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jueves, 1 de abril de 2021

El Amor del Ser. El Amor Incondicional.


El Amor del Ser. El Amor Incondicional.
 

Hago referencia a cualquier fenómeno energético u objeto amado; dentro de lo cual destaco en gran modo el amor a personas ya sea en su globalidad o a los posibles aspectos y manifestaciones.

La excitación corporal nos hace sentir ligeros y cuando se refiere al amor, esta sensación la sentimos directamente en la zona del corazón, sólo ver o pensar con alguien amado hace que el corazón se sienta más ligero y lata más rápido, o incluso que de un brinco. Con un grado alto de excitación la sangre fluye hacia la superficie del cuerpo, los ojos brillan, el tono de la piel mejora, los movimientos son más espontáneos, las manos están más calientes, el cerebro se activa y el corazón late más rápido. El cuerpo está en un estado de expansión y la carga o excitación es intensa en la superficie del cuerpo. La emoción del amor produce el efecto más saludable en el cuerpo y personalidad: irradia alegría. El medio influye; si se muestra acogedor, positivo y vitalista; la sangre se precipitará hacia la superficie y la propia persona se lanzará a establecer contacto. Simultáneamente este movimiento a favor del contacto engendra sentimientos de afecto y placer, y si la excitación es más intensa, sentimientos de amor y alegría. El afecto y el placer son inseparables, podemos afirmar que amamos lo que produce placer. El amor existe dondequiera que hay placer y deseo de proximidad. Aunque en términos de relaciones de pareja, las hay, y son bastantes, que les resulta mucho más fácil excitarse que transformar esta excitación en el placer y satisfacción que resultan de la descarga plena de esta excitación (besos, abrazos, caricias, amor sexual).

Uno de los problemas con que nos encontramos al tratar del amor es que esta palabra describe dos sentimientos distintos, ambos originados en el corazón. Uno es el anhelo de proximidad que surge de la necesidad (es un tipo de amor propio de la infancia, con un tono algo desesperado porque persigue atar a la otra persona); el otro es el deseo de cercanía emergido de una plenitud del corazón que es maduro (no trata de atar, sino de fusión y tanto el que ama como el amado quedan libres). En el adulto el primero es de índole mental mientras el segundo es propio del yo (personalidad).

Dicho esto, con esta salvedad, se podría definir el amor como la expansión del yo, de la persona, de la identidad. En relación con la identidad se entiende tomando como ejemplo el deseo de muchos padres de preferir o desear padecer ellos problemas, dolor o enfermedad antes que verlos en sus hijos (se prefiere sufrir uno mismo que ver sufrir a la persona amada.

El amor se puede considerar como un estado afectivo-emocional y cognitivo que se contacta y expresa conforme al tipo de necesidades, motivaciones y meta motivaciones por satisfacer en asociación con las creencias asumidas en la identidad y sus consecuencias comunicativas.

En primer lugar consideremos lo siguiente. El ego tiene sus necesidades, el Yo sus motivaciones y ambos pueden tener una relación conflictiva en la mente, a más están los valores del Ser.  Se trata de armonizar la mente con el Ser.

El punto de partida es el humanista, cuando más allá de la supervivencia y subsistencia, la persona muestra un aspecto motivacional considerando que tiene derecho a ello y le proporciona satisfacción y conocimiento; que las personas se agrupan y asocian para favorecerse y satisfacer estas motivaciones que devienen en necesidades y que con independencia del aspecto de género se consideran en igualdad y bondad los unos con los otros. Y así, en lo sexual, es posible unir amor y sexo pues lo que importa es la entrega mutua.

Cuando estas condiciones no se dan en un mínimo, el amor está plenamente condicionado y mediatizado por las estructuras culturales y morales en su parte internalizada. Es difícil considerar genuino amor cuando la misma persona que lo enuncia se cree poseedor de… u objeto de posesión de… aquella persona a la que declara amar. Puede darse atracción, admiración, afecto; pero dentro de una conflictiva ambivalencia. Lo que les une es un acuerdo para sobrevivir o subsistir con el individuo o grupo que se ama. Puede ser una intensa y potente vinculación afectiva, pero altamente condicionada. Se puede tratar de amor incuestionable que, incluso, compromete la vida y la muerte; pero comúnmente resulta frágil al estar condicionado por diversidad de factores. Se le llama amor de dependencia.

