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lunes, 6 de febrero de 2012

Ensayo de terapéutica para víctimas de hechizos

Ensayo de terapéutica para víctimas de hechizos



(Dedicado a la memoria de Pilar,  y también a M. y A.)

     Alguien vino y me dijo: “Estoy siendo embrujad@. Desde la distancia (cientos o miles de kilómetros) están intentando hacerme mal, distanciarme de mis propósitos y objetivos, boicotear mi bienestar y enloquecerme. Siento que mi vida se hunde en la desesperanza, en la angustia, en el miedo y todo se me hace cada vez más y más difícil. Fortísimos dolores de cabeza me atenazan, las cosas o salen mal o torcidas; no logro obtener paz y sosiego a pesar de las ganas y positivismo que le pongo; noto que todo es una terrible lucha para resistir, por sobrevivir. Los médicos no aciertan a dar con su causa y aliviármelo, los medicamentos no me lo quitan; tampoco los psicólogos, ni los masajistas. La vida se convierte en una tortura, algo corrosivo que me va desgastando y derrumbando. A veces me viene el impulso de arrojarme al vacío desde la ventana o a la vía del metro cuando éste entra. No lo hago porque quiero vivir, pero me asusta considerar que en alguna ocasión el impulso pueda a mi cordura y haga algo irreparable. No estoy loc@, no estoy depresiv@, no estoy especialmente estresad@... “

     Así se refuerza que se está recibiendo una “mala influencia”. Incluso se puede tener pleno convencimiento y saber qué persona cree que lo está haciendo.
     Del mismo modo que hay rituales que “producen” este fenómeno; los hay para neutralizarlo, aliviarlo, frenarlo y adquirir fuerza para que no redoblegue el espíritu; utilizando la creación de escudos protectores, velas, inciensos y oraciones.
     Todas estas prácticas y estrategias se basan en los mismos criterios con los que, se cree, desencadenan el problema.
     Todo ello, en su conjunto, sean placebos o no, afectan al marco referencial de las creencias. Aunque intentan curar o sanar, asientan y acrecientan la creencia de ser objeto del mal, creando o reforzando el propio victimismo; y, por otra vertiente, se resiste o neutraliza esas fuerzas que pretenden dañar y destruir, atacar la propia integridad e identidad.
     El mismo esquema referencial se aplica a la gente que es conocedora de las prácticas rituales que lo desencadenan como a la que ayudan a neutralizarlas. En ocasiones un mismo individuo hace lo uno con unos clientes y lo otro con otros, en una ambigüedad moral evidente.





     La gente conocedora de estos ritos los aplica con la clara intención de causar daño por despecho, venganza, envidia, celos y odio o como un servicio a alguien que tales emociones tiene; con el convencimiento que tales actos decididos con intención dañina alcanzarán a su objetivo a pesar de las distancia físicas. Y sabe que si la victima es conocedora o sospecha del hecho y lo teme, aún será más vulnerable a ello.
La víctima.
     Es una práctica que fácilmente puede compararse o considerarse como una modalidad de maltrato psicológico. Si el maltrato psicológico es ya, de por sí, muy difícil de detectar y aún más de demostrar, utilizándose los medios materiales (tridimensionales), cuánto más este tipo que no utiliza medios tridimensionales. Podría decirse que opera en un marco no tridimensional, para entendernos digamos que opera en otra dimensión como en la cuarta, el la que el pensamiento es a ella, lo que el tiempo es a la tridimensional. 

     Por ello los medios terapéuticos basados en el hacer tridimensional (bioligista, organicista, físico) no es suficiente e insatisfactorio. Todo lo más es que alivien los síntomas y debiliten al sujeto haciéndole caer enfermo. Por ello los rituales, simbólicos o no, que movilizan las emociones implicadas en las creencias, junto al “poder” de quien(es) lo ejecutan adquieren mejores resultados. La mente con sus poderosos recursos actúa en el medio multidimensional. Pero el individuo, sigue situándose temeroso  de que tales influencias se repitan y vuelva a afectarle, a pesar de las “protecciones” de que se rodee, sean objetos, oraciones o mantras, todo ello con un poder simbólico para el individuo.
Mal de ojo.

    Hoy en día aparece un renacimiento de estas prácticas en la sociedad urbana, donde ya eran muy escasas hasta hace poco. En los medios rurales, en pequeñas agrupaciones humanas y distantes entre sí eran y son más habituales (ejemplo: el mal de ojo). Pero ahora, con la presencia de gentes venidas de otras culturas y otros continentes con sus creencias culturales e, incluso, ancestrales, se va volviendo a difundir como práctica. El poder de un ritual mágico consiste en el poder personal del que lo realiza y que lo concentra y dirige de acuerdo a un sistema ritual quese ajusta  al contexto cultural y de creencias del ejecutante. No es mi intención criticar ni juzgar creencias y prácticas religiosas; lo que afirmo es que entretejidas  con las creencias religiosas aparecen estas prácticas egoístas y malévolas, impropias de cualquier religión basada en el amor a Dios y al prójimo.

