La Homosexualidad masculina
y femenina neurótica
5ª parte de Orientaciones
de género y neurosis
Leyendo los anteriores escritos de esta serie nos
damos cuenta de por qué el tema de la homosexualidad resulta tan fascinante en
nuestra cultura.
Nuestra tradición cultural que denominamos
“Occidental”, en realidad es de origen Oriental. Nació en la zona caucásica al
Sureste de Asia hace unos 6000 años, poco después del fin de la última
glaciación (Würm). Se ha caracterizado por un patriarcado que velozmente se
expandió por conquistas militares.
Esclavos de Sumeria |
Las primeras
civilizaciones estrictamente patriarcales fueron las Sumeria y Acadia, en la
vertiente sur del Cáucaso haciendo de Mesopotamia sus primeros imperios. Desde
allí influyó progresivamente todo el Cercano Oriente y el Norte de África. Se creó el Imperio Egipcio con sus faraones.
Numerosos pueblos belicosos trataron de controlar la zona desde la Península de
Anatolia hasta el propio Egipto en innumerables guerras. Entretanto, a través del comercio, en manos de los fenicios, esta
ideología se fue trasladando hacia Occidente por ambas orillas del
Mediterráneo.
Guerras Púnicas (Cartago y Roma) |
Otros imperios
aparecieron expandiéndolo por el mundo conocido, como el Alejandrino hacia
Oriente hasta llegar a la India y el Cartaginés y Romano; el primero en la
orilla sur del Mediterráneo y el otro por la orilla norte Mediterránea,
con su choque estratégico en la Península Ibérica, especialmente en el Estrecho
de Gibraltar (Las columnas de Hércules). Triunfó Roma dando lugar al mayor
imperio de la antigüedad y el Mediterráneo se convirtió en el “Mare Nostrum”. Una gran parte de Europa quedó sometida al
imperio. Tras la caída
del Imperio Romano occidental, con el inicio de la Edad media se empezaron a
esbozar los estados modernos bajo la influencia del extinguido pero admirado
Imperio Romano y sede oficial del cristianismo partir del momento en que se hizo su religión
oficial. En Oriente Próximo triunfó una nueva religión, el Islam, y pronto se
expandió con el califato hacia Oriente por Asia y hacia Occidente por el norte
de África. Con el imperio Carolingio en Centro-Europa
se trató de recrear una versión nueva de imperio inspirado en el
romano-cristiano.
Una vez creados los estados modernos en Europa, éstos se lanzaron a una carrera imperialista de conquista
de todo el resto del mundo que se iba descubriendo: España , Portugal, Francia,
Inglaterra, Alemania, etc., que
sangraron Europa con sus guerras y sometieron a conquista y colonización a África, América y también los Océanos Indico y
Pacifico. Destruyendo culturas y civilizaciones autóctonas.
Todo esto es la aclamación de una ideología patriarcal y autoritaria, desde la
antigua Metoposcopia a lo que denominamos actual “Civilización
Occidental”.
Ideología basada en el poder, encabezado en unos
valores hegemónicos masculinos, siendo la mujer menospreciada y denigrada; sólo
útil como gestadora, cuidadora de
progenie y hogar y objeto de explotación erótica. Pugna
civil que aún en nuestros días está produciéndose con algunos avances
victoriosos. Nuestra civilización occidental, heredera de la tradición
patriarcal milenaria ha convertido en algo esencial los valores masculinos y
femeninos oponiéndolos en una relación asimétrica de dominio-sumisión. El
núcleo esencial de nuestra sociedad se basa en la familia como una institución
reproductiva y económica. La masculinidad, así como la feminidad tienen unos
estrictos valores que se consideran esenciales y, por ello, sus relaciones de
dominio-sumisión también lo son. La sexualidad queda firmemente fijada en la
reproducción en el seno de la institución familiar, la revolución de los contraconceptivos ha permitido reducir su rigor, pero
sigue manteniéndose así.
En base a ello se
ha realizado y, aún hoy en día se da, la construcción de dos géneros esenciales
(masculino y femenino), las desviaciones a los atributos de esta visión esencialista binaria era considerado, y aún lo sigue siendo, una
tara o enfermedad a la que combatir. En este contexto se define la
homosexualidad como algo no natural. Como, a pesar de la dura represión, se
mantiene y en ningún momento de la historia ha desaparecido;
ha sido un tema que ha producido y aún produce una interesante fascinación e
interés.
Incluso en la Antigua Grecia y Roma en la que los
clanes dirigentes y acomodados la practicaban con sus pupilos era privilegio de
las clases altas, la mujer seguía ocupando el puesto de servidumbre y en las
clases bajas no se daba, el afán era sobrevivir; y con mayor razón en la
institución de esclavitud.
Afortunadamente la apertura actual del concepto de género
ha facilitado su digna visualización y de la lucha por los derechos de igualdad
civil. Pugna que está lejos de concluirse. Lo bueno de esta fascinación es que
se ha incluido en el ámbito de la investigación científica su etiología y
actualmente se sabe que hay condiciones y circunstancias llamadas epigenéticas
que la pueden generar o, al menos, predisponer. Y también se sabe que esta
tradición autoritaria de origen patriarcal no es esencial, sino un componente
cultural que ha generado y genera el estado patológico que llamamos neurosis;
la propia neurosis asimismo puede generar una modalidad de homosexualidad que
denomino neurótica.
