Qué es CEPSI:
Centro de Encuentro en Psicoterapia y Sexología Integral.
Es un lugar de encuentro comprometido con el Crecimiento personal, abierto a la aventura de adentrarse y desvelar la propia autenticidad.
Es muy interesante y me permito hacer una reflexión sobre ello. El concepto de auto-regulación ya es muy antiguo; surgió con las ideas reichianas además de la influencia de E. Fromm. Mucho antes Montessori esgrimian estas posturas pedagógicas críticas. Vera Smith en la pedagogía revolucionaria de la Rusia postrevolucionaria se planteó alternativas parecidas, que después el propio discurrir del asentamiento comunista bolcevique hizo que se perdieran. Federica Montseny , hablando de su juventud y su implicación con la pedagogía libertaria habla amenudo de ello. Y en todo esto estamos a principios del siglo XX. Cien años después aún estamos en estos debates, pero ahora parece más utópico que entonces, porque el modelo global impera y a través de los grandes medios se nos repite que nada es posible fuera del sistema. Ellos se sentían transformadores del viejo sistema y lo veían posible. Hoy en día no está tan claro. Estamos en tiempos de ambigüedad, de duda, de confusión. El sentido crítico y común nosdice lo adsurdo e injusto que es la posición oficial de nuestra cultura, pero tiene tanto arraigo e influencia en todos los ámbitos que resulta muy dificil moverse al margen del mismo. A qué padre/madre urbano le atrae el formar a sus hijos en contracorriente de lo que le van a pedir para poder ganarse la vida o intentar hacerlo. A qué padre o madre le satisfará arriesgar el porvenir de sus hijos en la incertidumbre de transitar al margen de lo establecido y homologado; sabiendo que tendrá que acudir a unas instituciones asociadas al mercadeo como la formación profesional o la universidad; y más allá con un meercado de trabajo de lo más competitivo y elitista. Pienso que los que pueden acceder a estas pedagogías son grupos muy especiales y que consideran que partiendo de su posición pueden adsorber a sus educandos en salidas profesionales. Situación que la mayoría de los otros grupos sociales normalizados no pueden plantearse. Lo que sin duda puede hacerse, y de hecho creeo que es lo que viene haciendo en muchos casos es que un equipo de educadores o una iniciativa individual deciden aplicar, a su manera y riesgo propio, estos ideales tratando de arminizarlo dentro de la escuela pública. Son artistas y malabaristas pedagógicos. También es cierto qued cada vez surgen más grupos en los medios trabajadores (Cerdañyola, Sabadell, Ripollet, como ejemplo) que generan asociaciones espontáneas con inquietudes alternativas y malgunos de sus miembros tienen que ver con la educación en sus diferentes aspectos. Querida Nuria, quizá es ciertamente hora de que se divulguen estas posturas nuevamente para incentivar y favorecer la reflexión y concienciación de estos nuevos grupos de actividad social y modelos de vivir alternativos, pero igualmente de índole urbana.
Una economía mercantilista es incompatible con estas pedagogías revolucionarias. ¿Cómo se financian estas escuelas con todos sus medios humanos y materiales? ¿Cómo convences al tejido prroductivo de que estos niños o jóvenes sin título homologado son aptos cuando se precisa tanto currículum en los equipos de selección y recursos humanos? Cuando solicitas recursos en entidades dependientes de la administración (cualquiera de las varias) ¿cómo responde ante una formación no normalizada?.
Todo esto tiene que ir parejo a un movimiento de tipo social y cultural de cuestionamiento radical del orden establecido para que pueda ser viable en los ámbitos social-políticos, económicos y productivos. Es decir una revolución social. Y creo que, hoy por hoy, estamos aún distantes de su consecución. En la primera mitad del siglo XX se estuvo muy cerca, hoy no.
Cuanta más facilidad hay de divulgación de ideas, más atrapada está la gente en lo estereotipado y los falsos sueños que se venden. Antes debemos aprender en qué consisten estos falsos sueños y tratar de despertar para encarar la realidad hacia la que tenemos derecho de acceder.
Hace pocos días publiqué un artículo sobre el significado del dinero. Al hacerlo recordé el escrito que realicé el 02/02/2010 con el título "Ontoenergética del Capitalismo" y que envié a mi entrañable amiga Inés Herreros. Ella recogío algunos fragmentos del mismo publicándolos en el blog Aho Mitakuyeoyasin. Hoy he decidido rescatarlo y publicarlo íntegramente tal y como lo redacté entonces con el convencimieto que sigue siendo totalmente vigente hoy como entonces, habiendo transcurrido tres años.
Pero antes de abordarlo me gustaría añadir una nota adicional. Cuando me refiero al "Parásito", también hago referencia al concepto que en ciertos círculos se denomima "egrégor" y que también coincide con lo que en científico Rupert Sheldrake designó como una modalidad de "Campo Mórfico". Al final del artículo me permitiré reproducir lo que resumidamete dice de Rupert Sheldrake y de su concepto Campo Mórfico en Wikipedia.
Actualmente la concepción común del entender las relaciones productivas
produce grandes dificultades en los miembros de la sociedad.
·La
vida útil de un trabajador.
·La
política de las empresas ante sus trabajadores y sus fines.
·La
condición de la mujer, otros géneros y jóvenes
·El
índice de fertilidad, los niños y
compaginación laboral y el ambiente educativo.
El concepto de mercado lo llena todo, tanto la producción como las
relaciones en el trabajo entre trabajadores y con las jefaturas.
El substrato básico es el de criterios
económicos supeditados al poder que supone la acumulación del dinero y su
manejo estratégico en el ámbito global.
