El procedimiento técnico de Psicoterapia Bioenergética en CEPSI
El encuentro inicial
Las sesiones de terapia bioenergética tienen lugar en un cuarto sin equipo especial. El terapeuta dispone de ciertos instrumentos de trabajo: Un taburete o rodillo de 20 a 25 cm. De alto, un tipo de potro o taburete de unos 70 cm. De altura, cojines, un palo o raqueta de tenis, un colchón; puede disponer de un espejo, toallas y mantas entre otros materiales que pueden ser útiles en alguna circunstancia terapéutica dada.
Acostumbrados a la imagen del despacho del médico o a la brindada por el estereotipo del psicólogo y psicoanalista, todo este equipo contrasta y produce extrañeza en un primer momento.
Este encuentro también es expositivo tratando de explicar y aclarar las peculiaridades que plantea un proceso terapéutico bioenergético. Al final del encuentro, el cliente debe tener claro en qué consiste el modelo y método de exploración y de psicoterapia propuesto. Este encuentro no tiene por qué suponer un compromiso, aunque de él ya pueda surgir habitualmente; es una toma de contacto y de mutua información.
Se dilucida si es posible realizar un trabajo terapéutico, se evalúa la compatibilidad entre el cliente que solicita ayuda y el terapeuta estableciéndose o no el acuerdo terapéutico. Esta libertad es esencial para ambas partes.
También en esta entrevista se manifiesta las razones, motivos y objetivos que el cliente espera alcanzar. Se trabaja y clarifica la demanda de terapia a partir de informaciones aportadas por el cliente sobre su vida actual, las asociaciones que evoca de su infancia y la sintomatología que presenta. En este intercambio se expondrá en qué consiste el proceso terapéutico bioenergético y cómo se señalará el final de la terapia, cuando ambos estimen que dicha demanda ha quedado satisfecha.
Seguidamente se efectúa y acuerda un contrato entre ambas partes en el que quedará claro: lugar de las sesiones, frecuencia de las mismas (normalmente una por semana), horarios, precio,... así como algunas reglas tales como las condiciones de las ausencias eventuales , imposibilidad de relaciones sexuales entre cliente y terapeuta, etcétera, según contexto y necesidad de enunciarlas. Así como la afirmación de que cuanto se trabaje queda sujeto a secreto profesional.
Habitualmente, con esto, el cliente ya toma una decisión comprometida, pero puede reservarse el derecho de dar posteriormente su decisión.
Proceso diagnóstico
Habiéndose decidido el cliente en esta orientación terapéutica, entra en vigor el contrato terapéutico, iniciándose el diagnóstico (el material que precisa el terapeuta para iniciar el conocimiento de su cliente).
En Bioenergética el proceso diagnóstico suele ser breve, pero según peculiaridades y necesidades puede hacerse más minucioso y especializado (particularmente cuando deben realizarse informes a otros profesionales e instituciones que exige un procedimiento psicodiagnóstico estándar con baterías de tests psicométricos y/o proyectivos).
Fuera del caso de un diagnóstico psíquico estándar, en Cepsi, como en cualquier diagnóstico bioenergético, la exploración consiste en un historial anamnésico y una exploración psico-corporal.
He elaborado un guión de entrevista en cuestionario anamnésico (o historia personal), en la que el cliente va exponiendo escuetamente, sin justificaciones, ni explicaciones accesorias, su historia personal y su situación personal actual. En ocasiones se responde en la propia consulta pero, en otras, según circunstancias, el cliente la cumplimenta es su intimidad doméstica. Esta anamnesis forma parte del secreto profesional. Esta es la Primera parte de la exploración diagnostica.