Estoy convencido de que si la cultura no fuera (o lo
fuera en muy poca medida) neurótica, no tendría ningún sentido hablar de
homosexualidad. Al no darse una visión cerrada, estricta y binaria de género,
el concepto tanto de masculinidad como de feminidad serían abiertos
contemplando diversidad de posibles masculinidades y feminidades; como, asimismo, diversidad de formas de amar y de
relación entre ellos. En tal contexto resultarían tan absurdos los términos
“gay”, “lesbiana”, “transexual”, etc., como masculino, femenino y heterosexual,
en el sentido que actualmente les damos. Y sería totalmente acertado considerar
como sanos y genitales a todas estas personas. Su potencia orgásmica sería
satisfactoria fuese cual fuere su sexualidad, al no darse aspectos neuróticos.
No nos encontramos en esta cultura, puede considerarse
como utópica, pero en nuestras manos está la posibilidad de facilitar su
aproximación. La presencia de la neurosis colectiva lo impide, la sana
genitalidad lo favorece.
Muy arraigada está la idea de que todo cuanto no sea
el binomio masculino-femenino como manifestación de género esencial es algo
extraño y por ello merece esfuerzos de reeducar o curar, y quienes se resisten a ello resultan en
marginales. Muchos terapeutas de todas las tendencias han abordado el tema en
este sentido, considerando la homosexualidad como un fenómeno patológico,
desviado y hasta vicioso. Actitud con la cual hacen el juego a la neurosis de
la cultura que enferma a quienes no lo son, que produce dolor y sufrimiento
innecesario, que arruina la felicidad de
muchas personas que no pueden o no quieren someterse al binomio esencialista de
género.
Se sabe que siempre
ha habido un % de homosexualidad en el género humano. Siempre ha existido y que
de colectivo humano a colectivo humano tiene ciertas variaciones debido a su
aceptación, grado de tolerancia o persecución. Incluso en la actualidad hay
lugares donde la práctica homosexual está castigada con pena de muerte.
En lineas generales, con tales variaciones y
dificultados para valorarla y definirla,
perece que la proporción podría estar entre el 10% y el 20% en el mundo.
Esto apoya la conclusión de que debe incluir su etiología aspectos biológico-genéticos, pero las investigaciones no determinan
alteraciones genéticas que se transmitan de una generación a la siguiente, sino
que acontece de una forma aleatoria haya o no ascendentes homosexuales. Hijos
biológicos de homosexuales pueden no serlo, hijos de heterosexuales pueden
serlo en la misma proporción que los otros. Por ello lo que actualmente mejor
lo explica es la teoría epigenética. Démonos cuenta que si el ser o no ser
homosexual es cuestión de mera posibilidad de que un gen o conjunto de genes se
activen mediante alguna encima y produzcan justamente en la etapa fetal de
diferenciación de sexos un exceso, un defecto o la justa medida de testosterona, entonces cualquiera podría serlo independientemente
del género de sus padres y de las condiciones culturales y sociales. No es
ningún menoscabo de su condición de educación, desempeño y dignidad humana; tan
sólo un aspecto cualitativamente manifiesto de esas diversas masculinidades y
feminidades posibles; y digo diversas posibles por no ceñir rígidamente este binomio
pretendidamente esencial.
La única esencia es la humana y se acompaña de la
dignidad de ser persona. Lo demás son variedad de cualidades que se barajan en
el ejercicio de manifestar el propio potencial humano en todos sus aspectos. La
auto-realización no se somete a ninguna rigidez cultural, las subvierte a todas
y es, esencialmente, un fenómeno auto creativo.
Dicho esto y volviendo a lo que ya he reiterado muchas
veces, nuestra cultura occidental autoritaria patriarcal no puede ser otra cosa
que neurótica, es decir que separa en la personalidad lo auto creativo y le
opone el ejercicio del poder coercitivo, negador de la creatividad. ¿Cómo
mantener integridad cuando a la libertad de ser se le opone la obligación al
sometimiento sea evidente o camuflado; sea manifiesto o también latente?
A partir de esta introducción, en esta exposición,
trataré más específicamente la problemática de la homosexualidad de origen
neurótico (HN) en un primer lugar
refiriéndome a la masculina y a continuación la femenina. Veremos que en ambas
hay muchos puntos coincidentes así como sus aspectos exclusivos.
En primer lugar es importante aclarar que aquella
persona que pasa por una experiencia homosexual no debe ser considerada como
homosexual; puede deberse a circunstancias como la imposibilidad de
acercamiento al otro sexo sin cuestionar la preferencia heterosexual; en
ocasiones el impulso sexual es muy potente y se agarra a las posibilidades
disponibles de satisfacción.
Con la consciencia de ser, tomamos contacto con la
propia individualidad y la de los demás. Entonces sentimos el peso de la
soledad asociada a la individualidad y a un sentimiento sutil de no estar
completos, de que nos falta alguien con quien sentir la rotundidad, la
complementariedad; y, aunque se trate de un componente de la fantasía, tiene
mucha importancia en el género humano pues
nutre la sensación de que la vida tiene un sentido, a falta de una auto
realización trascendente. El impulso sexual como aspecto biológico y
existencial cumple satisfaciendo esta necesidad, mitigando y superando el
sentimiento de soledad por individualidad.
En segundo lugar dejar claro nuevamente que la
homosexualidad no es una patología, sino una cualidad de la personalidad
expresada en una preferencia de género, dado que hoy en día aún se toma como
referencia la diferenciación esencial de genero en masculino y femenino, algo
impuesto por la tradición patriarcal imperante.
En tercer lugar la actitud o personalidad homosexual
neurótica (HN), lo que nos ocupa en este escrito, que añade a lo anterior algo
mucho más complejo. La persona homosexual de origen neurótico se ha visto con
potentes dificultades que han imposibilitado su correcta evolución hacia la plena
genitalidad heterosexual. Ha experimentado severos bloqueos en las etapas
de desarrollo psicosexual. En la etapa
infantil, además de la progresiva disolución de la tendencia simbiótica con la
madre con la gestación y la fase oral, la sexualidad se centra en uno mismo, se
satisface a través del amor y placer en los propios sentimientos y sensaciones
eróticas. Es por la masturbación como expresa su auto-amor, con el sentimiento
y el placer del contacto de las manos con los genitales.
