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domingo, 9 de enero de 2011

Corrientes de opinión, manipulación y la imaginación.

Corrientes de opinión y manipulación.
Necesidad de imaginación.

     En estos momentos, recuerdo la presentación que realicé en el segundo boletín de Cepsi en la primavera  de 1996, cerca de unas elecciones. Mucho ha llovido desde entonces y la situación coyuntural ha cambiado.  Ahora también se acercan unas elecciones en un contexto muy diferente, pero substancialmente lo que dije antes se mantiene hoy.
    Hoy no nos dan nuevos propósitos purificadores, hoy no nos sirve que nos amenacen con lo de  “vuelve la derecha”, puesto que la derecha está por doquier imponiendo sus condiciones desde las más altas instancias supranacionales.
    Escuchando nos sentimos necios: Hemos de acatar las estrictas y contractivas condiciones si queremos salir de la “crisis”. Sólo hay una posible salida y es renunciar a conquistas sociales por las cuales derramaron su sangre nuestros ancestros. El miedo y la falta de imaginación al servicio de oscuros intereses en el ámbito global. ¿No se puede imaginar una organización social alternativa? Se nos hace considerar que no hay alternativa posible.  Esta es la corriente de opinión definitiva, hoy.


     En el escrito del 96 decía respecto a las corrientes de opinión:
     (…) ” En medio de ésto, ya ha tiempo que se ha creado una corriente de opinión, amplificada y pregonada por los medios de difusión de masas que, como los rumores, magnifican una opinión alzándola al altar de lo que “debe ser”.

     Para el que juzga los hechos en perspectiva y, no sólo en el instante, oye estos discursos como triviales y hasta irrelevantes. Hay hechos evidentes y, entre ellos uno común en todos sin excepción. “El fin justifica los medios”. El Fin: “el Poder”, y los Medios: “la manipulación por corrientes de opinión y el desgaste de quien ahora lo detenta”. Son errores de siempre, producen desconfianza, recelo y decepción en el ciudadano honesto. Como Mohandas Gandhi, en su congruente activismo social, opino que los medios por los cuales se pretenden alcanzar los fines definen la identidad y la realidad de quienes lo defienden.

      Ha sucedido infinidad de veces en la Historia de nuestro mundo, en grandes y pequeños eventos; pero siempre ha conducido al fracaso, a la frustración, al conflicto y a fieras contiendas. ¿Cómo es que no aprendemos? Aquí también vemos asomar la siniestra faz del “ego engrandecido”, ansioso de hacer, actuar y tener; de movilizar a los otros cosechándoles el poder. Alejándose de su “ser” y compartir, transforma su vacío, su frustración, infelicidad y angustia en imagen de sí y en la “grandeza” de una concepción abstracta. Concepto propio en caso del ideólogo líder y dogmático en el caso del militante encegado. Tanto unos como otros recurren, sin compasión, sin humanidad, con el único fin de conseguir el “ideal egótico”, a los medios que los engrandezcan sobre los demás, aún cuando dependan de la lealtad de aquellos a quienes dicen servir y que latentemente desprecian y desvalorizan como objetos que, para ellos, son de propaganda y consecuente manipulación.”
      Suscitar miedo, sentir miedo es bloquear la creatividad. El deseo de salir y regresar a una condición segura ya es suficiente para muchos. Ese regresar a una condición segura es resignarse a perder los logros tan arduamente conquistados en abnegados esfuerzos por generaciones anteriores que se sacrificaron por  ganar derechos para sus descendientes. No hay que resignarse a ello. Exijamos que  se busquen alternativas globales para que, con imaginación, se den con posibles salidas que no impliquen perder los logros adquiridos socialmente, con una involución a la sumisión a los nuevos poderes autoritarios globales.


     Una nueva versión de oscurantismo autoritario se nos viene encima. Nos lo hacen tragar con la creencia de que “dada su complejidad”, los ciudadanos son incapaces de comprenderlo. Así se pretende que nos sintamos mientras se nos golpea sin compasión. Empecemos, pues, a considerar imaginativamente cuantas cosas se nos ocurran al respecto y veremos que se puede realizar un giro a nuevos horizontes y no resulta algo tan descabellado. 
Ernesto Cabeza.






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