La complejidad y la sofistificación tecnológica hace que las personas no
puedan ser dueñas de su devenir personal, no pueden igualar ni cuestionar los
capitales necesarios para crear industrias productivas sin la servidumbre a los
almacenes de préstamos para todo, incluso de salud y seguridad. Ni tan sólo la
vivienda y los bienes necesarios como alimentación, vestimenta y suministro de
agua y energía están exentos de actividad económica. Todo ello obedece a la ley
de que allí donde hay un alto campo de energía vital, este campo fagocita y
absorbe la energía vital de campos más flojos o débiles circundantes. Con lo
cual sólo la energía vital convertida en
fuerza económica (dinero, capitales) se irradia posibilitando que los otros
organismos abran sus identidades y dejen fluir su vitalidad en la dirección de
donde procede el estímulo y efecto (“El dinero atrae el dinero” dice el refrán;
esta es la versión popular de esta ley aplicada a lo económico). De hecho es
como la relación que tiene el rayo entre el cielo y la tierra: La carga y
fuerza eléctrica de las masas nubosas se hace fuertemente positiva en
comparación con la fuerza eléctrica del suelo. Y entonces, ante la
imposibilidad de que la electricidad de la tierra fluya directamente hacia las
nubes, se produce una leve descarga positiva del cielo a tierra ionizando una senda
por la atmósfera que posibilita que una poderosa descarga en ráfaga de
electrones se dispare desde la tierra hacia las nubes de la atmósfera
produciéndose el rayo. Las nubes exigen
una carga negativa y la hacen posible invirtiendo una pequeña descarga que
posibilita que un potente chorro acuda a ellas. Es una imagen análoga a como el
gran depósito del capital hace que la
energía vital de la gente trabajadora fluya hacia este depósito convertido en
capital. Hace que la energía vital de la gente se venda como fuerza de trabajo
a cambio de dinero que, a su vez es fagocitado por los servicios y necesidades
que están regulados por el propio capital. De forma que se da un flujo
incesante de energía vital en forma de dinero hacia la gran masa o depósito de
energía vital convertida en capitales y sin contar con la plusvalía.
Hoy en día la presencia de un capital personal depende del esfuerzo en
tal sentido de generaciones previas unida a la presente y con la expectativa de
que implique a las venideras. O desear a los alicientes de refuerzo variable
que genera los juegos de loterías y rifas en sus grandes y diversas formas que
contribuyen a crear adhesión de los necesitados y exhaustos personajes que se
esfuerzan en contener el inexorable flujo de su vida que se escapa hacia el
gran depósito de capital. Y en este sentido no hay tregua ni piedad. Cada litro
de agua, cada kilovatio de energía, cada centímetro cuadrado de suelo y cada
instante de vida productiva, y por tanto
de vida saludable, está sujeta a este flujo conductor hacia este gran depósito
fagocitante. Y este parásito extiende su citoplasma en cualquier dirección
donde puede localizar recursos para fagocitar. De modo que una alta proporción
de la vida del individuo y de la familia se canaliza hacia este ente energético
inteligente y vampírico.
En tales
condiciones, ante una realidad semejante, permanente y desde tantos ámbitos a
la vez, la gente se encuentra agobiada, desfallecida y hasta desesperada y
desolada. Se genera la sensación de que hay una incesante y eterna lucha para
mantener la integridad personal evitando la pérdida sustancial de energía que
conduce al colapso vital, y, por ello, cada persona fagocita, cuando puede, a
sus semejantes de modo casi inconsciente, posibilitando que pierdan energía y
se debiliten o enfermen; absorbiendo de este modo algo más de energía para
resistir. Y esto mismo genera una situación individualista comparable a la
conocida expresión “¡Sálvese quien pueda!”. En tal situación la gente joven,
con un potencial energético y vital son quienes están mejor dotados para tal
lucha y quienes mayor cantidad de energía pueden suministrar al parásito; y
quienes, en función de su vigoroso campo energético, están también en mejores
condiciones de luchar unos contra otros para arrebatarse energía o a sus
generaciones ya debilitadas por la edad e incluso a las novísimas generaciones
que nacen y necesitan de sus fuerzas vitales para crecer y desarrollarse. Y si
esta lucha se produce entre generaciones, también se produce en la cuestión de
género.
Este parásito es una tenia con una capacidad de crecimiento constante
con tal que le llegue suministro de vitalidad, de comida.
Todos sabemos cómo se ha ido gestando y perfeccionando en la historia de
la humanidad desde la adopción de la idea de poder personal asociado a la
apropiación y acumulación de bienes materiales y la compra de servidumbre y mercenarios para llenar las necesidades parásitas de mantenimiento y seguridad. Esto
se produjo con la aparición de esa estructura de poder que se ha llamado Orden Patriarcal. Más tarde cuando la sociedad basada en el modelo artesanal se
transformó en industrial al amparo de las élites de las jóvenes
nacionalidad-estado, se creó estratégicas asociaciones de capitales y patrimonios
que ya habían fagocitado energía a gentes llanas obligándolas a abandonar los
campos y concentrándolos en las ciudades
dispuestas a vender su energía vital por un salario o jornal. La lucha
social de la era industrial con el surgimiento del socialismo y de los
sindicatos fue su resultado. La acumulación de energía vital en forma de
capital permitió la búsqueda incesante de la técnica para facilitar el
incremento de energía vital desde la población asalariada hacia el capital con
el conveniente ajuste necesario del pacto social.
Luego los capitales nacionales se convirtieron en supranacionales y
finalmente en globales y planetarios; todo unido al creciente empeño en
desarrollar tecnologías que faciliten y sofistiquen las redes y entramados por los que la energía
vital fluya hacia, directa o indirectamente, a ese gran depósito fagocitante.
La lucha por resistir y mantener la preciosa energía vital ante el
efecto fagocito del poder lo llena todo actualmente y no hay acto o función
humana que quede fuera de este fin. Todo está sujeto a compra-venta o gravado
de impuestos y tasas.
Y todo es,
también, una sucesión de repeticiones significativas que dan valor a los actos
y gestos; por los que el poder se manifiesta y produce el acuerdo de aceptar el
“estatus quo”. Los gestos con su historia han estado sujetos a evolución y
retoques de significado, pero canalizan el poder con su repetición constante,
rutinaria. Y marca asimismo todo el ritualismo o rutinas del complejo modo de
vida actual, donde los cauces, los medios, los recursos, etc., están trazados
con una precisión geométrica.
