Consideraciones sintérgicas y bioenergéticas, personalidad y carácter.
De un modo análogo al fenómeno que se da
cuando el patrón de interferencia de fotones es alterado por el efecto
observador, asimismo el patrón de interferencia que se genera en la interacción
entre el campo neuronal y el campo cuántico se da. El efecto observador en ese
caso no es exterior, sino propio y tiene que ver con la congruencia y cohesión
del Procesador Central (Ser, Self). Las incongruencias, dificultades de
cohesión y disfunciones de integridad generan en la función del Procesador
Central unas anomalías que se formalizan en una diversidad de puntos de
observación más o menos disociados y distantes del Procesador Central; con lo
cual, en la práctica, acontece como si se dieran diversos observadores
interactuando en diversa índole con el patrón de interferencia dicho. De tal
manera que sus efectos aparecerán como fenómenos energéticos en la experiencia
(efecto del patrón de interferencia). El grado de disociación será crucial
junto con la fijeza y rigidez de los fragmentos disociados del Procesador
Central. Estos aspectos disociados toman el puesto del Procesador Central y
éste queda pospuesto tras ellos. No será lo mismo, consecuentemente, la
relativa disociación propia de una personalidad neurótica, de la disociación
escindida de una personalidad psicótica.
El poder que albergue esa o esas unidades
de conciencia fragmentadas determinará el efecto observador y, si son diversas,
consecuentemente, se producirá un efecto desorganizador y confuso en el patrón
de interferencia que se dé. Resultando de ello, en supuesto neurótico,
condiciones que dificultan el natural patrón de interferencia (se bloquea el
fenómeno experiencial o resulta confuso) o la disociación contaminándola
creando experiencias delirantes y alucinaciones.
El contacto con el Yo corporal (la
estructura de la personalidad) y el Self (la identidad emergente del Ser) está
garantizada por la maduración psico-física natural si no se dan interferencias
afectivas dañinas en el ambiente (vinculación con la madre, familia y ambiente cercano).
El sentido de la mismidad (Self) incorpora toda la información novedosa
aportada por la maduración del sistema nervioso infantil de un modo armonioso e
integrado dando lugar a la construcción de un Yo sano (rico, presente,
congruente, íntegro, afectivo y veraz). Este Yo o personalidad está enraizado
con el Self en el ámbito interno y con la “realidad” en el ámbito
externo-ambiental. Por otra parte, si se dan interferencias ambientales
dañinas, el propio sentido de la mismidad se altera y la información que
incorpora resulta condicionada por el miedo y las consecuentes maniobras
defensivas. Si ya aparecen en el proceso de encarnación (estado embrionario y
fetal) la propia noción del Ser y Self resulta dañado o débil y bastará con el
estrés del nacimiento y de las primeras vinculaciones con la madre adversas
para manifestarlo como en el autismo y las psicosis que arrancan en la
infancia.
Si el proceso de encarnación discurre favorablemente, el parto no es
traumático y la primera vinculación con la madre es saludable, el Self es
fuerte y eficiente en incorporar cuanta información aporte la maduración del
sistema nervioso con la consecuente creación del Yo y la personalidad; pero en
este proceso tendrá que afrontar los desafíos de las inconsistencias afectivas
de sus familiares directos y su efecto en la integridad de crear la “imagen del
mundo” en el que se cree y unos valores asociados a la imagen del mismo. Esos
valores y creencias que se van generando pueden estar vinculados al amor,
confianza y seguridad, o, en diversa índole, vincularse a afectos favorables y
vivencias dolorosas entremezcladas alterándose la natural integridad en
parcelas defensivas en contradicción con la integridad de la personalidad en
construcción. Esta es justamente la construcción de la personalidad neurótica,
una pseudo identidad en conflicto consigo misma (dificultad de auto aceptación,
de autoconfianza y de autoimagen) y con el entorno (temor, inseguridad,
desconfianza, recelo, etc.).
Si el Yo es una capa que emerge del Self
para manifestar el sentido de identidad psico-corporal sano; entonces, en presencia
de dificultades de integrar vivencias contradictorias y dolorosas, se genera
una capa adicional con función estrictamente defensiva frente al mundo interno
que siente dolor y el mundo externo que resulta amenazante y hostil. A esta
nueva capa o coraza defensiva la denominamos carácter.
Entonces con la creación de la estructura
caracterial se da una separación entre “lo que soy” y el “Como soy”. El “como
soy” tiende a afirmarse, mientras el “soy” se va ocultando tras él.
El observador es sustituido por el sujeto;
la integridad y autenticidad queda sustituida por el ego, el narcisismo o
importancia personal con sus maniobras de afianzarse y controlar el medio
interno y externo. Cuando nos identificamos con el sujeto y olvidamos o nos
alejamos del observador, este sujeto o pseudo identidad (carácter) tomando el
rol del Procesador Central condicionará la calidad y congruencia del Campo
neuronal en interacción con el Campo cuántico y el Patrón de interferencia
resultante nos creará aquella experiencia que afirmará y asentará la “realidad”
en la que creemos existir.
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