Orientaciones de género y neurosis.
4ª Parte: Sobre la bisexualidad.
En unos escritos previos ya
expuse la temática de la homosexualidad en un contexto general,
distinguiendo entre la natural y saludable y la de origen neurótico
sobre la que profundicé. Seguidamente me adentré en la temática de
la homosexualidad latente haciendo hincapié en aquella que se
reprime por muchos neuróticos resultando conflictiva. Al final del
post formulé dos preguntas interesantes:
¿Existe alguien libre de
tendencias homosexuales en nuestra cultura? Y la segunda ¿El ser
humano es fundamentalmente bisexual?
A la primera respondo que en
nuestra cultura, con un componente fuerte de neurosis, hay muy pocas
personas que se encuentren totalmente libres. Siendo así la
sociedad, los mismos factores que dan lugar a la neurosis, ellos
mismos son responsables de la homosexualidad de origen neurótico. La
plena eclosión de la homosexualidad neurótica es resultante no de
dificultades neuróticas aisladas, sino de la coincidencia de unos
factores específicos. Y sólo cuando se dan en conjunto abocan al
individuo a este tipo de homosexualidad. Si no es así, tan sólo
presentan rasgos o tendencias de tipo homosexual que, de ser
reconocidas, pueden sanarse; y si se reprimen o intentan sublimar
configuran lo que expuse en el post anterior como homosexualidad
neurótica latente (HLN). De aquí surge esta segunda pregunta que,
entre líneas, ya se contesta en el anterior escrito y que en este
expondré más claramente.
Mi punto de vista considera
que hay claros indicios de que se de una homosexualidad
constitucional ocasionada por la acción hormonal en el estado fetal,
lo expuse como el factor epigenético de reciente descubrimiento
científico. Ello fundamenta una predisposición o tendencia
homosexual de tipo biológico que explicaría el por qué el % de
homosexuales viene a ser constante en todas las culturas. Por ello el
factor socio-cultural no es tan decisivo. Ahora bien, en nuestra
civilización de origen judeo-cristiano y allí donde ha extendido su
influencia, se une su acción neurótizante en la misma proporción.
Por ello en la medida que un individuo sea plenamente heterosexual o
con alguna predisposición homosexual de tipo epigenético, presente
rasgos neuróticos, presentará asimismo aspectos homosexuales
latentes.
Dentro de nuestro marco
cultural occidental judeo-cristiano se puede contestar que con la
debida relatividad, en tanto que está presente la neurosis, ésta,
en ciertas condiciones, conduce a la homosexualidad neurótica haya o
no predisposición epigenética; y en este sentido pueden darse
individuos bisexuales dado que revisten ciertas problemáticas que
los distancia del gozoso estado de salud.
Alexander Lowen asegura que
todos los casos de comportamiento bisexual que estudió, le mostraron
que los individuos estaban confundidos con respecto al papel sexual,
que presentaban una personalidad inmadura y eran inadecuados como
seres sexuales. Consideraba que el argumento de que el ser humano
pudiera ser primordialmente bisexual debería apoyarse en evidencias
claras que mostrasen que estos individuos consigan plena satisfacción
en sus actividades sexuales; hecho que niega.
El mismo argumento es válido
para cualquier individuo heterosexual con rasgos neuróticos; también
tiene la personalidad inmadura, anda confundidos respecto a su
genitalidad y pueden presentar disfunciones de tipo sexual. Así que
la pregunta debe formularse desde otra vertiente: ¿Puede darse tanto
una homosexualidad como una heterosexualidad sin adherencias
neuróticas? La respuesta surge lógicamente: En muy pocos individuos
en nuestro modelo cultural.
Pero en vista del conocimiento
aportado por la neurofisiología fetal epigenética sí es posible
considerarlo aunque se teñiría de diverso grado de neurosis en su
culturalización y socialización; aspectos de los que recientemente me
ocupé en la 1ª parte de esta serie de posts, al ocuparme de la
cuestión de género y la neurosis.
Si el punto axiomático de
partida es que cualquier hombre nace para procrear con una mujer y
toda mujer para procrear con un hombre y todos sus instintos les
guían en tal dirección, entonces tanto la homosexualidad, como la
bisexualidad, como la transexualidad no son naturales.
Si el postulado de partida es
que puede haber, en ciertas condiciones epigenéticas,
configuraciones biológicas fetales que determinen o predispongan
tendencias no exclusivamente heterosexuales, entonces puede darse
toda una variedad y gradación de tendencias y sentimientos sexuales.
Lo que hace posible que pueda darse tanto una homosexualidad libre de
neurosis, como una bisexualidad también saludable.