Para ello se invita al cliente a ponerse en pie, desnudo como para un examen médico. Y en actitudes estáticas, en pie o en posturas precisas se observa y anota su actitud corporal, sus funciones respiratorias, musculares (como tensiones, bloqueos, cambios de sensaciones de unas a otras zonas, el calor y color zonal en su cuerpo, la expresividad general y particular por zonas). También prosigue la exploración en posición sedente y tendida, en las que hay menos tensiones debidas a la gravedad; y en situación dinámica como el efectuar ciertos “ejercicios”, el modo de caminar y de ciertos movimientos expresivos. Y cómo maneja su propia energía en la relación con el terapeuta y consigo mismo a propósito de su centro y eje de gravedad. Para ello también he elaborado un protocolo sistematizado. En el transcurso de esta sesión se efectúan también unas fotografías que favorecen la devolución de lo observado en el conjunto de la sesión y como material comparativo y de referencia en el proceso terapéutico que le sigue.
Este es el corazón del proceso diagnóstico en bioenergética, con ello el terapeuta tiene unos datos valiosos del tipo de defensas y de las vivencias infantiles dolorosas que el cliente ha fijado en su cuerpo y que determinan su modo de encarar la vida y las relaciones desde la infancia y adolescencia hasta la actualidad.
Técnicas y procedimiento terapéutico
Es básico en la Terapia Bioenergética lograr la integración del cuerpo y la mente en una unidad dinámica. Si alguna o algunas de sus funciones corporales está bloqueada o muestra segmentos o zonas con limitaciones, las demás funciones quedan también limitadas por falta de energía o forzadas a actividades no integradas o compensatorias. Así que todas las técnicas que se integran en la terapia bioenergética deben tener como fin lograr la plena integración de la persona, y, no sólo, las funciones cognitivas o musculares como en ciertas terapias cognitivistas y técnicas de masaje o ejercicios gimnásticos sin tener encuentra la integridad de todos los procesos que configuran al ser humano.
Luis Pelayo |
En la descripción de las técnicas terapéuticas que utilizo no me limitaré a las clásicas de Lowen y Pierrakos. Añado las que, procedentes de discípulos de ambos, entre ellas las que de mi terapeuta y formador, Luis Pelayo, he integrado y las que he ido desarrollando e integrando por mí mismo en los años que llevo como terapeuta bioenergético.
Para que un proceso terapéutico sea eficaz debe incluir al proceso personal individual que permite la elaboración profunda, con el proceso personal en grupo, que permite una experimentación más intensa.
Por ello todos estas técnicas y procedimientos se pueden aplicar, así como el diagnóstico, en situaciones de terapia individual y grupal.
La Respiración
Anteriormente he hablado del significado bioenergético de la respiración, pero como instrumento técnico podría decir que era la principal técnica que utilizaban Reich, Lowen y Pierrakos. Se observa si la respiración es profunda o superficial y qué partes del cuerpo participan en ella o lo constriñen y bloquean.
La respiración es una función de vida en la que se absorbe del aire los gases necesarios para el metabolismo y expele aquellos que son inútiles y que obstaculizan las funciones vitales.
La respiración debe ser amplia y profunda; la mayoría de la gente la tiene restringida y segmentada como ya dije antes. Un factor externo que la limita es la contaminación atmosférica, por eso es tan vigorizante estar en un ambiente puro y natural. Pero también se limita por procesos y emociones internas como la tristeza, el miedo, la rabia o la frustración de necesidades básicas como la privación de alimento, la falta de calor, de seguridad, amor y cuidados, especialmente en la infancia y en la adolescencia; quedando desde entonces fijada.
La respiración, aunque tiene la posibilidad de modificarse conscientemente, es una función inconsciente que depende y se regula por el sistema nervioso autónomo en los seres animales.
Al actuar con procedimientos emocionales, expresivos y manipulativos sobre la respiración se logra que ésta se profundice y sea fluida, con lo cual las funciones fisiológicas como la circulación de la sangre, la digestión y el tono general del cuerpo mejoran. La percepción se hace más amplia y el pensamiento es más claro.