Se aprecia en el homosexual neurótico que este mismo
fenómeno se da, pero en su inconsciente. La persona a la que ama,
inconscientemente, es la imagen
proyectada de sí mismo; en este sentido se aproxima y tiene mucho en
común con el auto-amor manifestado por la masturbación infantil. Este
homosexual se ama a sí mismo en el otro y simultáneamente, a un nivel
consciente, se une con la otra persona manifestando el impulso de relación
afectiva y sexual adulta. Vemos, pues, que la homosexualidad neurótica es una
combinación híbrida del auto-amor de la infancia con el intento de un amor
adulto heterosexual. Este homosexual se
ama a sí mismo en el otro y también se une con la otra persona en el intento de
establecer una relación madura. Este
tipo de relación, algunas con contacto sexual, con frecuencia la podemos
encontrar entre chicos-as pre-adolescentes; por ello se puede considerar a este
tipo de homosexualidad como un estado de desarrollo interrumpido en esta etapa.
En la personalidad HN aparecen complejas
contradicciones, siendo difícil imaginárselas. Cada aspecto, tanto fisiológico
psíquico, siempre está sujeto a una doble interpretación. En él, cuando está en
psicoterapia, hay que elucidar cuidadosamente cada una de las fuerzas
neuróticas que distorsionan y limitan su personalidad.
También en la
HN aparece un fuerte componente de masoquismo en la personalidad. El niño-a se
considera el centro del universo y reacciona con enojo ante cualquier
frustración de sus necesidades. Debido a que su sistema muscular no está lo
suficientemente desarrollado como para expresar este enojo mediante un
comportamiento agresivo, el niño reacciona llorando, chillando, escupiendo,
tirando cosas, etc. Este tipo de comportamiento suele provocar el desagrado de
la madre y además ocasionarle mayores frustraciones o castigos. Aunque
puntualmente parezca salirse con la suya, se trata de un conflicto que no puede
ganar. No tiene otra opción que reprimir esta hostilidad y enojo, creando la
condición que llamamos masoquismo psíquico. En este tipo de masoquismo es el
sentimiento de humillación lo que sirve como estímulo necesario para
desencadenar la excitación sexual una vez adulto.
Esta problemática se funde con la de tipo oral propia
de la actitud materna “cercana-atadora-íntima” con la proyección “Este hijo/a
me satisfará”; y después a la problemática edípica como veremos más adelante.
Sólo la confluencia de estas tres problemáticas neuróticas tiene la fuerza
suficiente para desencadenar este tipo de homosexualidad.
La Homosexualidad Masculina Neurótica (HMN)
En este tipo de homosexualidad asimismo se da un
intento inconsciente de establecer una relación heterosexual. Uno o ambos
integrantes de la pareja imagina inconscientemente que el otro es del otro
sexo, aunque conscientemente tenga claro que no lo es, pudiéndose luego
invertir los papeles.
Si el HMN exterioriza en forma simbólica un acto de
amor heterosexual ¿por qué no puede hacer lo mismo en la realidad? La respuesta
implica la presencia de miedo a la mujer. Dándose este miedo, es claro que a un
nivel más profundo se encuentran sentimientos hostiles hacia la mujer. Tienen
que ser muy profundos y reprimidos porque si pudiera exteriorizarlos, sería
posible establecer alguna relación heterosexual.
El miedo y hostilidad reprimida hacia la mujer no puede
manifestarse abiertamente, lo hace a través de “actuaciones” que, dada la aguda
sensibilidad, ingenio y creatividad, suele expresar en obras e ideaciones en
las cuales la mujer suele ser expresada de un modo peyorativo, dominante
egoísta, insensible y hasta cruel.
El problema del
HMN, en un primer lugar es un conflicto con la mujer y secundariamente incluye
los sentimientos hacia los hombres.
El material que aparece en la psicoterapia indica que
la combinación de una madre seductora que liga a su hijo emocionalmente y un
padre que lo rechaza, con mucha frecuencia es responsable de que su hijo
devenga en homosexual.
Se da una dinámica familiar en la que la situación
edípica es muy fuerte, el niño se enfrenta a una imposibilidad de resolver los
sentimientos incestuosos hacia la madre; y si además esta le transmite, con
frecuencia de modo sutil, que se sacrifica y se da del todo por él, entonces el
sentimiento de culpabilidad se hace muy potente, intolerable. Entonces el niño,
como medio para reducir o suprimir la culpa, suprime los sentimientos sexuales,
El único medio para lograrlo es conseguir una motilidad (movimiento espontáneo)
mucho menor en el cuerpo, dejar el cuerpo como amortecido y así se elimina este
conflicto. Pero es imposible vivir con un cuerpo en este estado, alguna válvula
de seguridad debe darse; y en el HMN se da en forma de un órgano sexual
excitado. Así se evita el sentimiento de castración, pero abandona su sana
sexualidad.
Es muy específico del HMN la preocupación y el interés
desmedido por los genitales, si no los propios, el de los de otros hombres.
Esta fascinación por los genitales masculinos nos recuerda los cultos de
religiones antiguas en la adoración del falo, como en el culto a los sátiros
propios de Grecia y Roma; pero allí era un símbolo arquetípico de la
fertilidad; ahora en el HMN es lo contrario, de la represión y supresión de
vitalidad y sentimientos sexuales. Por medio de este interés cautivante se
exterioriza simbólica e inconscientemente el sentimiento negativo hacia sus
padres, la sociedad que les representa y a sí mismo. Por ello a menudo
apreciamos actitudes de desdén y oposición de los valores manifiestos en la
persona media. Muestra una aguda crítica de la cultura imperante que
frecuentemente se expresa en términos y actitudes satíricas, sarcásticas y cínicas.
