Humanismo, Creatividad y Auto
realización 1
En esta séptima entrega de escritos acerca del Humanismo voy
a tratar la temática del Humanismo en relación con la Creatividad y la Auto
realización.
Ya
definimos humanista como persona responsable actuando con dignidad, apoyando,
participando y desempeñando esa ética, ese bien común, ese apoyo mutuo. En
resumen, exteriorizando en su sentir, pensar y actuar conforme los valores de
Ser; o lo que es lo mismo, en el proceso de auto realizarse.
Veamos
lo que podemos decir acerca de la creatividad y las personas creativas. Cuando
tratamos de enumerar las características de una persona creativa, vemos
inmediatamente que coinciden casi exactamente con los 26 puntos que propuse en
el escrito anterior en la persona auto realizante. No se trata de una identidad
de lo uno con lo otro, pero el concepto de creatividad y el de persona sana, en
auto realización, están muy cerca una de otra y eso sugiere que tienen mucho
que ver. (Ver los 26 ítems de la persona en auto realización del escrito
anterior: Prehumanismo. Humanismo y Auto realización).
No
me refiero a la personalidad del individuo que resulta creativo, sino en el
momento en que la creatividad se da. Una persona psicótica o neurótica puede
tener grandes bloqueos, pero también instantes de aguda creatividad y entonces,
la vivencia es coincidente con la del auto realizante y auto realizado.
Podemos
asociar estas dos realidades. ¿Si el auto realizante cumple con los criterios
de la creatividad, entonces la presencia de creatividad refleja lo saludable de
una persona? Si es así, una educación y una terapéutica basada en lo que
favorece la creatividad conduce a la salud, a la eupsiquia.
Entonces
también concluimos que las terapias que tienen por objetivo adecuar la persona
sufriente, conformarla con lo social y lo cultural no sirven a este propósito;
ni tampoco aquellas que consideran que lo profundo de la psique es un conflicto
entre el instinto de vivir y el de morir, ya que esa creatividad participaría
de ambos pulsos y los manifestaría el tal conflicto. Sólo puede servir una
terapéutica que ponga en contacto la conciencia de una persona con su potencial
de Ser. Es decir, con su humanidad y los valores que la definen. Las otras cumplen el propósito de facilitar la
adaptación del individuo a su medio socio-cultural y aliviarla de la tensión de
sus conflictos reprimidos, al poder contactarlos y poder tener oportunidad de
resolverlos.
Por
otra parte, atendiendo a facilitar la creatividad, se hace importante preparar
a las jóvenes generaciones para que resulten creativos. Hasta hace muy poco el
recurso del arte en la educación ha sido algo accesorio. Se le daba y aún se da
mucho poder a los contenidos programáticos del currículum escolar, a la
adquisición de destrezas acerca de las mismas y que todo esto se adecue a una
formación que concluya con una presunta profesión, sea la que sea, según sus
aptitudes, capacidades y expectativas. La formación artística sólo acontece
como algo auxiliar al principio de la educación y luego como una elección si,
con la adolescencia, se presentan aptitudes al respecto. Hoy en día esto va
cambiando progresivamente; pero el fin de la educación es preparar al individuo
a un desempeño laboral. Es decir, capaz de producir (productos o servicios) y
consumirlos. El problema es que debido a los cambios que se suceden a gran
velocidad en nuestra sociedad, aquello para lo que te preparas, puede no
resultar ser en lo que trabajes como profesión y te veas como persona
obligada a ser polivalente y no lograr asentarse en ninguna profesión en
concreto, a no ser la de solicitante de trabajos, sean cuales sean, en una
sucesión de contratos precarios y temporales.
Incluso
dentro de profesiones asentadas, sus profesionales asisten a cambios y
evolución tan rápidos que continuamente se tienen que reciclar y reinventarse.
Puede que esto resulte alentador y excitante a los jóvenes, pero llegados a cierta madurez,
este incentivo cede a otros en otros ámbitos vitales (estabilidad, familia,
etc.).
Abraham
Maslow, en su tiempo, se planteó muy seriamente el tema de la creatividad y el
que se hacía necesario modificar el paradigma educativo para que los jóvenes
estuvieran en condiciones de afrontar saludablemente el ritmo de rápido cambio que en la sociedad se producía (conocimiento, técnicas, invenciones y avances tecnológicos),
Él decía que “se necesita un ser humano que pueda vivir en un mundo en perpetuo
y constante cambio, nunca en reposo. Lo que ahora es, al poco ya será viejo, si
se enseñan técnicas, en seguida caen en desuso.” Consideraba que conseguir
personas capaces de sentirse a gusto y disfrutar viviendo en este contexto era
algo muy importante; que tuvieran una gran facilidad adaptativa y capacidad de improvisar en
situaciones totalmente inesperadas; y para ello era muy importante contribuir a
que las personas fueran de tipo heraclitéo, es decir “personas que sean capaces
de afrontar con confianza el mañana sin saber qué les traerá, lo bastante
seguros de sí mismos para poder improvisar en una situación que jamás ha
existido.”