Este fenómeno también se manifiesta de forma tradicional en las antiguas tradiciones religiosas de Tibet, China, Japón, India, y de comunidades nativas de Norte, Centro y Sudamérica para activar la energía, concentrarla y elevarse a lo trascendental; que se han divulgado en Occidente a través de artes marciales, tai-chi, Yoga y diversas técnicas corporales de meditación y contemplación.
A través de la auto y hetero observación (observarse a sí mismo y serlo por otros) de la propia respiración se da cuenta el cliente de qué limitaciones le restringen; y al contactar con ellas, profundizando en su ser, surgen emociones, sentimientos acompañando recuerdos pretéritos y aún neonatales.
La respiración también suele explorarse y vivenciarse sonoramente, observando cuál es la expresividad del sonido y voz y qué sonidos manifiesta. Para activarla, unas veces hay que actuar en la pelvis y las piernas, otras en el tórax y aún atrás en la cabeza.
Obtener la capacidad de responder al sentir propio al respirar es el primer paso hacia el contacto y descubrimiento interior, de aquí surgen evidencias de cambios de intensidad de energía en zonas con nuevas sensaciones y vivencias.
La respiración puede acompañarse de contactos suaves y cariñosos, e incluso con diversas intensidades de presión a fin de que el cliente se haga consciente de su rigidez torácica tanto al inhalar como al exhalar, y descubra a través de la sensación, el sentir y la emoción qué significado existencial tiene para él. De este modo, con estos contactos, se facilita que pueda abrirse y entregarse al fluir respiratorio explorando cómo afecta a su libertad y afectividad actual.
También mediante el rodillo bioenergético y el taburete se trabaja el abrir la respiración en la expansión de la propia presencia y asertividad.
Los ejercicios bioenergéticos
El término “ejercicio” es algo discutido entre los bioenergetistas, aunque es el que utilizaba Lowen y Pierrakos para ver y quitar las tensiones del cuerpo, aumentar la energía del mismo y así promover el buen ejercicio de todas las funciones del organismo: físicas, emocionales, intelectuales y trascendentales.
Difieren de los ejercicios gimnásticos y atléticos por su base teórica y finalidad. Los ejercicios bioenergéticos tienen la función de diagnosticar los problemas psíquicos que originan las tensiones, aumentar la energía vital y trabajar expresivamente para resolver los problemas psicológicos que dieron lugar a las tensiones; y así, el cliente, logrando mayor efectividad en sus funciones pueda gozar plenamente la vida.
Los hay originarios de Reich y discípulos para desbloquear los siete segmentos, uno por uno desde el ocular al pélvico. Ellos los llaman “actings”.
En bioenergética se recomienda empezar a trabajar por los pies y se asciende hacia la cabeza para evitar que se acumule mucha energía en la cabeza y pueda producirse problemáticas ideacionales e incluso psicóticas por no tener salida la energía por los pies al estar bloqueadas las partes inferiores del cuerpo.
En mi práctica el orden es secundario, orientándome conforme a aquellas manifestaciones de mayor tensión y bloqueo, y que tienen más directamente relación con el momento vivencial del cliente en el aquí y ahora.
La finalidad del ejercicio bioenergético es favorecer la toma de contacto y suscitar la vibración y la motilidad natural.
a) Toma de tierra
b) Respiración
c) Activación energética
d) Sexualidad
e) Auto expresión y
f) Toma de contacto.
Y se pueden hacer en diversas posturas: de pie, sentado, tendido, sobre aparatos; o en series o acompañados de masajes y otras manipulaciones.
Muchos de los ejercicios se proponen como actividades que refuerzan la terapia en la cotidianeidad del cliente, y que puede aplicarse a su acontecer diario según necesidades y situaciones personales o como sugerencia o tarea propuesta por el terapeuta para facilitar y favorecer e incluso acelerar el proceso terapéutico. Aún con esto, los ejercicios no pueden sustituir a la terapia; son meros instrumentos de la misma.