Como iba diciendo el intento de apagar y suprimir los
sentimientos sexuales exige aplicar el mecanismo de rigidez corporal, así como
el de tendencia a la hiperactividad manifestándose en la necesidad de cambios
frecuentes de posturas y en la actitud compulsiva de mantenerse atareado.
Se sabe, y en bioenergética se tiene muy en cuenta,
que la sexualidad es una función del cuerpo en su totalidad. Normalmente el
cuerpo retiene la excitación vital hasta que se da una situación apropiada para
su desahogo mediante la actividad sexual. Pero cuando el cuerpo se encuentra
amortecido o muy tenso, entonces no puede contenerse la excitación, se
sobrepasa la represión, y ésta carga intensamente los genitales con una urgencia
de descarga inmediata y a la mente con una ideación fantasiosa o imaginativa de
índole lujuriosa.
En conjunto la actividad HMN tiene un componente
compulsivo, es una manera compulsiva de sexo; proviene de la necesidad de estimular el cuerpo, es decir, de rescatar
los sentimientos sexuales suprimidos. Presenta un intenso miedo de acercamiento
a la mujer y también la incapacidad de experimentar una auto entrega mediante la masturbación (que implica
una potente culpabilidad inconsciente). Así, este tipo de homosexual, se sitúa
en una posición desesperada viéndose impulsado, a veces irracionalmente, a
encuentros homosexuales, en ocasiones promiscuos, con sus riesgos y que suelen
concluir en aventuras insatisfactorias.
Está claro, asimismo, que las relaciones de HMN pueden
durar muchos años; lo que resulta dudoso es que pueda proporcionar la
suficiente satisfacción a ambos amantes para constituir una forma de vida con
sentido propio. La dificultad propia de este tipo de personalidad homosexual la
hace zozobrar; ya que una parte de la pareja, generalmente, se siente atrapada
en la relación y no encuentra la manera de salir.
He dicho antes que una madre emocionalmente perturbada
e inmadura transfiere el anhelo sexual a su hijo, no conscientemente, sino mediante
exteriorizaciones de todo tipo (seducción,
invitándolo a cierta intimidad física, compartiendo confidencias,
desalentando relaciones con chicos y chicas, etc.) Se dice que la madre del HMN
es “cercana-atadora-íntima”. Ata al niño a ella (ella se dice a sí misma y
transmite conscientemente que “este niño mío me satisfará”), pero no se puede
pasar por alto el significado sexual inconsciente de este sentimiento: “el niño
es el amante de su madre”.
El resultado es la creación de una excitación sexual
en el niño que le resulta imposible de manejar.
No puede rechazar a su madre y tampoco puede expresar
sus sentimientos sexuales hacia ella. No le queda otra opción que cortar de
raíz estos sentimientos reprimiendo la vitalidad de su cuerpo.
En tales
situaciones familiares el padre acostumbra a ser tan neurótico como la madre.
Con frecuencia el padre experimenta celos ante esta relación madre-hijo y
siente hostilidad hacia el niño.
Así, el padre puede reaccionar negativa y
críticamente contra el niño (en parte como autodefensa), incluso tratándole o
llamándole “marica”. Este padre, de este modo, deviene en un referente
masculino turbio con quien el niño inconscientemente se identifica y, en base a ello, forja
sus propios patrones de conducta. La hostilidad del padre hace aún más difícil para el
niño rechazar a la madre; y ella cumple la función , además, de su protectora
frente al padre hostil.
Este problema
edípico resulta insolucionable cuando reúne sentimientos orales y genitales. El dilema
del HMN es la incapacidad de renunciar a los primeros en favor de los segundos,
de renunciar al funcionamiento infantil en favor del adulto.
La HMN puede
ser tanto el resultado de la exteriorización inconsciente de los sentimientos
de los padres sobre los niños, como la manifestación
de los sentimientos reprimidos que este tipo de homosexual experimentó hacia
sus padres. En todo homosexual neurótico se manifiesta esta tendencia. Asimismo
son relaciones que, en diverso grado, se dan entre heterosexuales (por influjo neurótico); se
encuentran caracterizados invariablemente por la ambivalencia entre amor y
odio, miedo y hostilidad, dependencia y resentimiento, sumisión y dominación;
frecuentemente marcados por el comportamiento sádico de uno (el que domina)
frente a la sumisión del otro integrante de la pareja.
La HMN se
manifiesta en relaciones de dominación y sumisión, algo propio de la neurosis,
de modo que los expresiones “activo” y “pasivo” resultan engañosas. En algunos
momentos son activos, en el siguiente resultan pasivos con la misma pareja u
otra; y estos roles también pueden ser consecutivos durante una misma experiencia sexual; pero en toda
relación HMN uno de los integrantes es dominante y el otro sumiso; así se
manifiesta el ancestral conflicto neurótico de nuestra cultura.
En el proceso
psicoterapéutico habitualmente encontramos que el HMN está emocionalmente
apagado. Fuera de estímulos actuales desencadenantes, ni la rabia, ni la
tristeza son fáciles de expresar para él y los sentimientos como entusiasmo y
gozo a menudo están ausentes. En ocasiones algún HMN destaca como un gran
hombre, satisfaciendo el deseo consciente de su madre; pero generalmente se
encuentran confinados en su propia armadura protegiéndose a sí mismos ante sus
sentimientos sexuales. Las dos únicas áreas vivas son su mente y sus genitales.