Décadas
después vemos exactamente a qué se refería; los cambios sugeridos por Maslow no
se aplicaron adecuadamente. El mundo en que nos movemos, un mundo frenético
causante de notables desequilibrios en sus gentes. Su idea era crear individuos
sanos adecuados para disfrutar en un mundo ágil y cambiante; no el mantenerlos
neuróticos en un mundo enloquecido y distante de lo humano. Tomemos como
muestra estos excepcionales días en los que cursa la pandemia de Covid-19, en
el que todo el mundo se encuentra en algo del todo inimaginable un trimestre
antes.
Estamos
en un mundo cambiante, pero distante de los valores humanos y de la creatividad
como instrumento de auto realización, vivimos en un gran desequilibrio humano, sujetos al estrés, exigiendo adaptabilidad para no caer en la exclusión, muy
competitivo y no colaborativo ni solidario. En el que surge el movimiento “slow”
como una necesidad saludable de contrapeso.
Para
afrontar este tipo de mundo (el que imaginaba Maslow) sin perder perspectiva es
necesario ese ser humano heraclitéo que él sugería; pero para forjarlo era y es
imprescindible hacer énfasis en la capacidad de improvisación y de inspiración;
capacidades propias de la creatividad, pero no de todo el conjunto del proceso
creativo, Cabe distinguir entre la “creatividad primaria”, la que nos interesa,
de la “secundaria” que resulta elaborativa, pero no inspirada. Lo que se
intenta imbuir en la humanidad es la creatividad primaria, la fase inspiradora.
Veámoslo
con cierto detalle; la creatividad secundaria se aplica una vez obtenida la
primaria exigiendo grandes dosis de trabajo, disciplina, preparación, ensayos,
etc. La primaria, espontáneamente manifiesta en los niños, consiste en
inventiva, espontaneidad e inspiración.
La
persona creativa en su fase primaria, la inspiración, tiene unas
características que siempre se cumplen como el perder el contacto con el pasado
y el futuro, viviéndose en el momento presente; aquello que está realizando le
absorbe plenamente, también le fascina. Este “estar en el presente”, en el
“aquí y ahora” parece ser lo más importante de la fase creativa primaria; pero
también se produce una alteración de la noción del tiempo, de perder el interés
por el mundo circundante, sentir como si se estuviese fuera del espacio físico
actual, fuera de las expectativas y normas de la sociedad, haberse escabullido
del corsé de la historia. Cuando se ven así expuestas no se puede negar el gran
parecido que tiene con una vivencia mística inspiradora, iluminada.
Experiencias de revelación que en la historia vemos que ha conducido al
nacimiento de grandes religiones. En psicología transpersonal las llamamos
“experiencias pico” o cumbres.
Debemos
tener en cuenta, siendo importante, a la creatividad femenina que, en los
estudios, siempre se ha tenido menos en cuenta que la masculina. Por lo general
la creatividad femenina tiende a comprometerse menos con los logros y productos
finales y se compromete más con el proceso creativo en sí, con el proceso
incesante y no tanto en la culminación de éste; probablemente tenga que ver con
el hecho de que, llegada a la fase secundaria, pase a manos masculinas, donde se
alcanza los resultados, los logros y los éxitos; y sean ellos y no ellas
quienes los disfruten. No digo que acontezca esto como un acto deliberado en
contra de ellas, sino que las propias estructuras organizativas de ideología
patriarcal lo vertebran frecuentemente así.
Cuando
se estudia minuciosamente a la persona creativa en la fase primaria, de
inspiración, se advierten algunos fenómenos importantes.
momento de inspiración |
Cuando
la persona está en el momento inspirado, en primer lugar, vemos que se produce
una renuncia al pasado. Pasado y presente son dos categorías diferentes;
no es que lo olvide, lo que ocurre es que el pasado habiendo participado
activamente en la creación de la persona, se transforma en la persona del
presente. El pasado se convierte en la persona que experimenta, no es algo
distinto a ella; tanto para bien como para mal. Si de ese pasado hay recuerdos
y vivencias expansivas, éste, asimilándose en su personalidad, le hace crecer; si,
por el contrario, resulta doloroso, se establecen mecanismos de defensa y con
el intento de silenciarlo, de reprimirlo, las defensas se estructuran dando
lugar al personal modelo defensivo-caracterial en comportamientos y en tensión
orgánica (coraza caracterial).