Los masajes
Es una maniobra muy importante en bioenergética, ya Reich lo usaba en la vegetoterapia. Se utiliza para suavizar tensiones en partes del cuerpo que no se movilizan y no pueden permitirse la vibración de la motilidad, e incluso la sensibilidad con la respiración o los ejercicios bioenergéticos.
Hay varias clases de masaje y muchas técnicas para darlo. En general se puede dividir en dos categorías:
- El masaje suave para suavizar la rigidez general y dar calor y energía.
- El masaje fuerte, intenso, para disminuir o quitar tensiones que hay en distintas partes del cuerpo, y aflojar la fascia que envuelve todo músculo y conjunto de músculos limitando su movimiento natural e impidiendo el flujo de energía por todo el cuerpo.
Así, con la aplicación del masaje suave o profundo, o incluso combinando se hacen aflorar los problemas psicológicos que se han hecho inconscientes favoreciendo su expresividad en el aquí y ahora, y combinándolo con la respiración y el centramiento, explorar el significado que han tenido y aún tienen en el terreno existencial. Así se puede profundizar y regresar a experiencias adolescentes, infantiles, en incluso neonatales y uterinas que dieron origen a los problemas emocionales.
El masaje suave y empático llena la necesidad de contacto y cariño activando el abrirse al mundo y a un futuro esperanzador de amor y aceptación. Ayuda a abrir y suavizar la coraza férrea de algunos clientes para quienes el contacto suave supone una amenaza porque nunca lo obtuvieron en la vida.
El masaje profundo, fuerte, permite contactar además con los sentimientos de miedo, tristeza, dolor y rabia que suscita.
Muchas veces al trabajo con masaje fuerte le sigue uno de tipo suave.
Hay, incluso, un masaje sumamente suave que, más que contacto físico, es uno puramente energético y que en ciertos momentos puede llegar a disolver una tensión y bloqueo, como lo aplica y expone Eva Reich, hija de W. Reich.
Sucede frecuentemente que, al suavizar una parte del cuerpo, o aflojar la fascia que limita el movimiento de la musculatura, aparezcan sentimientos reprimidos y junto a ellos acudan a la mente recuerdos de situaciones en las que esos sentimientos fueron reprimidos. Si tal sucede, el proceso terapéutico exige que se enfatice esos sentimientos con ejercicios o actitudes bioenergéticas, y que lo manifieste y exprese libre y espontáneamente. Se alienta y anima a que no lo controle ni inhiba, sino que se entregue a vivirlo lo más plenamente posible; y si es oportuno se elaboren en el momento hacia capas de experiencias más internas que las conviertan en liberadoras y positivas. Esto son las “abreacciones”.
Después de la experiencia con los masajes y de la abreacción, si la hay, es necesario que se elabore lo sentido y vivido, y se correlacione con las dificultades actuales y/o históricas tratando de dar con su significado vivencial.
El contacto intimo entre terapeuta y cliente, de cuerpo a cuerpo produce fácilmente una transferencia positiva o negativa tanto al cliente como al terapeuta. Esto es natural. Estas transferencias también son herramientas útiles para el trabajo de elaboración y resolución de conflictos a través de la expresión de los sentimientos apropiados.
El masaje bioenergético es siempre útil en la terapia, pero casi se hace indispensable cuando hay tensiones en partes del cuerpo que no se movilizan mucho con los ejercicios como son la parte alta del cráneo, la base del cráneo, la frente, la boca, las mejillas y el cuello.
Un fenómeno que suele ocurrir especialmente con los masajes, pero también en ejercicios y otras técnicas es que la tensión que disminuye en la zona de aplicación se traslade a otra zona relacionada energética y personalmente con la primera; con lo cual, el terapeuta alterará el masaje produciéndole cambios o desplazamientos según conveniencia del momento.
