya que ni yo misma te sabría contestar a eso.
         Sólo puedo hablar de sentimientos. Muchas veces me gustaría ir a esos especialistas que te hacen una regresión o gente de ese mundillo, para que me explicara, y así poder entender el porqué de todo esto.

         Bueno, por hoy es suficiente. Todos mis sentimientos y mis dudas están aquí. Ahí va eso. En alguna ocasión hablaremos serenamente de todo.

         Mi cariño para ti.    Ch.



       En un encuentro me participó que había conocido a un hipnólogo (Arnó) y que había hecho una regresión a una vida pasada en la que descubrió de dónde le procede la afonía crónica que padece desde siempre. La misma estaba registrada en cinta de grabar. La escuché haciéndome pensar intensamente sobre el tema de la reencarnación como algo muy real y de la aplicación de la hipnosis como medio de exploración. Le conduje a trances hipnóticos, era una excelente sujeta para hipnosis. Aparecieron materiales muy interesantes relacionados con existencias, pero no tenían que ver con lo nuestro. También  practicábamos la autohipnosis como medio de autoexploración en este sentido.
     Un día me dijo que ya sabía qué era lo que nos enlazaba desde otra vida, pero que no iba a contármelo, porque quería que antes yo diera con ello por mí mismo. ¡Qué desafío! Efectivamente, con el claro propósito, y contando con la oportunidad en una sesión de autohipnosis contacté con esa vida.  Era en una zona boscosa de tipo taiga en América del Norte, ambos éramos una reciente pareja indígena en una relación amorosa de gran intensidad. Un gran amor nos unía viviendo en que sin duda denominaríamos felicidad. Entonces estalló una guerra entre tribus tradicionalmente rivales  y en una contienda en el bosque perdí la vida en batalla. Heridas de flecha me quitaron la vida. Sabía que también se había arruinado su vida. Mas dolor causó el perderla que el propio hecho de morir.
     Cuando le relaté lo descubierto, ella me contó su parte. Ella precisó que era por bosques que le sugerían el Canadá por el año 1400. Efectivamente éramos una pareja muy enamorada, con un fuerte amos, aún sin hijos y la guerra inter tribal desencadenó la tragedia. Me contó que tal fue su dolor cuando supo de mi muerte que renunció a la vida y en pocos meses se consumió hasta la muerte. Sin su amado la vida había perdido su sentido.
       Con esta constatación adquieren pleno sentido los escritos antes expuestos. Un gozoso alivio nos reunió. Nos dimos cuenta que nuestro sentir amoroso tenía raíces cármicas y se ligaban a una vida traumática que nos salpicaba en nuestro encuentro actual. Saberlo y compartirlo posibilitó asentar la relación de amistad firmemente y la intensidad del sentimiento disminuyó con la comprensión. El capítulo se había cerrado, el pasado remoto dejó de enturbiar nuestras vidas. Ahora éramos dos personalidades diferentes, apreciándonos, pero con vidas enteramente diferentes. La historia de amor truncado era pasado y ya no se entrometía con nuestras personalidades y circunstancias actuales.

     Tanto ella como yo, descubrimos que otras historias también acontecían relacionadas con otras personas de nuestras vidas vinculadas a otras épocas. Muchas veces hemos hablado de ello maravillándonos del sabor  del Misterio.           




Ernesto  Cabeza Salamó


lunes, 3 de marzo de 2014

Terapia ancestral a resultas de un sueño.

Terapia ancestral a resultas de un sueño.


         Amanecer del 03/03/2014.

           Esta madrugada un sueño me ha despertado súbitamente. Me ha conectado con un atiguo miedo que creía extinguido. Muestra de cómo los acontecimientos y lo onírico contribuyen a dar oportunidad de sanar viejas heridas, algunas de ellas bastante misteriosas.