Hoy en día no hay enemigo contra
quien levantarse, ni a quien destronar. Los gestores que trabajan para el
Parásito tejen sus telarañas ilusorias creando el hacia dónde dirigir este
malestar común y, en función del guión, se crean situaciones y personajes que
les toca asumir los roles oscuros del drama. Los administradores y gestores al
servicio del Parásito generan escenarios e incentivan la aparición de los
personajes propicios para la función. Todo es un inmenso escenario o decorado
donde deben interpretarse roles y acontecimientos que cubren con un manto
nebuloso la existencia del vampírico Parásito. Y hacia estos dramas y sus
personajes se desplaza la inquietud y se descarga la angustia y hostilidad.
Ellos son los que por imperativos del guión se convierten en los perseguidores
y posteriormente son acusados y objeto de la justicia de la función
representada. Hay simultáneamente varios dramas en escena ocupando la atención,
dándose por real lo que es ficción. Pero ello permite que la gente se movilice,
genere emociones, tome partidos y luche contra sus iguales tomándolos por
adversarios y, en su caso, odiándolos irreconciliablemente. Hay dramas
enquistados durante décadas y otros que se suceden con celeridad, unos de amplio
aspecto y otros de alcance local o regional. Todo ello cortinas de humo.
También hay funciones de evasión con melodramas, comedias e idilios; genuinos
pasatiempos que distraen y hacen olvidar, aún por breves momentos, los dramas y
el ulterior asunto. Y, por supuesto, la función o papel que se asigna cada
individuo en su propia creación dramática en la que interpreta e interactúa con
los demás.
Es muy difícil, así, tener claridad y perspectiva para idear y poner en
acción decisiones eficaces. Estamos demasiado imbuidos de los contenidos y
significados de los conceptos transmitidos por la historia en forma de cultura
y sociedad con sus acuerdos, leyes y costumbres. Somos, pues, domesticados para
ser gregarios, pero insatisfechos y desconfiados unos respecto de los otros,
desplazando la inquietud, infelicidad y temor propio a la necesaria interacción
con los demás.
Un sistema orgánico autoconsciente como el humano ha surgido del apoyo
mutuo, de otro modo no hubiera podido sobrevivir, creando estrechas relaciones
de compromiso compartido por asegurar la supervivencia y satisfacción de
necesidades y motivaciones. El intento del Parásito es romper esta íntima
interacción confundiendo y haciendo susceptible al individuo, convirtiéndolo en
paranoide y temeroso de sus semejantes en el ámbito de las relaciones desde las
muy cercanas a las lejanas y globales. Jamás las personas han estado tan
estrechamente conectadas, pero tan sometidas y alienadas como hoy en día. Las
relaciones de poder establecieron el neuroticismo y hoy en día la individualización
y la desconfianza irracional, lo convierten en un demente consigo mismo, con
sus relaciones y con el planeta. Ilusiones, delirios, alucinaciones, paranoia,
miedo y hostilidad se entremezclan con la aspiración de fraternidad y amor.
Ejemplos históricos los ha habido, pero incluso se han convertido en dramas
apropiados por colectivos para crear falsa identidad frente a las de otros. Las
ideologías y religiones cumplen esta función.
Los héroes míticos indican que la búsqueda es de índole personal,
ofreciéndose como modelos, y los convertimos en salvadores rindiéndoles culto y
creando iglesias con sus dogmas constitucionales.
¿Qué se puede hacer ante todo esto?
¿Nos damos cuenta que la afiliación a las partes de estos dramas no nos
conduce a solución alguna?
¿De la guerra fría obtuvimos la respuesta?
¿De las guerras mundiales se ha obtenido alguna respuesta?
¿De la generación de iluminados doctrinarios estamos obteniendo
respuestas que no sean el odio y temor de unos a otros?
¿De las crisis económicas obtenemos respuesta?
¿Del sufrimiento de niños, mujeres,
ancianos y grupos marginados obtenernos respuestas?
¿De nuestra infelicidad, quebranto de vigor y enfermedades obtenemos
respuestas?
¿Del progreso tecnológico y su utilización compulsiva en consumismo
obtenemos respuesta?
No. Tan sólo plantean preguntas. Cuestiones en medio de otras cuestiones
en un estratificado laberinto tridimensional. Tibias respuestas particulares a
tal o cual asunto acuciante de acuerdo con nuestra singularidad y situación
personal. Y así se parchea creyendo que se mejora el mundo.
La confusión ha hecho que se pierda toda perspectiva y lo importante. No
hay nada más patético que ver masas tratando de crearse un rinconcito personal
seguro sin contar con los demás y, además, compitiendo con los demás. ¿Qué
especie gregaria puede sobrevivir así en este planeta?
Y sin embargo esto manifiesta nuestra condición actual humana. Luchas
sociales, nacionales, culturales, generacionales, ideológicas, religiosas, de
género, raciales, familiares y personales. ¡Un despropósito! ¡Una locura! ¡La
plena irracionalidad!
Ser uno mismo, aspirar a ello, es decir,
comprometiéndose con la autorrealización, es algo que sorprende a multitud. No
se considera esto. “No se me ha ocurrido pensar en ello” es una respuesta
tristemente frecuente. Por ello lo evasivo es tan extenso y hay tantos y tantos
ritos, hábitos y rutinas en tal sentido. Y hasta en su ejecución se pugna y lucha. Como
ejemplo sirva las salidas de fines de semana y el estrés y competividad que se
da en las carreteras en situaciones tan irrisorias como en retenciones de
tráfico. Con estrés se emprende la salida y con estrés se produce el regreso y,
hasta con estrés, para muchos acontece lo entremedio. El resultado puede ser
tristemente dramático conduciendo a accidentes con lesiones y muertes del todo
inútiles.
Así, pues, se ha visto que en las condiciones en que vivimos nutrimos de
continuo la insaciable voracidad del parásito en innumerables ámbitos. ¡Es hora
de parar! El parásito necesita alimentarse de nuestra energía vital y de
nuestras emociones. Así pues el manejo propio y apropiado de nuestra situación
energética lo puede vencer. Si no se le suministra alimento muere, se reduce
hasta morir por inanición; pero para ello debemos autorrealizarnos y compartir
el significado de la autorrealización. Ser esencialmente uno mismo no es
separarse unos de otros, sino asociarse en un propósito autoregulativo y
autorrealizador de todo nuestro mundo cultural y social.