La ausencia de
vida emocional a nivel somático corre paralelamente con la falta de vitalidad
en el cuerpo. El tono, color y aún calor de su piel son pobres. La
espontaneidad en el gesto y el movimiento por lo general no se da y la
movilidad del cuerpo se aprecia marcadamente disminuida.
Las
actividades sexuales de los HMN son menos una expresión de un fuerte impulso
sexual que de la necesidad de sentimiento sexual (vitalidad y apasionamiento).
Por extraño que parezca el HMN se procura el sentimiento y la pasión que
necesita mediante el mismo mecanismo que en origen fue el responsable de su
problema, es decir, mediante la identificación. Se identifica con su pareja y
deriva vicariamente (como sustituto) gran parte de su excitación. Es tanto
actor, como escenario, sujeto y objeto de la experiencia. Lo que le hace al
otro lo experimentó anteriormente a manos
de su madre y padre; estos son los sentimientos que causaron su pérdida
de vitalidad. Mediante su maniobra homosexual, invirtiendo el sexo, la
culpabilidad asociada a sus sentimientos incestuosos y hostiles hacia la madre
son evitados. Solo se puede sentir suficientemente vivo dentro de una relación
homosexual.
Ya dije que el
comportamiento HMN está determinado por una mezcla de elementos de “auto-amor”
infantil y el sentimiento sexual adulto; sus acciones pretenden combinar la
necesidad de auto completamiento con la necesidad de unión con otra persona.
Consecuentemente
en la experiencia de este homosexual los genitales no pierden el sentimiento,
más bien consiguen lo contrario. El contacto homosexual les deja los órganos
genitales con más sentimiento que antes; así se hace más consciente de su
órgano genital y por ello se siente menos ansioso respecto a él. El HMN no
busca el contacto sexual porque esté sexualmente excitado, más bien busca este
contacto para conseguir excitación sexual. Se trata de un fenómeno sensual
resultado de la supresión de los sentimientos sexuales. Aunque en la infancia
durante el periodo de latencia se mitigue el sentimiento sexual, sigue
persistiendo la percepción de la sexualidad. El HMN no suele pasar por el periodo normal de
latencia. Como chico muestra más curiosidad de la habitual por la sexualidad
propia y adulta, terminando en esta extraña preocupación por la sexualidad que
caracteriza su comportamiento y su manera de pensar. Es como si los
sentimientos sexuales, que se perdieron en el cuerpo, resurgieran en la
imaginación y la fantasía. Se hace muy consciente de sus genitales y de su
ideación, pero el cuerpo queda in afectado por la experiencia. El corazón no es
tocado y es este hecho el que produce la sensación interior (corporal) de falta
de satisfacción con la que siempre se encuentra en lucha.
Su cuerpo no
puede tolerar los sentimientos heterosexuales. Los combate “haciéndose el
muerto”, es decir volviéndose entumecido y paralizado, sin sentimiento. El acto
homosexual es una reacción a esta parálisis y falta de vida; es un intento de
superar las sensaciones genitales.
Ya he dicho en
escritos anteriores que en todo individuo esquizoide hay cierto grado de
homosexualidad, por ello también se puede afirmar a la inversa. En tal
homosexualidad de origen neurótico aparecen mecanismos esquizoides.
Tampoco me
canso de repetir, aunque pueda parecer pesado, que la problemática neurótica
que se manifiesta en este modo de homosexualidad, desde la vertiente, sea gay o
lesbiana, requiere una labor en dos frentes; tanto desde la vertiente física
como desde la psicológica. En la vertiente física es necesario reconocer y
remediar el hecho de disponer de un cuerpo con poca vida o respuesta vital, lo
que es el aspecto tangible de esta manifestación homosexual. Para sanar este
aspecto es necesario incrementar la respiración, creando más sensaciones
físicas con sus respectivos sentimientos y reduciendo el estado de tensión
muscular.
En la
vertiente psicológica debe analizarse detenidamente las relaciones con el sexo
opuesto implicando a todo el conjunto de su personalidad. La persona se ha de
dar cuenta de que el miedo, la hostilidad que profesa y el menosprecio que
alberga hacia el sexo opuesto forma parte de su personalidad y tiene raíces
históricas en su dinámica familiar infantil, y estos sentimientos deben
manifestarse, expresarse y liberare en el transcurso de las sesiones
psicoterapéuticas y no caer en la compulsión de proyectarlas inconscientemente
en su vida cotidiana. Se explora la relación con sus padres para descubrir en
tal dinámica histórica la fuente de estos sentimientos dolorosos, defensivos y
hostiles hacia el sexo opuesto. Y, al tiempo, es de vital importancia que el
paciente logre la auto entrega suficiente que le permita conseguir la auto
satisfacción, mediante el goce de su propia sexualidad masturbándose y
abriéndose al gozoso sentir de su vida vibrando dentro de sí.
No sobra
decirlo, aunque parezca tonto. El/ la homosexual de origen neurótico, como ya
he indicado en anteriores escritos, manifiesta un alto grado de sofisticación
sexual y, excavando a cierta profundidad se encuentra un amplio filón de
culpabilidad sexual relacionada con la masturbación. No es que aborrezca y
condene esta práctica. Es que siente que no le satisface o desea para sí,
aunque puede hacerlo incluso lujuriosamente con su pareja. Se trata de la culpa
infantil ligada a los sentimientos incestuosos hacia la madre (si es niño) o el
padre (si es niña), puesto que son los objetos sexuales en las fantasías que
acompañan las tempranas experiencias masturbatorias.
