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domingo, 8 de abril de 2018

Consideraciones sintérgicas y bioenergéticas, personalidad y carácter.


Consideraciones sintérgicas y bioenergéticas, personalidad y carácter.



De un modo análogo al fenómeno que se da cuando el patrón de interferencia de fotones es alterado por el efecto observador, asimismo el patrón de interferencia que se genera en la interacción entre el campo neuronal y el campo cuántico se da. El efecto observador en ese caso no es exterior, sino propio y tiene que ver con la congruencia y cohesión del Procesador Central (Ser, Self). Las incongruencias, dificultades de cohesión y disfunciones de integridad generan en la función del Procesador Central unas anomalías que se formalizan en una diversidad de puntos de observación más o menos disociados y distantes del Procesador Central; con lo cual, en la práctica, acontece como si se dieran diversos observadores interactuando en diversa índole con el patrón de interferencia dicho. De tal manera que sus efectos aparecerán como fenómenos energéticos en la experiencia (efecto del patrón de interferencia). El grado de disociación será crucial junto con la fijeza y rigidez de los fragmentos disociados del Procesador Central. Estos aspectos disociados toman el puesto del Procesador Central y éste queda pospuesto tras ellos. No será lo mismo, consecuentemente, la relativa disociación propia de una personalidad neurótica, de la disociación escindida de una personalidad psicótica.



El poder que albergue esa o esas unidades de conciencia fragmentadas determinará el efecto observador y, si son diversas, consecuentemente, se producirá un efecto desorganizador y confuso en el patrón de interferencia que se dé. Resultando de ello, en supuesto neurótico, condiciones que dificultan el natural patrón de interferencia (se bloquea el fenómeno experiencial o resulta confuso) o la disociación contaminándola creando experiencias delirantes y alucinaciones.

El contacto con el Yo corporal (la estructura de la personalidad) y el Self (la identidad emergente del Ser) está garantizada por la maduración psico-física natural si no se dan interferencias afectivas dañinas en el ambiente (vinculación con la madre, familia y ambiente cercano). El sentido de la mismidad (Self) incorpora toda la información novedosa aportada por la maduración del sistema nervioso infantil de un modo armonioso e integrado dando lugar a la construcción de un Yo sano (rico, presente, congruente, íntegro, afectivo y veraz). Este Yo o personalidad está enraizado con el Self en el ámbito interno y con la “realidad” en el ámbito externo-ambiental. Por otra parte, si se dan interferencias ambientales dañinas, el propio sentido de la mismidad se altera y la información que incorpora resulta condicionada por el miedo y las consecuentes maniobras defensivas. Si ya aparecen en el proceso de encarnación (estado embrionario y fetal) la propia noción del Ser y Self resulta dañado o débil y bastará con el estrés del nacimiento y de las primeras vinculaciones con la madre adversas para manifestarlo como en el autismo y las psicosis que arrancan en la infancia.
Si el proceso de encarnación discurre favorablemente, el parto no es traumático y la primera vinculación con la madre es saludable, el Self es fuerte y eficiente en incorporar cuanta información aporte la maduración del sistema nervioso con la consecuente creación del Yo y la personalidad; pero en este proceso tendrá que afrontar los desafíos de las inconsistencias afectivas de sus familiares directos y su efecto en la integridad de crear la “imagen del mundo” en el que se cree y unos valores asociados a la imagen del mismo. Esos valores y creencias que se van generando pueden estar vinculados al amor, confianza y seguridad, o, en diversa índole, vincularse a afectos favorables y vivencias dolorosas entremezcladas alterándose la natural integridad en parcelas defensivas en contradicción con la integridad de la personalidad en construcción. Esta es justamente la construcción de la personalidad neurótica, una pseudo identidad en conflicto consigo misma (dificultad de auto aceptación, de autoconfianza y de autoimagen) y con el entorno (temor, inseguridad, desconfianza, recelo, etc.).

Si el Yo es una capa que emerge del Self para manifestar el sentido de identidad psico-corporal sano; entonces, en presencia de dificultades de integrar vivencias contradictorias y dolorosas, se genera una capa adicional con función estrictamente defensiva frente al mundo interno que siente dolor y el mundo externo que resulta amenazante y hostil. A esta nueva capa o coraza defensiva la denominamos carácter.

Entonces con la creación de la estructura caracterial se da una separación entre “lo que soy” y el “Como soy”. El “como soy” tiende a afirmarse, mientras el “soy” se va ocultando tras él.
El observador es sustituido por el sujeto; la integridad y autenticidad queda sustituida por el ego, el narcisismo o importancia personal con sus maniobras de afianzarse y controlar el medio interno y externo. Cuando nos identificamos con el sujeto y olvidamos o nos alejamos del observador, este sujeto o pseudo identidad (carácter) tomando el rol del Procesador Central condicionará la calidad y congruencia del Campo neuronal en interacción con el Campo cuántico y el Patrón de interferencia resultante nos creará aquella experiencia que afirmará y asentará la “realidad” en la que creemos existir.


       
     03 de abril de 2018                                                               Ernesto Cabeza Salamó.




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