El proceso terapéutico es un trabajo de cooperación mutua. El cliente no es pasivo (por eso no lo llamo paciente), ni el terapeuta el que cura. Se trata de que ayude al cliente a independizarse de él y a valerse por sí mismo sin necesidad de recurrir a la terapia de por vida. Por lo tanto le propondrá tareas terapéuticas tales como respiraciones, ejercicios e investigaciones personales en su hogar y vida cotidiana que pueda ayudarlo a tomar consciencia de sus problemas, de su origen y su posible solución sin necesidad del terapeuta. Aunque, después, lo exponga con sus resultados vivenciales en la sesión de psicoterapia. Así, el cliente, se entrena en aplicarse recursos terapéuticos útiles que contribuyen a su autorregulación energética y a su autorrealización como finalidad existencial.
La Meditación
Es un poderoso instrumento para ponerse en contacto con los sentimientos, mociones y experiencias de la vida que fueron reprimidas por amenazas y actitudes o castigos corporales o no de los padres y personas significativas de su vida; y en el ambiente social, cultural y religioso en que se desarrollaron. También permite contactar con promesas existenciales que después se olvidan, pero que movilizan y dirigen la energía a una finalidad ligada con el ego. La meditación, aun no siendo un procedimiento genuino de la bioenergética, es un instrumento eficaz que permite ponerse en contacto con el pasado doloroso y amenazador vivido y reprimido.
En muchas ocasiones surge espontáneamente mientras el cliente respira conectadamente con el fluir de sensaciones y sentimientos, suprimiendo toda actividad física y mental, adentrándose en un estado “alfa” e incluso más profundo. Otras veces se sugiere como actividad por sus efectos terapéuticos y cómo no, como tarea fuera de sesión de terapia.
La meditación produce en el cerebro una actividad bioeléctrica que ayuda a conectar la actividad de ambos hemisferios cerebrales y hace más fácil la integración del consciente y el inconsciente. La meditación activa y fomenta la intuición y la empatía. La técnica llamada “recapitulación” expuesta por Carlos Castaneda se ajusta muy bien al proceder bioenergético, así como la técnica denominada "holotrópica”, más visionaria, ideada por S. Grof; resultan muy valiosas.
Tras la meditación, en Terapia, se hace oportuno la manifestación de lo vivenciado, con lo que el terapeuta escucha y acepta empáticamente la exposición del cliente, sean sentimientos, recuerdos o visiones y símbolos que indican qué fenómenos se resuelven, cuáles motivan, qué intuiciones aparecen, qué sugerencias existenciales se plantean y qué hace internamente con su energía.
A veces es oportuno que ambos mediten juntos y se intercambien las vivencias relacionadas con el proceso terapéutico. Esta comunicación discreta y prudente da al cliente la confianza de que también puede superar sus limitaciones y problemas como lo ha hecho y continúa haciéndolo el terapeuta. Así se da cuenta que el terapeuta es como un hermano o amigo que va unos pasos por delante suyo apoyándole en el desafío de superarse y resolver los conflictos.
Las modalidades y posturas para la meditación pueden ser muy diversos, suelen producirse espontáneamente incluso en actividades físicas como el correr o saltar, en la danza libre, en posición de pie, sentada, tendida, etc. Comúnmente, cuando se efectúa conscientemente, suele realizarse en posición sentada o tendida por facilitar la eliminación de tensiones posturales.
En el intento de meditar, la dificultad en producir el silencio interior nos indica que existen impedimentos para ponerse en contacto con sus sentimientos, emociones y sensaciones corporales. Las defensas neuróticas están muy vivas. Entonces es necesario recurrir a las técnicas bioenergéticas típicas.
Los sueños
Otro recurso muy eficaz en bioenergética es el uso de los sueños y de las fantasías libres y espontáneas. Esta técnica está muy próxima a la de la respiración y la meditación ya expuestas.