La alteración
principal biológica que acompaña a esta forma de homosexualidad neurótica es la
falta de movilidad y de sentimiento en el cuerpo. Asimismo se dan otras alteraciones, como la disminución respiratória, la dificultad de manifestar impulsos agresivos tales
como el de dar patadas y pegar, así como las tendencias conflictivas de chupar
y morder. Además este tipo de homosexualidad suele mostrar una potente
inhibición de las funciones anales. Vale la pena explicarse con mayor detalle.
La tensión
diafragmática e intercostal que impide la expansión afectiva mediante la
respiración, reduce el sentimiento corporal y limita la energía vital
disponible para acciones agresivas. En ellos/as el fuerte deseo por la madre y
su hostilidad hacia ella, a nivel oral los paraliza (antes de los dos años).
Seguidamente el temprano y severo entrenamiento de limpieza fecal, en el cual
también la madre desempeña el papel dominante, puede conducir a una actitud
sumisa y pasiva que encubre un sentimiento anal inconsciente. La causa que
induce la dificultad e incluso incapacidad de un paciente, sea o no homosexual,
para dar patadas con ritmo, fuerza y sentimiento, a menudo se puede rastrear
hasta una tensión muscular crónica en las nalgas y muslos, resultante de
ansiedades anales infantiles.
En los
ámbitos, orales y anales el/la homosexual de origen neurótico se halla en
conflicto con la madre. En ámbito genital el conflicto con la madre se da en el
varón (edípico), con la consecuente diferenciación en la mujer que ya veremos
más adelante en detalle. Conflictos que tuvieron que reprimir en interés de su
supervivencia. La represión de estos conflictos les hace casi imposible
relacionarse con el otro sexo, dado que cualquier relación significativa tiende
a evocar, en el terreno inconsciente, los problemas originales.
Así, en el HMN, al
hacerse hombre, puede evitar este dilema y “exteriorizar” la relación con su
madre de forma simbólica (las partes prohibidas de la madre son transformadas
en rasgos y órganos masculinos: nalgas = pechos, pene = pezón, ano y boca =
vagina). Y en la mujer en órganos femeninos: nalgas y pechos = pechos; clítoris
y labios genitales = pezón; ano, boca y vagina = vagina). El /la homosexual de
origen neurótico ha quedado fijado en el estadio oral de desarrollo, debido al
sufrimiento y privación en este estado; y por otro lado, suele observarse, en
muchos casos, que tratándose de un niño, fue tratado con mucha indulgencia por
su madre.
Es indudable
que la persona homosexual de origen neurótico fue privada del placer erótico
que el/la bebé obtiene del pecho y del contacto con el cuerpo de su madre (del
placer erótico pre-genital) que este ofrece.
Tampoco es
raro que la madre del homosexual que nos ocupa explote el tener placer de tipo
sexual o erótico al dar el pecho por sus propias carencias o necesidades, transformando,así
a su niño-a en un objeto sexual. Entonces la criatura en vez de ser la
participante activa en la relación, es forzada a adoptar una posición pasiva.
No es su placer erótico lo importante, sino el de su madre. Otro aspecto a
considerar es que la excitación sexual de la madre para su criatura (siente las
respuestas, el ánimo, los sentimientos de su madre como abrumadores) y no
dispone de ningún mecanismo para descargar esta excitación. Por consiguiente,
la madre que utiliza así a su hija-o inconscientemente, debido a su sentimiento
de culpa, le prohibirá cualquier actividad sexual, especialmente la
masturbación. El resultado de ello es un aumento de la fijación incestuosa con
ella hasta el punto donde no obtenga resolución.
Cuando una
madre efectúa frecuentes lavativas a su hijo-a, simbólicamente le está realizando un acto sexual; la práctica
compulsiva de poner lavativas en caso de cualquier molestia intestinal puede
ser la exteriorización en su hija-o del propio insatisfacción de ser mujer.
La Homosexualidad Femenina Neurótica (HFN)
Como en la edición masculina, la HFN tiene un
componente compulsivo de expresión del sexo y con él se pretende rescatar los
sentimientos sexuales reprimidos; presenta un temor al acercamiento al hombre y
también una dificultad en obtener una auto entrega mediante la masturbación, lo que implica sentimientos
potentes e inconscientes de culpabilidad. Todo ello la empuja a la búsqueda de
contacto y relaciones homosexuales. La convivencia de una pareja homosexual así
puede mantenerse durante muchos años, pero los propios elementos constituyentes
de este tipo de homosexualidad femenina suelen hacer fracasar la pareja, pues
una o ambas se pueden sentir atrapadas en este tipo de relación y no dar con la
manera de salir sin dañar a la otra parte agudamente.
En la HFM aparecen dos tipos de personalidades que se
complementan y suelen constituirse en pareja.
En primer lugar tenemos la imagen de una mujer que
parece intentar ser como un hombre, muchas veces en estética, porte e incluso
en musculación. Este tipo de mujer suele ocupar un puesto relevante, con poder;
como jefa de un apartamento en el trabajo. Este tipo de mujer lesbiana de
origen neurótico que adquiere rasgos masculinizados, es bastante imponente,
puede ser impositiva y ejercer como ejecutiva exitosa en sus modos y actitud.
Suscita por detrás, a sus espaldas, comentarios despectivos a esta actitud
tanto de sus iguales como de sus subordinados.
Bioenergéticamente esta HFN, a pesar de su apariencia
energética y poderosa, posee relativamente poca vitalidad que oculta bajo su
coraza de poder.
Como en toda homosexualidad de origen neurótico
utiliza las relaciones lesbianas, sexuales, de modo compulsivo para mantener
una suficiente sensación de sentimiento en su cuerpo.
Veamos la dinámica familiar que puede generar este
tipo de personalidad.