De
igual modo, en la fase inspiradora, la persona renuncia al futuro. Muy
habitualmente lo que estamos realizando en un presente concreto es prepararse
para el futuro inmediato. Por ejemplo, estamos escuchando a alguien y, al
tiempo, estamos preparando la respuesta; lo que nos impide estar plenamente
presentes. En el momento inspirado tal no ocurre, estamos tan absortos y
fascinados con lo que estamos experimentando en el presente, estamos tan
totalmente en el presente que el posible futuro, ya sea inmediato, no está
activo. Desde otro punto de vista, el futuro siempre está presente, el tiempo
lineal hace que el hilo de consciencia fluya siguiendo la secuencia
fenomenológica y causal de un punto a otro inmediato; en este sentido, el
futuro existe asimismo como un devenir de continuo presente dentro de nosotros;
pero no tiene nada que ver con la actitud de ensayarlo o proponerlo, que es a
lo que me refiero.
En
el furor del momento inspirado nos sentimos inocentes, desnudos de
expectativas, cándidos ante lo que se desencadena en nosotros. Todos los
hábitos, deseos, modas, tendencias, dogmas, ausentes de juicios acerca de lo
que es correcto o justo, y de lo que se considera adecuado a las costumbres, hábitos, etc. La
inspiración nos sorprende, nos asombra, nos maravilla y ello interrumpe todo
cuanto no sea parte de la inspiración. Desde el Ser, desde la consciencia lo
contemplamos con esa inocencia que nos asemeja a niños.
Se produce una reducción de la conciencia, no de la consciencia. En el
instante arrebatador de la inspiración perdemos
conciencia de todo aquello que está ajeno al “asunto inspirador”. Nos liberamos
de asociaciones cognitivas de lo que nos rodea. En ese momento somos
auténticos, estamos plenamente conectados con lo profundo de nuestro Yo, con el Self y con el Ser. Entonces nos
damos cuenta de lo accesorio a la autenticidad personal; es decir, en ese momento nos deprendemos de los componentes neuróticos y de lo que es accesorio y no real como lo que en otras circunstancias
se nos presenta. En tal momento inspirado, estando tan
embebidos con nuestra autenticidad, nos olvidamos de que representamos papeles
ante los demás, prescindimos de máscara, de nuestras poses, expectativas y
deseos de influir en los demás. Tampoco nos podemos contemplar como desde afuera, no nos miramos en el espejo de los demás.
Un aspecto muy próximo a éste es
que en el momento inspirador experimentamos una pérdida o reducción drástica del ego. Estamos tan implicados con la
vivencia, que se reduce e incluso desaparece, la
actitud crítica hacia nosotros mismos y el exterior. No
se juzga lo que estamos
vivenciando, con lo cual estamos unificados; estamos íntegros, completos. Por
ello, en estos momentos, tenemos contacto con nuestra genuina identidad, con
nuestra verdad, con nuestra autenticidad; con aquello que
los maestros nativo americanos denominan
“estar en el Centro del Círculo Sagrado”. Esta vivencia se vive como algo muy
agradable y, tras la misma, se
desea y anhela volver a experimentarla.
Otro fenómeno adjunto que se puede considerar asimismo es el cómo la fuerza inhibitoria de la conciencia
afloja; nos olvidamos de nosotros mismos
y entonces el observador contempla sin pronunciarse; asimismo, en tales
momentos experimentamos el estar libres de
temores y ansiedades; así como de los síntomas neuróticos
(depresiones, conflictos, ambivalencia) y quedan en suspenso nuestras somatizaciones (dolores físicos, tensiones,
bloqueos). Así estamos plenamente inmersos en lo que experimentamos. En tal
momento nos hemos librado de la neurosis, de la enfermedad y somos
plenamente valientes. Otro hecho que se observa es que en esos momentos somos fuertes y poseemos coraje; nos sentimos con gran presencia, independencia y certeza en el instante, independientemente que
después este aspecto inspirado no pueda realizarse en el
mundo ordinario; pero en el momento que irrumpe como una llamarada nos inunda de poder.
Asimismo, en
el instante de inspiración estamos plenamente abiertos a la energía que aparece y la aceptamos sin
más. No hay bloqueo alguno, se cumple esa frase sagrada
de “Se cumpla tu voluntad (la de la fuente inspiradora) y no la nuestra”, que
está en suspenso.
Consecuentemente, ese momento
inspirador, nos sitúa en una vivencia en la que se da gran confianza, siendo del todo innecesario el
intentar cosas, el tratar de controlar y el esfuerzo. El
flujo de lo que ocurre en la inspiración es algo fácil,
acontece sin el menor
esfuerzo, no hay obstáculos. Lo podemos denominar como el “camino fácil”; somos
como niños-ante-el-futuro. Sólo cabe maravillarnos
por lo que acontece.