     ¿Qué se puede hacer para ayudar o contribuir a la salud psicoemocional de las personas aquejadas de tal fenómeno?
Abrir el corazón.
    En primer lugar no alimentar o asentar la sensación de vistimismo y de dependencia a alguien que tiene un poder suplente “superior”, sea protector o de conocimientos de estos ámbitos. Hay que considerarlo como una modalidad de maltrato psicológico sui géneris. Hay que restaurarle la confianza, el que la persona se vea apoyada en su decisión a enfrentarse a tal fenómeno en sí misma. Que no se sienta en soledad, en el aislamiento, en la vergüenza y victimización o timidez de ocultarlo a los demás. Los allegados deben saberlo para poder brindar apoyo humano, aunque sean escépticos a todo ello; pero no es bueno que se compadezcan, pues así se consolidan el victimismo. Y, simultáneamente, siendo lo más importante, empezar a abrir el corazón, descender del pensamiento hacia el corazón, ir de la mente al corazón; y abrirlo adquiriendo fuerza, coraje. El miedo atenaza el diafragma y oprime el corazón. El coraje, fuerza que acontece al abrir el corazón, moviliza mucha energía en disposición a la restauración de la salud, de lo que tiene sentido en la vida. Los allegados brindan aceptación y confianza, el profesional restaura la apertura y fortaleza. Así se activa la claridad que inhibe el temor; lo luminoso que disipa la oscuridad del temor fundido en las creencias de ser víctima. El considerarse una víctima le hace el trabajo al maltratador. En esto consiste su influencia, en el que se comparte la creencia de que puede perjudicarle y en la otra parte el que puede ser perjudicado. Hay algo dentro del sujeto (la creencia) que se activa como sentirse víctima de “algo misterioso” por parte de “alguien malévolo”. Cuando se nota que aparecen molestias, sufrimientos y que las cosas o se bloquean o se vuelven adversas es cuando esa creencia puede devenir en convencimiento.
    El ser humano es una integridad, sus fuerzas físico-emocionales deben ser sinérgicas con lo mental, aquí se observa una discrepancia, una ruptura entre ambas.
     Sin duda, se debe operar, con estas personas desde el ámbito multidimensional, superando lo tridimensional; teniendo en cuenta el factor mental en su aspecto amplio, atemporal y aespacial. Pudiendo abrirse a la intuición y al mundo de las sincronicidades. Donde las emociones y sentimientos adquieren presencia de decisiones y acciones efectivas.
Eric Rolf
Por ello he encontrado muy eficiente seguir las sugerencias de Eric Rolf, aplicándolas a este fenómeno como ejemplo. Como él llama “alimentando el alma”. Con esta modalidad metodológica se trabaja simultáneamente en lo orgánico, psico-afectivo y lo trascendente; encajando, sin la menor duda, en el enfoque ontoenergético. Cuando le pedí consejo, me contestó en muy pocas palabras su comprensión y sugerencia. De inmediato me di cuenta de que, en mí mismo, caía en la trampa de la creencia y hasta que asentaba el que el sujeto se sintiera y jugara a ser víctima.
     Ahora entiendo que la intervención terapéutica en tales casos debe ser una modalidad de intervención ontoenergética, considerando esto como una patología de índole transpersonal. Lo que ocurre es que los afectados no cuentan con el contacto firme con su ser, viviendo, como el común de la gente, en el aspecto pseudo identitario de la imagen de sí mismo en vez de “ser uno mismo”. Entonces, para ser eficaz, hay que educar y abrir a la persona al acercamiento ontológico de sí misma sin entrar en conceptos existenciales difíciles y abstractos.
Camino con corazón.
     Desde el punto de vista ontoenergético, el contacto con el self (el sí mismo) se obtiene cuando la imagen mental de uno mismo cede ante el contacto con el propio yo orgánico (mi manifestar la vida mediante el cuerpo, sus sensaciones, sentimientos y emociones) y éste abre paso a “todo aquello que tiene sentido existencial”, es decir al “Camino con corazón” o la auto-realización: En otras palabras, al intento de actualizar el pleno potencial humano o “todo lo que de mi humanidad puedo manifestar” aquí y ahora. Son certezas que se sienten e intuyen y no se piensan o razonan. Posteriormente se puede razonar sobre todo ello y buscarles lógica y explicaciones, pero primariamente surgen de procesos muy profundos de índole existencial. 