Son personas que han crecido y sufrido con madres
fuertes, agresivas y, al tiempo, sufrientes y sufridoras. El malestar en tales
madres hace que lo liberen de forma más o menos inconsciente hacia la hija en
forma de hostilidad. La niña, consecuentemente, le tiene miedo. El aspecto
neurótico obsesivo-compulsivo es
probable que se fije en un interés y preocupación por todos los
orificios de su hija, quizá con especial hincapié en las funciones excretoras, quizá con la administración de
frecuentes lavativas; lo que, a su vez, consigue que con estas violaciones de
su interioridad, la niña se contraiga por temor y angustia y enlentezca su
ritmo intestinal, cerrándose un ciclo vicioso realimentando, y desarrollando
fuertes tensiones alrededor de los orificios objetos de interés obsesivo
materno.
La niña teme a su madre, pero al tiempo siente
simpatía y comprensión por ella identificándose al admirarla. Para que esta
identificación se dé a pesar del temor que suscita, debe existir previamente
una necesidad por carencia de satisfacción oral y de contacto corporal,
quedando en ella carencias y fuertes deseos orales.
Ya he reiterado en diversas ocasiones que las
contradicciones en la personalidad de las personas homosexuales de origen
neurótico son muy complejas, costando bastante imaginárselas. Así cada aspecto en el ámbito psíquico y
físico está sujeto a una doble interpretación. Y el hecho de que nunca es un único factor neurótico lo que genera la presencia de este tipo neurótico de homosexualidad femenina. En tal caso,
en el proceso
psicoterapéutico hay que
advertir cada una de las fuerzas neuróticas manifestadas y cómo distorsiona y limita su personalidad. Tengamos
bien claro que lo que abordamos psicoterapéuticamente es el
componente neurótico manifiesto y no la homosexualidad que
puede ir propiciada por incidencia de factores epigenéticos como ya hemos
visto.
Activa, dominate. |
En este tipo de HFN con imagen masculinizada se puede
considerar que se muestra una defensa contra el sentimiento de ser explotada
como objeto sexual. Se puede asegurar que el grado que adquiere esta defensa de
masculinización es proporcional a la medida de la severidad de la ansiedad
subyacente. A mayor ansiedad interior, mayor defensa de aspecto masculino.
Pero claro, es una limitación considerar únicamente
este aspecto. La negación en una niña de su sensación y naturaleza femenina
asimismo tiene mucho que ver con la dinámica de la pareja de sus padres y la
consecuente vivencia edípica que concierne al padre. La niña, en este contexto,
se enfrenta a dos fuerzas adversas: Un
padre que la rechaza y a una madre que irracionalmente compite con ella.
La dinámica que suele determinar que una niña renuncie
a su natural feminidad es la existencia de un padre autoritario, crítico y
sarcástico junto a una madre débil, sumisa y desvalida. Puede darse como
aspecto añadido e incluso desencadenante de
esta dinámica que el padre, siendo agresivo y ambicioso, haya deseado
intensamente tener un hijo varón, resultando la existencia de la niña una gran
decepción. Puede que en la madre, dada su inseguridad, se produzca una
ambivalencia respecto al sexo de la persona que ha gestado y alumbrado; madre
que comúnmente es autosacrificada, pero bajo esta actitud
de sumisión y resignación se esconda un potente resentimiento e incluso deseos
de venganza y hostilidad contra su marido.
En conflicto con esta madre sufriente y también
obsesivamente interesada en las funciones excretoras (represión de su capacidad
de confiar y entregarse) a la que teme y al tiempo necesita oralmente le obliga
a desarrollar una ambivalencia entre rechazo e identificación y al tiempo se
siente rechazada por el padre. Así, la niña, no es que se masculinice, como es
en apariencia, sino que pierde el sentido de ser ella misma. La hipertrofia
muscular no es manifestación de poder al modo masculino, sino la expresión de
su necesidad de ser fuerte (en el sentido de dureza, de resistencia),
independiente y asexual. Su cuerpo se va
transformando en la medida del rigor envolvente, en una fortaleza defensiva
dentro de la cual queda confinada; constantemente anhelando libertad, amor y
satisfacción sexual. Por ello en ella la relación lesbiana es un intento de
escapar del encierro y del aislamiento constituido por estas manifestaciones neuróticas.
Esta personalidad es una estructura de carácter en la
que se observa una disociación resultado de un ambiente de rechazo. Se puede
ver como una personalidad doble en el sentido que muestra unos roles y
actitudes imponentes y por dentro hay una niña muy asustada.
Otra personalidad lesbiana asimismo de origen
neurótico es también fruto de otra
tendencia disociativa; esta vez de tipo esquizoide con un aspecto y dinámica
plenamente diferente a la modalidad antedicha.
Ahora tenemos a una mujer con un desarrollo físico
inmaduro en unión con una inteligencia sofisticada. Este tipo de personalidad
frecuentemente ocupa el rol de pareja femenina en este tipo de relación
lesbiana.
Su patología neurótica consiste en la negación de la vivacidad y contacto
del cuerpo y la consecuente disociación del componente consciente y del
sentimiento ligado a las sensaciones corporales.
El gran problema de la homosexualidad de origen neurótico es que su personalidad no le autoriza a
satisfacerse a sí mismo, No solamente no logra satisfacerse en la masturbación,
hasta puede rechazarla; para que esta sea satisfactoria se requiere que se de auto aceptación y ésto es justamente un déficit en la
personalidad homosexual neurótica
sea masculina o femenina. La auto aceptación está íntimamente ligada al sentimiento
del propio cuerpo y resulta complicado aceptar al “sí mismo” si no gusta el
propio cuerpo, si resulta difícil
advertir el bienestar y el gozo de un cuerpo vivo y vibrante, así cuesta querer
al propio cuerpo falto de sensaciones agradables.