La ontoenergética ya dice rotundamente que la energía vital, nuestra
vida expresada a través de nuestro existir orgánico se manifiesta en tres
direcciones simultáneamente: hacia la afectividad, hacia la acción y hacia el
conocimiento. Realizar en cada individuo su afectividad, su actividad y obtener
su conocimiento es autorrealización y ello implica y exige la participación de
todos los demás individuos del colectivo humano. Debemos canalizar nuestros
afectos a nuestros semejantes, debemos efectuar acciones contando con nuestros
semejantes, sólo nos es útil el conocimiento si lo podemos compartir con
nuestros semejantes. Y el compartir estas tres manifestaciones de nuestra
energía vital nos da sentido a la existencia y armoniza y teje nuestra
implicación social y cultural.
Ser uno mismo presentiviza y anula el historicismo de los actos repetitivos con significados
acuñados por el poder para su perpetuación. El poder no emana ya de la escenografía
sino de la responsabilidad; ya no emana de los roles mantenidos sino de la
autoridad (de autor) y no reiterador, de la presencia y no de de la
“escenificación”, del afecto y no de la “insensibilidad”, de la autenticidad de
uno mismo y no de la “imagen representada” y de la sabiduría y no del
“adoctrinamiento”. Hay demasiados sobreentendidos y suposiciones que se dan
como verdades cuando son meras ilusiones. Hay demasiado fingimiento ocultando
desesperación existencial. Hay demasiadas evasiones por temor a enfrentar la
propia muerte.
No hace falta dinamitar al parásito, pues todo consiste en darse cuenta
que vive de nuestra negación a ser. La coerción, la autoridad, la confusión, la
negación de uno mismo es lo que posibilita
Que
hunda sus tentáculos en sus víctimas y, a través de ellos, drene la vida hacia
sí. Hacer actos a propósito desafiando los convencionalismos, las costumbres,
cuestionando los valores autoritarios que por tradición impregnan los conceptos, los gestos, los
hábitos y rutinas, lo debilitan. Y dejar inoperativa esta carga inercial es el
trabajo de autorrealizarse, de acercarse a la propia naturaleza con la mirada
nítida del asombro del que descubre conocimiento. Si nos libramos de los
discursos de dominación en lo social, cultural, espiritual, social y género nos
vemos tal como somos y no tal como creemos que deben vernos.
La acción del amor genera salud como
armonía, el conocimiento del amor genera educación y la acción (o trabajo) y
cultura adquieren un significado nuevo y transformador imposible de cosificar
porque manifiestan una doble dialéctica personal y social. El afán de tener y
poseer sea lo que fuere (posesiones materiales, intelectuales, fama,…) queda
sustituido por el Ser y desde el mismo se comparte y no se vende. Lo que “se
es” no está sujeto a compraventa. Se es o no se es. Entonces lo que adquiere
valor es lo motivacional y meta motivacional y no el comercio. El servicio como
objetivo y meta y no el lucro. Lucrar es un contravalor que niega el ser.
Servir es el valor que expande nuestro ánimo hacia los demás. El dinero ya no
es el objetivo, sino el medio de intercambiar bienes y servicios, y el mundo y
la sociedad se convierte en un lugar de abundancia y no de escasez. Esto es
posible; tan sólo es necesario el compromiso de tratar de autorrealizarse por
parte de un mayor número de gente.
Nota sobre Rupert Sheldrake: Rupert Sheldrake(nacido en1942) es un pensador contemporáneo,biólogo,filósofoyautorbritánicode numerosas teorías y obras. Las nuevas ideas que plantea Rupert Shelpdrake son novedosas, aunque aún no ha demostrado ninguna científicamente.
Sus ideas toman conceptos y cosmovisiones tanto de tradiciones occidentales como orientales, y genera nuevas categorías. Su teoría más importante se conoce como Teoría de los Campos Mórficos, sobre la que ha escrito diversos libros y realizado muchas experiencias. Las ideas de Sheldrake salen de la línea materialista predominante y generan controversia en el mundo de la ciencia.
Alfred Rupert Sheldrake
Desarrolló la hipótesis de los Campos mórficos y produjo publicaciones e investigaciones relacionadas con temas como el desarrollo y la conducta, la telepatía, la percepción y la metafísica en animales y plantas. Sería uno de los defensores de la teoría holística.
Los campos mórficos llevan información, no energía, y son utilizables a través del espacio y del tiempo sin perdida alguna de intensidad después de haber sido creados. Son campos no físicos que ejercen influencia sobre sistemas que presentan algún tipo de organización inherente.
"La teoría de la causación formativa se centra en cómo las cosas toman sus formas o patrones de organización. Así que cubre la formación de galaxias, átomos, cristales, moléculas, plantas, animales, células, sociedades. Cubre todas las cosas que tienen formas, patrones o estructuras o propiedades auto-organizativas. Todas estas cosas se organizan por sí mismas. Un átomo no tiene que ser creado por algún agente externo, se organiza solo. Una molécula y un cristal no es organizado por los seres humanos pieza por pieza sino que cristaliza espontáneamente. Los animales crecen espontáneamente. Todas estas cosas son diferentes de las máquinas, que son artificialmente ensambladas por seres humanos. Esta teoría trata sistemas naturales auto-organizados y el origen de las formas. Y asume que la causa de las formas es la influencia de campos organizativos, campos formativos, que llamo campos mórficos. El rasgo principal es que la forma de las sociedades, ideas, cristales y moléculas dependen de la manera en que tipos similares han sido organizados en el pasado. Hay una especie de memoria integrada en los campos mórficos de cada cosa auto-organizada. Concibo las regularidades de la naturaleza como hábitos más que cosas gobernadas por leyes matemáticas eternas que existen de alguna forma fuera de la naturaleza".