Sólo cuando se valora la identidad de cada cual como soberana e igual y la unión o fusión se realiza dentro de la motivacional y en afinidad de proyecto vital se puede hablar de amor genuino pero con tendencia o bajo la condición de necesitarse; es decir de completarse, de mutuamente apoyarse en la mutua satisfacción de necesidades y motivaciones. Tal afirmación se basa en “Soy si tú me quieres y tú eres a quien quiero” y aún sigue un posible listado de atributos (normalmente implícitos y latentes) a través de los cuales se cumple este acuerdo amoroso.

Pero esto no es amor desde el Ser. Ya vimos que Ser es “lo-que-soy” y también “lo-que-debo-ser”. Esta simultaneidad entre el hecho  y el ideal de ser. Es decir cuando el afecto, el medio y el fin es exactamente lo mismo.

Amor del Ser se define como ese sentir hacia (el objeto o fenómeno) que es tan grande y puro (carente de cualquier ambivalencia) que lo que se desea por encima de todo es su bien y no lo que puede hacer por mí. Es decir cuando ya no es un medio sino el fin en sí mismo. Ya no hay deseo en poder mejorarlo, ni embellecerlo; no se desea que sea de otra manera ni se puede comparar a nada. Se ama por lo que es y tal cual es. Ya que todo cuanto interfiera con esta consideración encierra en sí un componente de insuficiencia y por tanto la acción de dañarlo pues le proyectamos apetencias, deseos, anhelos, expectativas y reglas.

El amor del Ser siente al “objeto” amado (persona, animal, objeto o fenómeno) como algo ya perfecto, y nada puede mejorarlo. Cualquier intento de mejora ya es en sí un condicionamiento. Si alguien cree que su “objeto” o fenómeno amado puede mejorarse, entonces ya juzga o critica dándose un rol por encima del mismo, es decir de ego.

El hecho y lo-que-debe-ser es lo mismo, en fusión; y es completo en sí; por lo tanto es incondicional.

El verdadero amor del y desde el Ser no interfiere ni exige nada, se siente gozoso con él y lo puede contemplar como bello, justo, bueno y pleno. Queda dentro de una percepción que lo abarca en todo su conjunto.

Su estructura cumple armónicamente su función y por ello no se sujeta a análisis organizativo alguno. Lo que significa que este objeto, ser o fenómeno se mantiene íntegro y unificado, es decir que es “él mismo”.

Desde el punto de vista sintergico, el Ser (el Procesador Central) se funde de tal modo en el campo neural creado, con tal densidad informacional neuroalgorítmica, que en interacción con la Lattice (Campo Quántico) se realiza  un amplio patrón de interferencia en el cual la integridad y coherencia es sumamente elevada; es decir, se adentra en lo multidimensional y así se aúna lo estructural y lo funcional (el qué y cómo con el para qué). Dicho de otro modo: la energía como densidad y la energía como información resultan indistinguibles e inseparables en análisis.

Significa que dentro de su sencillez o complejidad, se valora todos sus aspectos (sean o no de importancia) y cualidades y que cada faceta o aspecto del mismo es adorable y maravilloso.

Se percibe el Ser (conocedor del Ser) en lo otro. Es el amante-del-Ser. En este caso, desde el-propio-ser se aprecian aspectos, características, cualidades, detalles que no se pueden percibir desde un posicionamiento distinto. El amante condicionado, sea cual sea el condicionamiento, no lo podrá advertir, pues presenta una ceguera perceptiva propia y dependiente de o de los condicionamientos mentales y/o egotistas que se presenten. Cuando se aprecia la dicotomía entre lo estructural y lo funcional, entonces puede desearse cambiar, modificar o mejorar la estructura en diversos aspectos (prácticos, estéticos, relacionales, simbólicos, etc.). Cuando la identidad funcional y su estructura se funden en una percepción holística, entonces, quien así lo percibe, “Ama desde el Ser”. Ya hemos visto que éste es el afán del auto realizante y el logro del auto realizado y más aún cuando más allá del antropocentrismo se produce el cosmocentrismo.


 


24 de marzo de 2021. Ernesto Cabeza Salamó.

 




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