Es una contradicción el que en una personalidad
lesbiana de origen neurótico puedan darse
estas condiciones; su cuerpo disociado y conflictivo hace muy improbable la
vivencia de plenitud de sentimiento corporal.
Pasiva, insegura. |
La personalidad lesbiana pasiva de origen neurótico tiende a tener una defensa caracterial
de tipo esquizoide. Los individuos con estructura defensiva esquizoide no
experimentan una sensación integrada de sí mismos. Su propia imagen es confusa
y su identificación sexual es difusa. Manifiestan en su personalidad la
inmadura bisexualidad infantil y, adecuándonos al tema en cuestión, en sus
relaciones lesbianas son capaces de alternar sus roles. Muestran una muy fuerte
sensibilidad en cuanto a percepción, pero su auto percepción energético-corporal es confusa, y se
nota apagada, mortecina.
Estas mujeres tienen una gran necesidad de calor y
contacto humano, demostrando que son niñas desesperadas, y la compañera
lesbiana promete la satisfacción de esta necesidad. Inmersa en este tipo de
relación es cuando, a pesar de sus límites, pueden experimentar cierta
seguridad y una suficiente satisfacción de su impulso sexual.
Estas relaciones lesbianas en las que una o ambas
partes lo son por etiología neurótica, se transforman también en un tipo de
cautiverio al no poder avanzar hacia la autorrealización. Están en rebeldía
contra los roles sexuales neuróticos de los padres, en un conflicto que no se
resuelve interiormente y que proyectan en la relación de pareja; no están en
situación de derribar la defensa y abandonar este tipo de cautividad auto impuesta.
En estas relaciones HFN cada integrante de la pareja
implica una dualidad de roles. La activa cumple el papel de madre, pero en su
identificación inconsciente con la amante también es el objeto sexual pasivo al
que se gratifica. De forma análoga acontece con la pareja: el rol pasivo se
compensa mediante la identificación inconsciente con la compañera dominante y
activa.
Así, el
cunnilingus tiene una doble función: la lengua es utilizada como órgano sexual
para satisfacer a la pareja mientras la boca deviene en órgano de chupar para
satisfacer la propia necesidad de gratificación oral.
También el cunnilingus satisface el deseo de morder y
chupar simbólicamente; al mismo tiempo que hace obvio a la lesbiana que no
tiene pene como símbolo del padre. Todo esto ocurre, desde luego, en el
territorio fantasioso muy inconsciente. Tiene a ver con la represión de los
impulsos hostiles hacia el padre negador autoritario y simbólicamente
representado por su órgano genital, con lo cual todo deseo erótico por el
hombre y su órgano queda bloqueado.
El no poder morder, el miedo a morder, tiene mucho que
ver con la impotencia orgásmica femenina, dado que representa una incapacidad
de desenvolverse agresivamente en una situación; y ésto no debe confundirse con
emociones tales como enojo, ira, hostilidad, resentimiento, etc., que tienen a
ver con respuestas defensivas y temores hacia los demás. La agresividad es una
fuerza de empuje y confianza hacia el mundo, lo otro surge de sentirse bajo
amenaza sea real o imaginaria. Resulta fácil concebir que una mujer que teme
sus propios impulsos de agarrar y morder no pueda entregarse satisfactoriamente
al orgasmo.
El menosprecio que muestran las HFN hacia el hombre
refleja la actitud consciente o inconsciente de la madre ante el padre. Cuando
la madre en su inconsciente desea ser un hombre y no siente el adecuado respeto
por su propia naturaleza femenina resulta en una poderosa fuerza que impulsa a
su hija hacia la homosexualidad.
Respecto a las mujeres heterosexuales, las lesbianas
de origen neurótico tienen unos sentimientos ambivalentes. Se sienten
inadecuadas e inferiores a las mujeres heterosexuales, pero al mismo tiempo se
sienten superiores a éstas. Si no se diera este sentimiento de superioridad no
podrían tolerar una relación homosexual. Este sentimiento de sentirse superior
a las heterosexuales, que puede llegar al menosprecio, tiene mucho que ver con
la interiorización de la experiencia del
fracaso de su madre como mujer.
Por último, y siendo reiterativo, declaro que, solo
haciendo referencia a la HFN, coincido con Alexander Lowen (él lo hacía
extensivo a todo/a homosexual), al decir que el tratamiento precisa un acercamiento
en dos aspectos: el físico y el psicológico. Desde el ámbito físico se debe
resolver el fenómeno de un cuerpo poco vital, el aspecto más tangible de esta
problemática; para obtener favorables resultados en este ámbito es necesario
incrementar los sentimientos corporales. Se consigue movilizando la
respiración, creando más sensaciones físicas y reduciendo la tensión muscular.
En el ámbito psicológico debe efectuarse un análisis
de la relación de la persona con el sexo opuesto en relación con su personalidad
al completo. Se ha de posibilitar una elaboración de todo este material. Se ha
de concienciar respecto al miedo, la hostilidad y el menosprecio hacia el sexo
opuesto y seguidamente liberarlo. Lo que supone que la persona ha de expresar
estos sentimientos en las sesiones psicoterapéuticas y no exteriorizarlas
inconscientemente en su vida normal. En tal proceso se explorará la relación
con su padre y madre descubriendo el origen de sus sentimientos hacia el sexo
opuesto. Al tiempo es de gran importancia que desarrolle la capacidad de
conseguir auto
satisfacción.
Este escrito es un posicionamiento personal frente al
punto de vista de Alexander Lowen respecto a la homosexualidad. Se alude
bibliográficamente a su libro “Amor y orgasmo” Editorial Kairos.
Ernesto Cabeza Salamó.
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