El dinero
es una de los principales motivos actuales de preocupación en época de crisis,
pero por las mismas razones también lo ha sido en muchas generaciones desde un
tiempo inmemorial.
Ya
Buda hablaba de sus efectos perniciosos abogando por su renuncia por ser la
base de infinidad de deseos.
. Antes de él, los sabios hindúes, los
sanyasin renunciaban a él convirtiéndose en mendigantes.
Jesús, siglos después nos alerta sobre sus
efectos perniciosos espiritualmente…
San Francisco de Asís renunció a todo,
incluyendo su ropa. Y tantos y tantos personajes, como la Madre Teresa de Calcuta, se
dedicaron con su renuncia a atender a los desheredados del mundo.
Por otra parte en el Antiguo Testamento, se habla
que Dios premia a sus elegidos y merecedores con la prosperidad y la riqueza,
siendo la pobreza un modo de castigo o negación de su gracia divina. Cada una
de estas posiciones ha tenido sus seguidores y apóstoles desde el alba de
nuestra era. Ríos de sangre se han vertido en luchas homicidas en cada lado de
estas trincheras.
Dios
desea la pureza en la renuncia del mundo material, Dios premia a sus amados con
la abundancia, el bienestar y la opulencia. Desde una óptica los ricos son
sirvientes del diablo en muchas escuelas espirituales como los agnósticos
antiguos, los maniqueos en los inicios de la cristiandad, en los cátaros en la Edad media; e incluso en la
primeros Franciscanos.
Dios ama
a sus fieles y leales colmándolos de todos los nobles dones de la vida. Concede
éxito en empresas, en la fertilidad, en la salud, en las propiedades, en la
distinción e influencia en la comunidad. Esta idea ha sembrado una forma de
pensar en el mundo anglosajón, muy especialmente en la mentalidad
norteamericana. Se basa en que Dios es amor, es bueno. Si Dios quiere lo mejor
para sus fieles y quiere que gocen de una vida plena, alegre y rica; no puede
estar en contra de que el fiel y leal creyente no renuncie a los bienes terrenos
que el propio Dios ha creado para premiarlo.
El mismo
Dios anunciando dos contrarios. Todo ello escrito y justificado en textos
sagrados bíblicos. La justificación del poder y de posesiones como premio es
propio del Antiguo Testamento; mientras que su crítica y la exhortación a su
renuncia es propio del Nuevo Testamento. Ello nos sugiere una pista histórica e
ideológica de dónde procede el conflicto.
Pero no
nos vamos a meter en el análisis de estas consideraciones, porque nos apartaría
del objetivo que me propongo. Tan solo muestro esta oposición antitética en el
seno de nuestro concepto de mundo dominante y su influencia en ideologías
operantes en la actualidad.
Como
cuenta Umberto Eco en su novela “El nombre de la Rosa” este tema es el que reúne
a los representantes de la Santa Sede
y a los franciscanos en el monasterio donde se desarrolla el drama novelado; en
él queda claro como el poder, aliado de la opulencia y protegido por la Santa Inquisición hiere con
fuego a sus oponentes, sean herejes asesinos dulcinistas, como sospechosos de
brujería, aún muy arraigada entre las gentes humildes (los siervos de nobles y
clérigos).
En la
película “Paseo por el amor y la muerte” también aparece crudamente expresado
este tema en la lucha de los nobles medievales contra el campesinado en uno de
sus heroicos enfrentamientos. Es una creación de John Houston en 1969 basada en
la novela de Hans Koning de 1961 del mismo título.
También
lo vemos muy cercanamente en la lucha de la clase obrera desde la Revolución Industrial
hasta la actualidad donde la ideología del Neoliberalismo lo impregna todo
ideológicamente creando crisis financieras y económicas en las que se hace la
guerra a la población llana, explotándola y reduciéndola a condiciones de
pobreza y temor a la misma.
La teoría
de la oscilación pendular en la historia es del todo injustificable por
eternizar y justificar este conflicto, y las teorías marxistas de dialéctica de
la lucha social no se ve representada en la situación actual; donde en vez de
darse una síntesis creativa liberadora, se da un funesto retroceso.
En esta
dialéctica hay un grave error y éste consiste en la propia interpretación
mecanicista y materialista del Ser humano.
En
Ontoenergética se afirma que la expresión vital en el organismo vivo humano, la
pulsación se dirige simultáneamente en tres direcciones o aspectos: Hacia el
amor o afecto; hacia la acción en todas sus modalidades y hacia el
conocimiento. Las tres direcciones en el fondo no es más que una, así como el
rayo de luz se descompone en siete colores al atravesar un prisma de cristal. El
afecto sin acción ni conocimiento es insulso, insatisfactorio, muerto. La acción
sin afecto y sin conocimiento puede ser homicida, y el conocimiento sin afecto ni acción es estéril, vacío; en este
sentido se produce una actitud ideológica neurótica que influye en la salud, la
educación y la cultura. Ennuestra
cultura occidental, tecnicista, mecanicista, mercantilista, colonizadora y
especulativa, ni el amor se da espontáneamente, ni la acción es íntegra, ni el
conocimiento es veraz. Todo se confunde en intereses y avaricia de dinero,
posesiones y poder. La cultura queda marcada por este estigma, la educación es
dirigida a fines de explotación y especulación, y la salud es algo muy parecido
a un taller de reparaciones donde se cobra por la mano de obra y las
reparaciones (medicinas, tecnología, etc.).
En el
campo de la salud se da sufrimiento, en campo de la educación se da diferencias
según clases sociales y en el campo de la cultura se da una manipulación por
los medios de los que se vale el Poder en forma de propaganda y corrientes de
opinión. Y la posición del dinero es uno de los fines especulativos en su
aspecto virtual, porque el aspecto físico, monetario, cada vez es menor y en
vía de extinción.
Confundir
dinero con poder o disponibilidad de poder está en todas las mentes de nuestra
civilización y se impone infectando a todas las demás culturas y civilizaciones
con las que se relaciona. Pero ¿qué es el dinero en verdad?