En el sueño se producen ondas alfa como en la meditación. En este estado de relajación cerebral y mental, la energía vital empieza a fluir libremente por todo el organismo; pero al toparse con los filtros y barreras de la coraza muscular que, aunque relajadas, no desparecen, el sistema de sensaciones del cuerpo (sistema propioceptivo) envía información a la parte cerebral que ha creado esa barrera (cerebro interior y cortex exterior) por medio del sistema nervioso autónomo en sus ramales simpáticos y parasimpáticos e incluso con el refuerzo hormonal.
Así se promueven escenas vinculadas a la infancia que son inconscientes y por tanto quedan fuera de la percepción normal debido a la coraza muscular.
En los sueños hay diversos elementos, pero los tres más próximos son:
- El material procedente de actividades y sucesos de los días inmediatos anteriores.
- El elemento latente que proviene de experiencias de la infancia desagradables, peligrosas o placenteras, pero que han sido reprimidas por padres y educadores.
- El material existencial procedente del Yo y el Self del cliente.
Se producen combinaciones caprichosas de estos elementos y suele predominar uno sobre los otros; así se pueden clasificar los sueños como: restos diurnos, satisfacción alucinatoria de deseos y sueños existenciales; según el material dominante de su contenido.
En todo caso, cada tipo caracterial da una característica típica a sus sueños. Y a través de ellos se puede seguir la evolución del proceso terapéutico y el grado de contenido interno y de flexibilidad e intensidad energética que dispone.
Pido a mis clientes que anoten el sueño en forma telegráfica al despertarse, a fin de que no se olvide. Después este telegrama se amplía en el relato durante la sesión de psicoterapia; se hace en presente y en primera persona. El contenido del sueño se puede dramatizar, se puede utilizar como estímulo de partida de otro sueño despierto en el mismo marco referencial que el anterior y que en su transcurso quite lo que le inquieta sustituyéndolo por algo satisfactorio. Cuando lo realice, le pido que lo exprese en presente y compare ambos sueños visualizando soluciones y comprensiones.
Las fantasías
Las fantasías espontáneas acuden al cliente estando relajado y tranquilo. Tienen los mismos elementos que el sueño: un elemento latente que proviene del inconsciente y un elemento simbólico que lo remite y oculta discretamente con recuerdos de actividades y experiencias recientes.
Las fantasías espontáneas son como soñar despierto; hacen referencia a los traumas de la infancia o se presentan como compensaciones de esas experiencias. Después se elaboran o dramatizan. El trabajo con fantasía hace a cada uno más consciente de los traumas de la infancia y del modo como inconscientemente se disfraza y oculta.
Un recurso que también utilizo según las características de algunos clientes es la “fantasía guiada” y aún el “viaje psíquico”, unos estados fronterizos entre fantasías, sueños y meditación que amplían el nivel de conciencia y de por sí son experiencias muy reveladoras, pero se adentran en el terreno existencial y transpersonal, del que hablaré en la Ontoenergética.
Naturaleza del trabajo psicoterapéutico bioenergético
La psicoterapia bioenergética consiste en apoyar al paciente a reconstruir y recuperar su genuina identidad, desembarazándose de sus miedos y de sus inhibiciones inconscientes heredadas de su historia personal, en especial en la etapa infantil y adolescente.
Es un trabajo de percepción, de tomar consciencia, de descubrir; percibir lo que pienso e imagino, lo que siento como sensaciones y emociones, lo que experimento, lo que deseo, quiero y necesito, y su congruencia entre sí. Asegurar que soy una unidad de consciencia que vive es afirmar el “yo” y comprometerse en lo que percibe, percibir es un acto energético-cognitivo que reposa en el cuerpo que informa de forma continua sobre las excitaciones, sensaciones y sentires que nacen y se desarrollan.