En otros momentos, en el escrito
anterior, mencioné la característica de la actitud taoísta,
ahora es oportuno
considerarlo. El instante inspirador es receptivo;
nuestro observador está absorto, fascinado por lo que experimenta, esta es la
parte Yin; y por otra, estamos plenamente inmersos en el “aquí y ahora”, en el
auto olvido, que es un poder dinámico; es
decir, Yang. Este integrar la energía
del “estar aquí y ahora” con el dejar que ocurra, el abandono; esa integración
simultánea es el aspecto o postura taoísta en la inspiración y se convierte en
un estado más continuado en la persona auto realizada. Esto me conduce al posicionamiento Holista, de ser total, uno con todo, una
totalidad; que la persona en inspiración está abierta a todo ese material-energía que procede de lo que denominamos “proceso primario”,
procedente de la fuente del inconsciente
como un rasgo de tipo instintoide. Si no procediera de lo
desconocido, no sería una inspiración, sino una rememoración. Es, pues,
originario de ese núcleo poético, metafórico, mítico, místico,
… Asimismo al no estar operativo el aspecto racional, analítico, de
abstracción, la experiencia inspiradora es estética,
es decir aparece como algo bello, suscitando el placer de contemplarlo
gozosamente sin matices de racionalización.
También
cabe decir que la vivencia de inspiración es del todo espontánea, por
eso nos fascina y maravilla y nos permite explorar nuestra espontaneidad junto a todo su potencial, que es el nuestro. Nuestras capacidades afloran y se adecuan al instante
inspirado de un modo perfecto, rápido y sin esfuerzo; y con un flexible poder
de fluir de un aspecto a otro en la vivencia. Esta plena espontaneidad se
asocia a la máxima expresividad. Puede que si alguien nos acompaña quizá
no lo perciba por completo, pero para nosotros, en nuestra vivencia aparece una
incuestionable sinceridad, naturalidad y veracidad. Es algo para sí y no para
afuera.
Dejo
como punto final, como conclusión de todo esto, la vivencia de que la persona
en el momento de inspiración se siente en fusión con el mundo;
desaparecen los límites entre el Yo y el No-yo. Es oportuna en este momento la
siguiente frase “Si quieres conocer un ave, debes convertirte en un ave”, y en
el momento de inspiración es justo lo que ocurre. Cuando esto se eleva al punto
del concepto que uno tiene de divinidad, entonces se experimenta la unión
mística, la iluminación.
Quienes
hayáis leído mi escrito anterior os estaréis dando perfecta cuenta que esta
fase creativa primaria es muy rara en las etapas previas que nombraba como
Prehumanas (lo autocrática y despótica), infrecuente en la tercera (patriarcado
demócrata representativo); pero que cobra mucha fuerza en la cuarta (humano
auto realizante) como anhelo, con aspiración; y deviene en ese contínuum de
presencia y vivencia en la quinta (humano auto realizado), sobre todo si la
auto realización es trascendente.
Expuesto
esto, que produce una sensación de eupsiquia, permitidme regresar a lo profano.
Se suele considerar a la ciencia como algo creativo. La verdad es que,
excluyendo raros personajes de la misma, los científicos no sólo no lo son,
sino que se sitúan plenamente en el proceso de creatividad secundario. Los que
obtienen el éxito y reconocimiento de logros y descubrimientos son los últimos
eslabones de un trabajo minucioso, analítico y de experimentación de
predecesores en el proyecto. Es un trabajo laborioso de razonamiento analítico,
de control, de puesta a prueba aceptando y rechazando aspectos; de considerar,
agrupar y definir variables, y después de lograr su control, para finalmente
poder apreciar si tal teoría (racional, definida) se cumple o no. Los científicos
muestran una distancia con lo que estudian o experimentan, con esos fenómenos físico-energéticos,
objetos, animales y personas. En ellos no se dan las cualidades expuestas más
arriba, sino todo lo contrario. Por eso la actitud de la ciencia es de
desconfianza y de juicio ante todo cuanto surge de lo inspirado e intuitivo.
Sólo cuando eso haya sido machacado y analizado en todas y cada una de sus
partes, y luego nuevamente reunido y reconstruido, se manifestarán con su
asentimiento, pero eso sucederá, si es posible, mucho después.
Por
ello, para que la ciencia se haga humana, es preciso que en ella se den
personas creativas en el aspecto primario. Cuando los científicos sean asimismo
poetas, visionarios, inspirados; esta disciplina de conocimiento tendrá acceso
a un nuevo horizonte de conocimiento holista. Por ahora aún está muy alejado de
ese punto. La imagen de un Leonardo da Vinci de nuestro tiempo es algo muy
difícil de ver; pero no imposible. Esperemos que algunos de ellos estén
viviendo en nuestro mundo. En un futuro próximo serán lo más común.
Einstein y Tagore |
Einstein con Nativo americanos |
Pongo
ahora punto final a este escrito acerca de la creatividad, humanismo y auto
realización. Prometo seguir en ello en un escrito próximo.
Ernesto Cabeza Salamó
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