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domingo, 2 de febrero de 2020

¿De vuelta al Humanismo?



¿De vuelta al Humanismo?



Deseo anotar estas ideas que próximamente ampliaré ampliamente.

Sin disculparme por sentir añoranza, tengo la necesidad de rememorar una excitante época en la que pude saborear la dulzura del humanismo. Fue mi arranque como psicólogo humanista, aspecto del que nunca he renunciado, pero actualmente no están siendo buenos tiempos para ello.


Desde la polarización entre las orientaciones psicoanalíticas y las conductuales, el hacer psicológico en su investigación, teoría y práctica lo inundaba todo; quedando lo demás a merced de disciplinas como la sociología, antropología, pedagogía, filosofía y parapsicología. Entonces el aspecto cultural, influido por los aires que generaron asimismo el Mayo del 68, manifestaron lo que ya, a partir de entonces, se llamó Psicología Humanista. La psicología humanista cuestionaba las dos tendencias anteriores con importantes críticas; dándole importancia al fenómeno personal de experiencia que manifiesta el presentar el estado de humanidad en el individuo-persona. Ya no es   importante en la salud el aspecto “normalidad” o ausencia de “patología”. Lo que importa es la integración en la propia persona de su potencial y el compromiso en su actualización. La psicología humanista superó los moldes marcadamente científicos y teóricos referentes a la salud mental y lo sumergió en su congruencia e integridad personal con su consecuente responsabilidad en mantener la salud (integración y coherencia) y su auto realización. Ya iré profundizando en este tema.


La tan radical sumisión a esta ideología dominante nos disocia entre la servidumbre a la economía neocapitalista deshumanizadora y el ansia profunda de liberarse se este insufrible pesar; nos insensibiliza y nos empuja a la búsqueda de salidas personales. El ámbito de las creencias actúa en tal sentido y genera la sensación de pertenencia a un colectivo, en el cual ilusoriamente esperamos encontrar el apoyo común y alivio a la miseria personal y la angustia existencial.




Y ahora, en estos tiempos, con la aparición de la tecnología de la información y robótica, cuando aún la mayoría de los pobladores del mundo no han conseguido todavía la adquisición de la auto realización humana, nos alcanza como un tsunami el “transhumanismo” que, ideológicamente, amparándose en una concepción cientificista predica que la evolución de la humanidad se deberá al ámbito tecnológico y biotecnológico aplicado al ser humano; evidenciando un conjunto de retos de índole moral y éticos.

 Aclaro que con el humanismo no se trata de negar el avance de las ciencias y la tecnología en beneficio del ser humano y del mundo; pero pensemos en la implicación de la manipulación biogenética en la salud de la gente y en el medio natural del planeta, piénsese en las tecnologías de modificación de la conducta y el sentir humano mediante sustancias “farmacológicas” dirigidas al funcionamiento cerebral y con chips integrados en el organismo. En que el recuerdo de lo que acontece se traslada a la memoria mecánica de un PC, de la nube o de un dispositivo USD o de disco duro. Así se nos adiestra a vivir en un presente inmediato en el que no se integra la experiencia del pasado y ya no hay tiempo para proyectarse con valores y propósitos no condicionados en el futuro. Es necesario sobrevivir o no ceder estatus para la gran mayoría. 

Cada uno se adscribe en un mundo digital de concordancia de perfiles, ésta es la adscripción a redes sociales con contacto únicamente con afines, y la propia gestión de cuanto introducimos en la red por las corporaciones que nos estudia y nos inunda con su marketing interesado conforme a la información que le suministramos. 

Posthumanismo
Es un refuerzo constante que nos alivia de la soledad existencial y crea la ilusión de comunicación y contacto cuando sólo nos da placebo, aquello que deseamos y no la realidad.

 Ya no es necesario el reto de contactar y conocer a gente en el mundo real, ya no es necesario conversaciones   persona frente a persona o por medio epistolar integrando razón, sentir y responsabilidad. Ya no es necesario el convertir las experiencias y vivencias en relatos, poemas y canciones. Todo está en la “nube”.

 En todo esto tenemos indicios de lo transhumano que sueña con concluir en una era posthumana puramente cibernética.

 En la ficción ya se anuncia su advenimiento, produce asombro y también verdadero horror.


Quien adquiere suficiente contacto con su dimensión auto realizante humana, tiene recursos para enfrentar este colosal desafío; pero hay intereses potentes en establecer todo tipo de dificultades. 

No hay tiempo ni recursos para adentrarse en el contacto con el ser, sólo el horror del mundo hostil (desgracias naturales, guerras, epidemias, desertización, crisis económicas que sin acabar de solucionarse ya se anuncia la venidera, precariedad laboral, realitis, conflictos políticos e identitarios, y un largo etcétera) del que debemos evadirnos con un tipo de “soma” social y cultural.

Debemos reivindicar la consideración de alcanzar el humanismo que ahora nos pertoca; maravillarnos de lo que conectar con nuestros dones y potenciales que surgen de nuestro ser, a pesar de todo; de lo íntimo de nuestro ser y del ser de los demás como portadores de talento y potencial genuinamente personal, que podamos compartir en una fresca y directa comunicación. En este punto la globalización será el de la comunidad planetaria de auto realizadores y auto realizados como en su tiempo anunciaba A. Maslow.



Ernesto Cabeza Salamó 1º de febrero de 2020.






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