Me he encontrado con personas
que seriamente considero han elegido una relación homosexual por
amor a la pareja independientemente de su sexo y género. Por
supuesto que en ellos hay algunos aspectos neuróticos; pero en nada
les distingue de una persona nítidamente heterosexual. También
aquejado de algo de tipo neurótico. Y asimismo han asegurado que
anteriormente o en un posible futuro, si esta relación se rompiera,
no les importaría amar a otra pareja sea o no del su mismo sexo. En
la medida que los índices de neurosis son leves y se da esta
realidad, es oportuno asegurar que estas personas pueden considerarse
bisexuales, aunque ellos afirmen no ser bisexuales, pues aman y
establecen relaciones con personas y no tanto por sexo o género. La
duración y la estabilidad de la pareja están, lógicamente,
condicionada a diversidad de factores como en cualquier pareja
saludable heterosexual. Hoy en día la certeza de una relación de
pareja por toda la vida, pese a las contingencias, desafíos y
evoluciones personales divergentes, no es sostenible en personas
saludables y esto es válido a cualquier tendencia sexual.
La condición que debe cumplir
tal persona es la plena capacidad de amar y entregarse, tanto a sí
misma como a su pareja; y que en esta entrega en la relación sexual
se tenga potencia orgásmica, lo que asegura una personalidad
saludable y sin problemáticas neuróticas. Si esta condición se da,
entonces esa persona sea cual sea su tendencia sexual será sana.
Dicho esto, como en los
anteriores escritos, no voy a redundar en este aspecto y me voy a
ocupar de este tipo de bisexualidad empantanada en la conflictividad
neurótica, con una
vivencia de
insatisfacción y de
problemática de confusión respecto al rol sexual vivido. En estos
casos no puede darse una sublimación de los deseos homosexuales. La
sublimación genuina se da en deseos y sentimientos no neuróticos y
conduce a la creatividad y a cierto tipo de amor llamado
incondicional. En los deseos y sentimientos neuróticos, estando
relacionados con bloqueos y defensas, no puede sublimarse, tan sólo
reprimirse aunque sea mediante sofisticadas y refinadas defensas
racionales muy en boga actualmente en ciertas corrientes de
psicología neocognitivas. La idea de que un deseo homosexual se
pueda sublimar en una amistad, resulta desacertada, dado que si hay
neurosis, esa amistad de tipo neurótico se verá alterada y
erosionada por las actitudes homosexuales reprimidas; y si no hay
neurosis, el principio de realidad prevalece y la amistad simplemente
se da por la comunicación franca y abierta del propio sentir.
Como resumen se puede decir
que la homosexualidad y la heterosexualidad constituyen los dos
extremos de una escala de valores que forman una línea continua. No
deben entenderse como categorías sino como límites. Entre ambos
límites las personas muestran tendencias homosexuales de diverso
origen. Ciñéndonos en la homosexualidad neurótica podríamos
agregar que aparecerán tendencias homosexuales de esta etiología en
la medida de su neurosis; y puesto que nadie o casi nadie puede
escapar al influjo de los condicionamientos culturales imperantes
causantes de la neurosis, lógicamente nadie o casi nadie puede
proclamarse plenamente heterosexual. No existen, pues, personas
al cien
por ciento heterosexuales como tampoco las hay al cien por cien
homosexuales.
La bisexualidad que aquí nos
ocupa es aquella en la que el individuo sea hombre o mujer, habiendo
constituido una relación heterosexual, tiene la necesidad imperiosa
en ciertas circunstancias o condiciones de ir a la búsqueda de una
relación homosexual. Tampoco se considera sano que alguien siendo
predominantemente heterosexual y con pareja constituida tenga la
necesidad compulsiva de relaciones sexuales para mitigar
su ansiedad o angustia. Ni tampoco de la pareja homosexual en la que
un miembro tenga la necesidad igualmente compulsiva de ir a la
búsqueda de otra relación homosexual puntual. En todos estos casos
consideramos estas conductas como neuróticas. Es a esto a lo que me
refiero como bisexualidad añadiéndole el atributo de neurótica.
En este bisexual vemos que no
ha renunciado al deseo de una práctica vital heterosexual, como sí
ha renunciado el homosexual declarado. Percibimos al bisexual
(neurótico) como una persona que le cuesta establecer un patrón
comportamental arraigado en la relación heterosexual; pero se
resiste o combate el considerarse homosexual declarado. Esta
ambivalencia y falta de estabilidad emocional le hace sentirse
insatisfecho o infeliz en la relación heterosexual constituida y
ante el conflicto o dificultades neuróticas que surgen en la
dinámica de la pareja le empujan imperiosamente a una fuga de
infidelidad de tipo homosexual. Vemos que su problemática es la
inmadurez en su personalidad y ello produce sus escapes hacia la
homosexualidad activa. Su motivo de sufrimiento no es la tendencia
homosexual, sino la inmadurez y su personalidad neurótica. Ya he
dicho en diversas ocasiones que la homosexualidad de origen neurótico
es una salida, un síntoma de la incapacidad de funcionar como un
adulto íntegro y maduro. No debe considerarse una enfermedad, sino
como un síntoma de la enfermedad neurótica de su personalidad. No
es una disfunción o desviación sexual, sino la muestra de la
distorsión de su personalidad.