El dinero
es una invención consensuada, acordada para facilitar el intercambio de bienes
y servicios en un momento histórico ya remoto. Es el medio de intercambio y no
un fin. Es algo que hace que dentro de la complejidad creciente de una sociedad
se pueda compartir sus servicios específicos sin obstáculos. Es un medio de
intercambio, no un fin. Las mentes abusivas, avariciosas, ávidas de llenar sus
vacíos existenciales intentan apropiarse de este medio para convertirlo en un
fin y, para ello, deben confundir a todos los demás y deslumbrarlos con sus
sofismas interesados.
Aquel que
se sitúa estratégicamente como conducto del medio adquiere una ventaja entre el
productor y el consumidor. En nuestros días los intermediarios entre los
productores y los consumidores imponen sus intereses encareciendo el
intercambio, alterándolo en su provecho. Así nacieron las primeras finanzas,
los primeros prestamistas y usureros que más tarde dieron lugar a bancos e
instituciones financieras.
Adueñarse
del control del medio de intercambio y poder imponer tarifas a los productores
que precisan de capital; explotar a los consumidores que necesitan de tales
productos para vivir; es su estrategia. Al final el que adquiere el capital y
lo acrecienta con los intereses de créditos a unos y otros es el que adquiere
directa o indirectamente la extracción y explotación de los recursos naturales
y especula con sus productos para imponer sus intereses a los consumidores. En
esto no hay afecto, sino avidez de posesión y poder. Y sus tentáculos se
introducen asimismo en todas las instituciones sociales y gubernamentales, pues
todos son clientes de sus créditos e inversiones.
Cuatro
estratos de población surge de esta relación: 1º Los desheredados del mundo. 2º
Los trabajadores cada vez más paupérrimos y temerosos de la exclusión social.
3º Los súbditos leales que adulan y dependen del amo. Y 4º los amos. Todos
ellos, en diferente forma,presos de
miedos e infelicidad. Unos como víctimas asumidas, otros por supervivencia,
otros por temor a perder privilegios y los últimos defendiéndose de todos los
demás a los que consideran adversarios declarados o latentes.
El dinero
es un medio, se adquiere, entre la mayoría, vendiendo la fuerza vital sea física,
emocional, intelectual, imaginativa, etc.; y obteniendo a cambio el medio de
intercambio. Vender un tiempo de vida a cambio de dinero. “¡Vender!”Y el capital lo que hace es “¡Comprar!” esta
fuerza vital. Se trata de comprar al mínimo precio y extraer lo máximo posible
de la energía viva que el otro vende. La astucia del que atesora el medio
mediatiza la transacción presionando sobre el resultado de la compra-venta en
su favor. Si los representantes de los ciudadanos se consideran lacayos y al
poder económico como amo; los que venden su vida a cambio de dinero lo tienen
muy negro y penoso. Máximo cuanta más avidez de control y poder se tenga sobre
el medio que ahora se ha convertido en el fin. Se abre el grifo o se cierra de
acuerdo con estrategias convenientes, sin consideración humana que valga. Por
ello esto puede considerarse como un atentado de unos pocos al grueso de la
población. Reducir la condición humana a la precariedad a favor de la
especulación y la opulencia de unos privilegiados es inmoral, es un atentado y
un delito deliberado hacia la población y la humanidad. Quizá algún día los
juristas de un mundo más evolucionado juzgarán severamente a los políticos,
economistas y juristas de la época actual con la severidad como actualmente lo hacemos
con los inquisidores y nobles medievales. Las leyes son elaboradas en base a
presiones económicas-ideológicas a pesar de las demandas y necesidades de los
ciudadanos corrientes. La democracia representativa, tal como se da en la
actualidad, de unos pocos partidos políticos en régimen de alternancia, no son
libres y responden en mayor o menor grado como lacayos de los amos a los que
sirven (a través de créditos, intereses económicos de financiación, procedencia
social, pretensiones egoístas, etc.) y tratan de justificar su función
defendiendo promesas electorales que quedarán mediatizadas por la intensidad de
las presiones de los poderosos. Muy poco interés tendrán estas instituciones de
partidos en que la democracia pueda hacerse más directa y pueda prescindir de
los profesionales de la política. Hoy el desencanto y la sospecha los toca a
todos sin importar sus colores.
Con todo
ello vemos y afirmamos que el dinero corrompe; pero si sólo es un medio, es un
invento consensuado. ¿Cómo puede adquirir este poder propio del anticristo?
Para ello
debemos sondear el psiquismo humano, hemos de adentrarnos en sus oscuras
mazmorras y ver su oscuridad, sus miasmas.
Herman Keyserling
Herman
Keyserling lo estudió llegando a la conclusión de que lo que subyacía en este
estercolero era: 1º el “Miedo Originario” que no es la muerte, sino el atávico
del hambre y la miseria. Del esfuerzo por exorcizarlo aparece la necesidad de
la seguridad que, en nuestra civilización, se orienta a la propiedad o posesión
de recursos diversos. 2º el “Hambre Originaria” que más bien podría precisar como
“Avidez Originaria”. Él lo identifica como un instinto que tiende al incremento
sin freno y que, a no ser que tenga un límite estricto, puede desafiar a los
demás con agresividad. Este segundo aspecto se enfrenta a la búsqueda de
seguridad y lo desafía, creándose un conflicto entre el Miedo a la miseria y la
tendencia a laAvidez insaciable.
Esta
confrontación interna condena al Ser humano a un sufrimiento incesante, a una
necesidad de control, de represión y de que se someta a reglas que regulen y
sancionen la intensidad de ambas tendencias. Nos recuerda a la tópica freudiana
del instinto de vida o Eros y el Instinto de muerte o Thánatos con su
consecuente e insoluble conflicto en lo personal y lo cultural.
Para
mitigar o exorcizar el “Miedo Originario” hay que generar seguridad y ello se
hace a través de atesorar recursos materiales (dinero, propiedades, recursos,
etc.) que se consiguen en el medio de intercambio que es el dinero; para
conseguirlo hay que vender un tiempo de vida con su energía. Y que utilizan y
aprovechan los administradores del medio mediante productos financieros
diversos (ahorro, pólizas de seguros, acciones, etc.) y la propiedad de bienes
(dinero, propiedades, asalariados, poder, etc.).
