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lunes, 3 de marzo de 2014

Terapia ancestral a resultas de un sueño.

Terapia ancestral a resultas de un sueño.


         Amanecer del 03/03/2014.

           Esta madrugada un sueño me ha despertado súbitamente. Me ha conectado con un atiguo miedo que creía extinguido. Muestra de cómo los acontecimientos y lo onírico contribuyen a dar oportunidad de sanar viejas heridas, algunas de ellas bastante misteriosas.

          En estos días hay un ambiente pre-bélico en Ucrania. Las tropas rusas ocupan enclaves e intereses propios en la Península de Crimea. Este es el contexto que me sugiere desencadenante.
         En el sueño me veía andando por una explanada en una ciudad imprecisa, con largas hileras de bloques de pisos a mi izquierda. Esa explanada bien pudiera tratarse, quizá, de una playa, aunque no aprecio el mar que estaaría a mi derecha.
          Repentinamente se suceden estruendos intensos y me doy cuenta de que ese lugar está siendo bombardeado. Acude a mí el miedo tratando de orientarme hacia dónde puedo encontrar algún refugio. Pero en vez de refugiarme, mi percepción despega del suelo y se eleva como siendo testigo de lo que acontece desde lo alto. Desde allí veo veloces aviones de combate que disparan proyectiles.

           Veo como esos misiles partiendo de los aviones se dirigen hacia las lineas de edificios de pisos y estallan en ellos ocasionando todo su derrumbe en pocos instantes.
            El horror me atenaza. ¡Son edificios de viviendas! ¡En ellos vive multtud de personas! Y todos caen en el ataque. Siento el trágico horror de los centenares de personas que en este instante están muriendo.

          En este estado de horror despierto del sueño. Ya sabía que era un sueño, pero el regusto de horror queda. Poco después en las noticias de la radio me alivio al oir que no hay nada parecido en el mundo real de hoy. Pero aún así me siento mal, estoy removido y de muy mal humaor. Haciendo responsables a los demás de un sentimiento de victimismo.
          Abordo el acontecer cotidiano con esta sensación corrosiva y el ánimo hosco. Con las horas se mantiene vivo y por fin dispongo de tiempo para ocuparme de ello. Me doy cuenta de que me lleva a un antiguo sentimiento de temor en mi adolescencia de que no quería acudir al servicio militar (la mili) por no tener ocasión de participar en un escenario bélico. Se trataba de miedo, a veces me lo tildaba de posible cobardía, pero ahora rescatándolo lo veo con un componete del mismo horror que en el sueño. Elaboro ese sentir juvenil considerando que antaño tenía la creencia de que se producía una guerra en cada generación; como si se tratara de una maldición bíblica, que era algo del destino que había que afrontar por ser hombre. Con estas consideraciones de sentimientos el malestar se aplacaba, pero no desaparecía.
          Ya por la tarde se produce la nueva conexión que le dá sentido completo.

          Me viene el recuerdo de mi abuelo materno Francisco y de su súbita muerte en mi adolescencia mientras hacía bachillerato. He recordado vívidamente una vez que mi abuela Rosa me contó que su marido, Francisco, mi abuelo, estaba preso en la carcel la Modelo tras la entrada de las fuerzas nacionales franquistas en Barcelona; y que mi auelo estaba en la sala de los condenados a muerte. Mi abuela, junto a otros familiares hacían lo posible para encontrar gente que pudiera testificar en su favor y no ser ajusticiado. Llegó el día en que ella acudió a buscarlo y, en este punto me relataba con emoción:
      
"Llamaban al abuelo  - Francisco Salamó, salga con todas sus pertenencias." Y mi abuelo no salía. Pasaba el tiempo sin salir."
"Repetían otra vez: - Francisco Salamó salga con todas sus perteencias. Esta vez más fuerte. Y nada. No aparecía."
Creo recordar que decía que lo repitieron varias veces.
Al fin el contenido de la llamada se modificó significativamente: "Francisco Salamó salga con todas sus pertenencias. Su familia le espera." Y entonces la abuela contó que él acudió a todo correr con el semblante como enloquccido de haber pasado por un cruel terror.

          Recordar esto y este sentir de mi difunto abuelo me ha producido una conexión y he caido en la cuenta de que este pánico o terror ha quedado en el contexto genético o en el ambiente energético de la familia; y que en su momento se reproducía en mí como puber y adolescente.
            Tan pronto como se ha producido esta conexión emocional, todo el malestar ha desaparecido. He quedado libre de esta emoción atávica transmitida desde mi abuelo a mi persona.
             Un intenso sentimiento de amor ha surgido hacia mi abuelo y abuela, ambos muertos; y se ha extendido a tantas gentes que lo compartieron como ellos, algunos con peor suerte; y a tantos seres humanos en todos los tiempos que por ello han pasado y a los  que les puede pasar.
              Los horrores y terrores mortales de las guerras y sus consecuencias.

            ¡Que todos ellos puedan ya descansar en paz!

Ernesto Cabeza Salamó


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