Ya he dicho antes que la
condición de salud sexual y de personalidad en la persona adulta es
la potencia orgásmica que permite la realización del amor en la
sexualidad. En el contexto de la homosexualidad de etiología
neurótica, así como de esta bisexualidad no se da y, en este
sentido, cuando se dé y más presente sea, más confianza y arraigo
tendrá el individuo con el patrón heterosexual. Cuanta más
potencia orgásmica tenga y sea capaz de sentir, más sana estará su
personalidad y más intensos sus deseos y sentimientos
heterosexuales; cuanta menos potencia orgásmica, más tendencias
homosexuales neuróticas mostrará.
Si la constitución
psicobiológica no contiene ningún tipo de predisposición
epigenética homosexual, las personas no son heterosexuales ni
homosexuales; son individuos con un grado variable de potencia
orgásmica asociada a un grado de neurosis correspondiente.
He intentado dejar claro que
las tendencias homosexuales neuróticas sean manifiestas o latentes,
así como la bisexualidad en este sentido están relacionadas con la
pérdida del sentido de sí mismo, la falta de una adecuada
identificación con el propio cuerpo y una disminución de la
integridad de la personalidad.
Antes de dar por concluido el
presente escrito creo conveniente precisar en qué consiste la
“potencia orgásmica”. Es la capacidad de conseguir una descarga
orgásmica satisfactoria, es la manifestación de la potencia sexual
genital. Esta aseveración puede puede ocasionar la réplica y la
contra tanto de heterosexuales como de homosexuales neuróticos: el
clímax y la eyaculación no cumplen plenamente con esta premisa, no
son necesariamente orgasmos de personalidad genital saludable. Tanto
unos como otros pueden conseguir cierto placer tras la excitación
mediante la aplicación del ego, de la importancia personal, mediante
la fantasía, mediante la sofisticación sexual y mediante la
identificación y exteriorización; pero renunciando a la
experiencia del ser. Pueden experimentar satisfacción con ciertas
contracciones orgásmicas
en los genitales, en el ámbito del ego, pero no entrega a nivel
físico. El orgasmo es una función de experiencia del ser y está
arraigado con su realización de modo más profundo.
Sugerencia psicoterapéutica:
La insatisfacción personal y el sufrimiento ligado a la bisexualidad
neurótica puede sanarse y resolverse. En este sentido la sugerencia
y orientación se resume en: Si una persona aquejada de la
bisexualidad que nos ocupa puede aproximarse y adquirir una mayor
identificación con su cuerpo (sensaciones, sentimientos, emociones),
un arraigo más intenso con el sentido de sí mismo (de su ser) y una
mayor integridad de su personalidad; su patrón sexual
espontáneamente se dirigirá hacia su aspecto heterosexual de la
escala antes citada. En situaciones neuróticas, en ausencia de
factores constitucionales homosexuales, cualquier manifestación e
incremento de sentimientos heterosexuales deben conducir a una mayor
integridad y progreso de las funciones de la personalidad.
Excelente , es el articulo mas objetivo que e leído , pues la mayoria de articulos sobre la bisexualidad tienden hacia el placer subjetivo ignorando los aspectos clinicos y sociales argumentando que la bisexualidad surge por el amor al ser humano y no a un sexo en especifico ,pero de la misma manera se ignoran los aspectos neuroticos que pueden perjudicar la concepción subjetiva del amor trastornando la sexualidad del individuo por el egoismo y la autosatisfaccion , actitudes que actualmente son promovidas por un sistema neocapitalista basado en el consumismo el cual influye muchisimo en las relaciones humanas.
ResponderEliminarExcelente , es el articulo mas objetivo que e leído , pues la mayoria de articulos sobre la bisexualidad tienden hacia el placer subjetivo ignorando los aspectos clinicos y sociales argumentando que la bisexualidad surge por el amor al ser humano y no a un sexo en especifico ,pero de la misma manera se ignoran los aspectos neuroticos que pueden perjudicar la concepción subjetiva del amor trastornando la sexualidad del individuo por el egoismo y la autosatisfaccion , actitudes que actualmente son promovidas por un sistema neocapitalista basado en el consumismo el cual influye muchisimo en las relaciones humanas.
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