Y cuando
acomete el instinto de “Avidez Originaria”, el egoísmo aflora como una bestia
insaciable conduciendo a poner en entredicho el principio de seguridad, a
arriesgar las propiedades con este fin; a especular y desafiar o luchar contra
otros para obtener más privilegios, más poder, más propiedades, más capital. Y
si lo logra, entonces al escalar a estancias de mayor poder, esta avidez puede
fluir más impunemente con los límites que imponga el sistema de control
jurídico o tercer poder.
Esta
concepción del ser humano movido por instintos y miedos inconscientes lo coloca
en un callejón sin salida e imposibilita su evolución. Es un tipo de darwinismo
en el que el más audaz, el más temerario y agresivo es el que mejor puede
triunfar y, por ello, se considera el más dotado y también modelo de
triunfador. En tal sentido la moral debe ser estricta y controladora para crear
un pacto social que permita la convivencia.
No cabe
duda que esto refleja la situación actual de nuestra cultura y determina el
papel de cada individuo enfrentado a sí mismo y a los demás, temeroso de perder
poder y ávido de conquistarlo a expensas de otros más débiles o menos dotados.
El propio
Keyserling intuyó que hay que conquistar una nueva condición de ser para
salirse de esta insatisfactoria e infeliz existencia.
Desde mi
punto de vista ontoenergético, el “Miedo Originario” no es algo instintivo,
sino una reacción defensiva al impulso expansivo de la vida en el aspecto
interno, centrípeto. Cuando el Ser humano se sentía parte de la Naturaleza, un hijo de
la misma, éste confiaba en que su madre le proporcionaría los recursos de
subsistencia; y sabía cómo y dónde obtenerlos. Y la colectividad, los demás,
siendo asimismo hermanos en cuanto a origen, se apoyan mutuamente
comprometiendo las propias vidas en el bien común, pues eso asegura su
existencia. Siempre el apoyo mutuo ha sido el motor de la evolución y del
progreso comunitario, al satisfacer la seguridad incondicionalmente. Cuando el
afecto, la acción y el conocimiento de una comunidad se unen y pone al servicio
de su supervivencia, ésta se siente segura y confiada, cuenta con un destino
común.
En cuanto
al Hambre o “Avidez Originaria”, vemos que tiene que ver con el bloqueo o
represión de la tendencia natural de expansión vital en el sentido externo,
centrífugo. La expansión vital consiste en la expresión de amor, de actividad y
de necesidad de conocimiento. La actividad y la necesidad de controlarse y
controlar el exterior surgen de la insatisfacción o pérdida del contacto con el
afecto, el amor. Sin afecto no hay apertura, no hay entrega, no hay confianza,
no hay fortaleza ni hay claridad. La carencia hunde al individuo en un dolor de
privación e insatisfacción y debe ser reprimido. Lo reprimido emerge cual fiera
enjaulada cuando logra escapar de su confinamiento desatando su energía hostil,
resentida, herida, rencorosa, celosa, envidiosa, de odio… al amor imposible
traicionado o prohibido.
Es el
deseo, el anhelo, la necesidad de dar y recibir afecto lo que nos vincula
socialmente, nos da seguridad y fuerza para asociarnos en acciones que
benefician a todos los individuos y permite compartir todos los recursos y
conocimientos disponibles en la comunidad por el bien común. Entonces la
apertura, la grandeza de corazón, la certeza en los propios recursos y la
intuición y la fortaleza o seguridad personal se dan y comparten.
En este
contexto, el dinero vuelve a ocupar su papel de intercambio de bienes y
servicios; mientras sea necesario para el funcionamiento social. ¿Por qué digo
esto?
El dinero
surgió como necesidad de intercambio cuando la adquisición y producción de
bienes y servicios suponía un gran esfuerzo. El valor que tenían los bienes y
servicios, su necesidad y su presencia debían considerarse de algún modo y así
se generó su “precio”. Pero entonces valor y precio iban de la mano. Fue cuando
los intereses de los intermediarios (mercaderes, prestamistas, etc.) crearon
productos de poco valor necesario, de estatus y mucho precio y convencieron de
su deseo de adquisición a los demás, cuando el equilibrio se rompió. Los
acomodados, con la ostentación reflejando su emergente poder, propiciaron el deseo
de los demás de copiar y emular, creándose necesidades innecesarias ligadas a
estatus de estratificación social. Y desde entonces, creándose castas
sacerdotales, monarquías e instituciones financieras, la situación se ha ido
sofisticando enormemente dando lugar a la complejidad y conflictividad de
nuestro mundo.
Con
la tecnología que libera al individuo del esfuerzo y del riesgo en la
producción de bienes y servicios, es por lo que el valor del medio de
intercambio pierde sentido. El trabajo cada vez es menos una obligación y se
convierte en una actividad ligada a la pulsión vital de actividad, asociada al
afecto y. El trabajo se transforma en una actividad de auto realización y, en
la medida, de que ello se de más compartidamente, el dinero pierde su función.
Esto irá a más en un futuro ya próximo, cuando las tres direcciones del impulso
expansivo sean fluidas en la mayoría de los pobladores de las sociedades del
mundo. La salud, la integridad, la autenticidad y el saber serán los motores de
cada uno de sus miembros y estos, dejando de ser autómatas, sometidos a la vida
estereotipada y rutinaria, se conviertan en auto realizadores, deseosos de
acceder almisterio del propio ser y
existencia y compartir sus dones, talentos y maravillas por el bien mutuo y el
equilibrio del sistema vivo planetario. Entonces lo importante se considerará en
valores y meta valores y el reconocimiento y meta recompensas serán sus
resultados y aspiraciones.
En vista
de todo lo dicho vemos que la condición del tema del dinero en la actualidad
responde a una interpretación egocéntrica y separatista que, disgrega y hace
difícil, el apoyo mutuo y, en cambio, favorece el egoísmo y la pugna de todos
con todos. Esta interpretación es neurótica y está relacionada con una carencia
primal de seguridad, apoyo y afecto de las que se deriva la Avidez Originaria de H.