          En estos días hay un ambiente pre-bélico en Ucrania. Las tropas rusas ocupan enclaves e intereses propios en la Península de Crimea. Este es el contexto que me sugiere desencadenante.
         En el sueño me veía andando por una explanada en una ciudad imprecisa, con largas hileras de bloques de pisos a mi izquierda. Esa explanada bien pudiera tratarse, quizá, de una playa, aunque no aprecio el mar que estaaría a mi derecha.
          Repentinamente se suceden estruendos intensos y me doy cuenta de que ese lugar está siendo bombardeado. Acude a mí el miedo tratando de orientarme hacia dónde puedo encontrar algún refugio. Pero en vez de refugiarme, mi percepción despega del suelo y se eleva como siendo testigo de lo que acontece desde lo alto. Desde allí veo veloces aviones de combate que disparan proyectiles.

           Veo como esos misiles partiendo de los aviones se dirigen hacia las lineas de edificios de pisos y estallan en ellos ocasionando todo su derrumbe en pocos instantes.
            El horror me atenaza. ¡Son edificios de viviendas! ¡En ellos vive multtud de personas! Y todos caen en el ataque. Siento el trágico horror de los centenares de personas que en este instante están muriendo.

          En este estado de horror despierto del sueño. Ya sabía que era un sueño, pero el regusto de horror queda. Poco después en las noticias de la radio me alivio al oir que no hay nada parecido en el mundo real de hoy. Pero aún así me siento mal, estoy removido y de muy mal humaor. Haciendo responsables a los demás de un sentimiento de victimismo.
          Abordo el acontecer cotidiano con esta sensación corrosiva y el ánimo hosco. Con las horas se mantiene vivo y por fin dispongo de tiempo para ocuparme de ello. Me doy cuenta de que me lleva a un antiguo sentimiento de temor en mi adolescencia de que no quería acudir al servicio militar (la mili) por no tener ocasión de participar en un escenario bélico. Se trataba de miedo, a veces me lo tildaba de posible cobardía, pero ahora rescatándolo lo veo con un componete del mismo horror que en el sueño. Elaboro ese sentir juvenil considerando que antaño tenía la creencia de que se producía una guerra en cada generación; como si se tratara de una maldición bíblica, que era algo del destino que había que afrontar por ser hombre. Con estas consideraciones de sentimientos el malestar se aplacaba, pero no desaparecía.
          Ya por la tarde se produce la nueva conexión que le dá sentido completo.

          Me viene el recuerdo de mi abuelo materno Francisco y de su súbita muerte en mi adolescencia mientras hacía bachillerato. He recordado vívidamente una vez que mi abuela Rosa me contó que su marido, Francisco, mi abuelo, estaba preso en la carcel la Modelo tras la entrada de las fuerzas nacionales franquistas en Barcelona; y que mi auelo estaba en la sala de los condenados a muerte. Mi abuela, junto a otros familiares hacían lo posible para encontrar gente que pudiera testificar en su favor y no ser ajusticiado. Llegó el día en que ella acudió a buscarlo y, en este punto me relataba con emoción:
      
"Llamaban al abuelo  - Francisco Salamó, salga con todas sus pertenencias." Y mi abuelo no salía. Pasaba el tiempo sin salir."
"Repetían otra vez: - Francisco Salamó salga con todas sus perteencias. Esta vez más fuerte. Y nada. No aparecía."
Creo recordar que decía que lo repitieron varias veces.
Al fin el contenido de la llamada se modificó significativamente: "Francisco Salamó salga con todas sus pertenencias. Su familia le espera." Y entonces la abuela contó que él acudió a todo correr con el semblante como enloquccido de haber pasado por un cruel terror.

          Recordar esto y este sentir de mi difunto abuelo me ha producido una conexión y he caido en la cuenta de que este pánico o terror ha quedado en el contexto genético o en el ambiente energético de la familia; y que en su momento se reproducía en mí como puber y adolescente.
            Tan pronto como se ha producido esta conexión emocional, todo el malestar ha desaparecido. He quedado libre de esta emoción atávica transmitida desde mi abuelo a mi persona.
             Un intenso sentimiento de amor ha surgido hacia mi abuelo y abuela, ambos muertos; y se ha extendido a tantas gentes que lo compartieron como ellos, algunos con peor suerte; y a tantos seres humanos en todos los tiempos que por ello han pasado y a los  que les puede pasar.
              Los horrores y terrores mortales de las guerras y sus consecuencias.

            ¡Que todos ellos puedan ya descansar en paz!

Ernesto Cabeza Salamó