Es un trabajo de percepción, de tomar consciencia, de descubrir; percibir lo que pienso e imagino, lo que siento como sensaciones y emociones, lo que experimento, lo que deseo, quiero y necesito, y su congruencia entre sí. Asegurar que soy una unidad de consciencia que vive es afirmar el “yo” y comprometerse en lo que percibe, percibir es un acto energético-cognitivo que reposa en el cuerpo que informa de forma continua sobre las excitaciones, sensaciones y sentires que nacen y se desarrollan.
Cuando decimos “siento tristeza” o “estoy hambriento” expresamos la convicción que somos lo que sentimos, En este sentido cuerpo y ser son una unidad y nuestras necesidades y deseos determinarán la orientación y destino de nuestras acciones. Nuestra identidad reposa en nuestra capacidad de formar e integrar en la consciencia todo cuanto nos acontece interior y exteriormente, y formular respuestas que aseguren nuestro bienestar, nuestra satisfacción y nos aparten o alejen de las amenazas e insatisfacciones. De todo ello creamos y elaboramos una imagen de nosotros mismos que trabaja integrando imágenes, pensamientos, ideas y creencias. Esta imagen que acumula y relaciona imágenes la denominamos “Ego” y “Yo mental” y cuando nos referimos a ella en nosotros la asimilamos con el pronombre personal “yo...”. Se trata del inventario de todo cuanto somos y el archivo de todos los juicios, acuerdos y creencias que hemos recogido a lo largo de toda nuestra existencia hasta el momento.
Además de estas dos ópticas de interpretar el “darse cuenta” hay una tercera que, siendo de un nivel más interno, sutil y profundo, hace de “testigo” de las otras dos. Testifico sobre lo que pienso, siento, experimento, etc. Es el “Self” o núcleo existencial de nuestro ser que, aunque está vinculado a nuestra existencia corporal, opera a un nivel eminentemente energético y enigmático constituyendo el meollo de nuestro sentido existencial y el objetivo último de la anhelante búsqueda de cada cual de dar con el sentido personal del propio existir. Digo que opera en el límite de lo biológico y energético porque, en algunas de sus manifestaciones, desafía el paradigma espacio-temporal, constituyendo un inescrutable misterio en nuestro ser. La aproximación a esta instancia es el núcleo esencial en la Ontoenergética.
Pero es el “Yo corporal”, la identidad vivida propia y no la imagen de mi identidad o definición de mi (Ego), el objeto de la Terapia Bioenergética, contribuyendo a resolver las tensiones musculares y así, expandiendo la conciencia corporal de uno mismo y el traducir la experiencia corporal mediante imágenes y representaciones verbales, modifica y sustituye viejos modelos definitorios y grupos de creencias asentadas en percepciones pretéritas y no actuales hoy por hoy.
El cliente en bioenergética debe partir del heterodiagnóstico del terapeuta y llegar a un autodiagnóstico. Es el que tome consciencia y experimente este descubrimiento de dónde está consigo mismo y con la salud, ya que su curación en la psicoterapia depende, intensamente, de las actitudes y vivencias hacia sí mismo.
El atractivo de la bioenergética es que del cuerpo vivido como terapéutico surge el cuerpo vivaz, saludable y abierto. Esto lleva a una forma de conocimiento. El cuerpo es el gran protagonista, pero no lo absoluto. Es un elemento más del sistema humano.
El proceso terapéutico bioenergético no es fácil ni está exento de impresiones peligrosas. Enfrentándose el cliente con sus miedos inconscientes, a pesar de su sincero deseo de vencerlos, se resistirá. Estas resistencias se expresan de dos maneras: mediante la resistencia del carácter y la transferencia.