Keyserling.
Si las
personas no nos cuestionamos el limpiar y descubrir las causas de nuestras
avideces, que se convierten en dependencias, no podremos salirnos de este
círculo vicioso. Sólo descubriendo el efecto transformador de contactar con el
Ser y el afán de sus valores nos posibilita la transformación. Estos valores
que surgen del Ser, existenciales, son universales y nos reúnen nuevamente
superando la competividad y favoreciendo la búsqueda de lo que nos separa. Los
valores y meta valores del Ser, al ser universales, nos agrupan sin renunciar a
la genuina expresión de la propia personalidad y creatividad. Cada uno tiene un
universo que aportar y compartir, de acuerdo con su naturaleza y todos nos beneficiamos
de ello. Esto que se comparte entre todos tiene un gran valor pero no tiene
precio; se da, se regala, se entrega. No hace falta el medio del dinero. Es el
mutuo respeto, el mutuo reconocimiento, el sentimiento de que uno es una
“autoridad” (de autor, no de poder) en tal aspecto, tema o talento.
Y desde
aquí vemos que la crítica, el juicio de unos a otros, el juzgarnos como buenos
o malos surge de nuestra mente impregnada de carencias, de inseguridades, de
temores hacia los demás. La confianza no se puede dar si uno siente que, en lo
profundo, ha sido herido y está enojado por ello. Cuando esta violación se
introyecta y se reprime, no lo recordaremos, pero su efectole hará desconfiado y temeroso a sí mismo y a
los demás; y consecuentemente la relación con el dinero manifestará de igual
manera reflejado la necesidad de ahuyentar la seguridad y el modo de canalizar
la avidez de llenar un vacío existencial.
Quedarse
en lo superficial, en lo aparente, en lo formal, nos ajusta a la estereotipia y
a lo rutinario, a lo banal e insustancial obligándonos a desear e imaginar actividades
evasivas y otras que nos excitan a fin de tener la sensación del vivir activo;
pero alejados de la fuente del ser, de la profunda fuente de afecto, de acción
y conocimiento. Permanecer en lo aparente sin preguntarse por lo propio del ser
es confundir el medio con el fin. El fin del dinero es el intercambio de bienes
y servicios, el medio pierde sentido y sólo se sustenta por la cantidad de ego
e importancia personal con el que se hincha. Por ello lo primero es librarnos
de la sobrevaloración del medio o agente instrumental, de todo aquello que
proyectemos egótico a lo superficial y de su componente ilusorio y fascinador.
Es como si queriendo clavar un tablón le diéramos la total importancia al
martillo y no a la función de la tabla ya clavada.
No nos cansemos de considerar que todo
cuanto utilizamos como bienes procede de la naturaleza y luego es transformado.
El valor que le demos a esta realidad dependerá de la concepción de lo humano
que tengamos. Es consecuencia de la concepción referencial. Si en la tradición
judeo-cristiana se considera que Dios creó el mundo y lo entregó al ser humano
para su explotación; y al ser humano infundiendo su aliento de vida, entonces
teológicamente y antológicamente el Ser Humano y Dios están directamente vinculados,
pero el mundo natural y material es de sustancia ajena a la propia sustancia de
Dios. Así pues, desde esta óptica, el Ser humano tiene todo el derecho a
explotar el mundo en su provecho y ello con el beneplácito divino. La otra
interpretación, de tipo pagano, es que tanto lo material como la consciencia
procede de la fuerza creativa cósmica y no es algo ajeno ni separado de ello
antológicamente, por lo cual tanto lo inorgánico como lo orgánico y la
consciente procede de un único y absoluta fuente originaria. Desde los valores
del Ser nos damos cuenta de que no somos dueños de la naturaleza, sino que
somos parte de la naturaleza; de ella surgimos y en ella evolucionamos
convirtiéndonos en humanos de igual modo que todos los demás seres han surgido
de ella y evolucionado, y todos (vegetales, animales, humanos) tenemos derecho
a sus bienes y sustento. Así, pues, no hay nada que comprar, pues pertenecemos
a la Tierra,
tan sólo se nos confía una pequeña fracción de la misma para satisfacer
nuestras necesidades; y tenemos la responsabilidad de su justa y eficiente
utilización en nuestro provecho juntamente con el de todos los demás seres
humanos y no humanos que también proceden y son parte de ella. Somos
depositarios, se nos confía su justa administración y se nos autoriza un título
por el cual asumimos la responsabilidad de su utilización y aprovechamiento
considerando el bien común. Esto es lo que jurídicamente dispone el título de
propiedad: la responsabilidad ética de su utilización en el bien común. El
traspaso de este título de compromiso y responsabilidad para el bien general es
el fin y el medio es el dinero. Nunca lo olvidemos. Nos ha sido concedido a
cambio de nada y el traspaso no debe ser objeto alguno de especulación.
Caminamos
hacia una solución transitoria de este problema respecto al dinero cuando
sentimos y apoyamos que lo que destinamos al bien personal siempre incluya el
bien común y general. Lo que me produce bien, bienestar y me satisface también
contribuye al bien y bienestar de los demás. Así el reparto de los bienes queda
asentado en la sinergia; otra opción es la deaquel que habiendo conseguido abundancia (riqueza) por sus méritos, la
entrega repartiéndola entre los desfavorecidos. Así su mayor riqueza no será de
tipo material, sino reconocimiento y admiración por parte de los demás. Y esa
riqueza de reconocimiento ya no es un medio, es una realidad. Aquí también
vemos la sinergia en acción. Ambos ejemplos nos sugieren el paso intermedio en
el proceso de superar la necesidad del dinero como medio de distribución y
reparto de bienes y servicios sociales. Quien lo pueda ver y entender ya está
en el camino.
Acabada
esta redacción me ha llegado un hermoso vídeo titulado en español ¿qué harías
de tu vida si el dinero no importara? Con un discurso de Alan Watts. Ya lo he
compartido hace poco., pero ahora lo incluyo como complemento del tema.