La Resistencia Caracterial: Es el conjunto de nuestras actitudes que, de por sí, escapan a nuestra percepción crítica al ser consideradas como parte de nuestra identidad. Estas actitudes, arraigadas firmemente son diferentes, e incluso opuestas a lo que sentimos interiormente y de lo que pensamos. Es un mecanismo inconsciente que puede bloquear el tratamiento. Actitudes sumisas que esconden hostilidad y rebelión; actitudes críticas que esconden necesidad de contacto afectivo, actitudes salvadoras que esconden deseos de aprobación, actitudes victimistas que tapan el deseo impotente de atención, etc. Cuando los impulsos que se encuentran ocultos en las actitudes están a punto de expresarse se produce un refuerzo de la tensión y postura defensiva, pudiéndose aumentar los síntomas e incluso hacer pensar que se recae o empeora. Este temor a lo desconocido y a ser vulnerable bloquea los impulsos emocionales que emergen y rechaza abandonarse a experimentar y expresar.
Es típico de esto decir “No siento nada” o encolerizarse a fin de evitar sentir o abrirse a llorar. La toma de consciencia y la comprensión de esta función de la resistencia en la relación terapéutica permite que el proceso terapéutico siga adelante. Si no puede solucionarse, la terapia se interrumpirá.
La Transferencia: Aquí tenemos la otra forma de resistencia. Hace referencia al hecho de que en el cliente hay impulsos infantiles rechazados tales como deseo de ternura, amor, enojo, miedo, etcétera, que se ocultaron de su expresión directa hacia los progenitores en el modo de relación con ellos; y luego siguen expresándose inconscientemente de igual modo en la relación terapéutica. Toma al terapeuta como el objeto para su obtención y/o descarga, como antes lo fueron los padres. Evidentemente lo confunde con el/la protagonista de la situación infantil en la que el sentimiento o impulso infantil fue rechazado o no atendido.
Así, el cliente espera una respuesta del terapeuta como si éste fuera realmente el protagonista de la historia pasada. Esto se debe trabajar a fin de que el cliente pueda percibir, darse cuenta y tomar consciencia d su historia personal a la luz del aquí y ahora.
Una expectativa transferencial muy corriente y resistente a su eliminación es la creencia de que el terapeuta es “alguien que le va a quitar o curar su problemática o mal vivir”. Y de que esto debe realizarse con resultados objetivos inmediatos a corto plazo (semanas o pocos meses). He aquí el influjo mecanicista, deshumanizado, de una creencia muy arraigada de nuestra posición cultural post-industrial en el mundo de la tecnología de la información y de la medicina actual plenamente sintomática. No somos cuerpos y mentes en manos de un mecánico, ni se trata de extirpar partes del psiquismo para funcionar “normalmente”. Se trata de saber qué somos y orientarnos a vivir la vida con pleno significado. Nunca un buen terapeuta bioenergético compartirá esta creencia que reduce a su cliente a un funcionamiento mecánico o informático, o a un asunto de productividad e incluso de adaptación al sistema. No es función del terapeuta adaptar a sus clientes a la cultura, sino a contribuir en el intento de liberar, expandir y realizar el derecho y hecho de manifestar quién verazmente es, sin someterse a ninguna definición; pero sí desarrollar una espontánea capacidad de adaptarse y moverse flexiblemente dentro del laberinto de los condicionamientos de la cultura imperante en su contexto dinámico y dialéctico.
El análisis de la transferencia, bajo todas sus formas, y hay muchas, aumenta la consciencia del cliente y le permite salir del juego de expectativas y deseos de dependencia irreal respecto a su terapeuta..., hasta la siguiente manifestación transferencial.
En el sentido de la transferencia del terapeuta hacia su paciente, la llamada “Contratransferencia”, se impone al terapeuta un dominio y autodisciplina respecto a sus relaciones personales (un desapego personal), ya que su propia terapia personal y formación le han proporcionado resolver muchas de las demandas frustradas históricas y cicatrizar sus heridas, así como contener las sensaciones, emociones y pensamientos relacionados con el Ego que le haga experimentar la relación terapéutica con su cliente. El dominio de la contratransferencia es también por tanto, la forma espontánea, libre, flexible y creativa por la que puede encauzar estos sentimientos egotistas y utilizarlos así para comprender y apoyar a su cliente.
Ernesto Cabeza Salamó
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