     Para conseguir serenar la mente hay que enseñar y acompañar en el proceso de apaciguarla y adquirir la destreza del silencio de la misma. La respiración consciente así como la percepción consciente y el caminar consciente son muy eficaces, y sirven de antesala o introducción de la práctica meditativa que debe ir asentándose como recurso higiénico del yo y el self.
    El contacto con la vida, como ciclo constante de expansión y contracción (con sus sensaciones de abrirse a ella tomándola y llenándose de ella; y luego en entregarse a la misma sin resistencia ni temor), y el entusiasmo por  vivir a través de las sensaciones y sentimientos corporales, es lo siguiente. El sentirse enraizado con la realidad en sí, con el mundo de la tierra, es decir, el asentar los pies en la misma, es obtener el sentimiento de confianza y seguridad en la propia naturaleza biológica (como organismo vivo).
Orar.
El “orar", como un diálogo con el propio centro existencial, facilita el contacto profundo. “Orar” es manifestar gratitud a la propia existencia, al propio hecho de existir; desde donde se diluye y desaparece el resentimiento y rencor hacia quien se supone (si es el caso) que causa el mal. Desde el self brota un centramiento, una serena confianza y seguridad de que uno es fuerte y que, por encima de todas estas vilezas y artimañas egoístas, ante el contacto con el propio ser, se desvaneces las sombras; y amanece la claridad y la fortaleza dando lugar a que uno se sienta más allá, inaccesible, a las presuntas influencias dañinas. Es un sentirse vacunado a ellas.
     El contacto con el ser y la gratitud que de él surge te convencen de que tienes un poder creativo y una responsabilidad para con la actitud ante tu existencia. Comprender que tal y como crees que la vida es o no amistosa, así creas tu posición existencial ante ella, considerándola un lugar de posibilidades de auto-realización o un lugar de hostilidad y sufrimiento de la cual se es víctima. Todo ello es una creación, tu creación; pero cada uno de estos vectores son incompatibles entre sí. Si te crees que la vida te apoya tanto en sus aconteceres agradables como desagradables, no puedes caer en el victimismo; y si crees que tu existir es de víctima, mientras así lo creas, no podrás experimentar tu potencial creativo. O lo uno o lo otro; no es posible lo uno y lo otro. La ley dice que lo que aportes como interpretación o significado (creencias) de los acontecimientos, condicionará tu vida atrayendo y configurando la realidad que confirme tu creencia. Confirmando tu victimismo o tu auto-realización. Siente que eres un artista y que dibujas, pintas, compones poemas o música e interpretas tu danza de vivir; cada uno tiene su preferencia, su facilidad; y, con ello, perfilas y desarrollas tu acto creativo, la belleza que te mereces vivir en este mundo en este justo momento, en el aquí y ahora. El acto creativo se hace momento a momento y cada instante vivido es una ocasión, un intento de creación. Elige qué deseas crear en ti y en tu vida, deja que el impulso surja de tu corazón y manifiéstalo. La vida te lo reflejará  y confirmará.
    Así se está en camino de recuperar la plena salud, ahora contactas con la vida de tu organismo y la fuerza de tu consciencia, la sientes en tus órganos y músculos; te haces consciente de ello y a continuación lo puedes celebrar con jovialidad, con el humor, con la sonrisa y la risa. Celebra tu vida jugando en ella divertidamente como en la niñez, baila tu vida como en un juego de divertida curiosidad, asombro y maravilla.
     Ahora estás en una posición tan energética, sana y luminosa, que ninguna oscuridad nacida del malestar y el egoísmo ajeno te puede perturbar.
     Sólo te queda asentar este estado atendiendo a tu cuerpo de un modo saludable: saliendo a espacios naturales plenos de vigor y vida y alimentándote con productos naturales, limpios y vitales; importa más su calidad que su cantidad o aspecto. Disfruta de lo que comes y, al tiempo, siente gratitud a la naturaleza que te lo proporciona, a la Madre Tierra, mientras tomas de sus frutos transformándolos mediante la digestión en tu propio cuerpo vivo. Condúcete por la vida con afecto y respeto a todo, establece relaciones sanas con una comunicación y contacto lo más sencillo, simple y directo posible. Allí donde puede haber contacto real y físico, mejor que el informatizado y simbólico.- Todos somos seres energéticos, vivos, creativos y el contacto e interacción nos alimenta la realidad y la confianza (que es notar que el corazón se abre al contacto y comunicación).
Contacto con el Ser.
    El acompañar en la exploración y posibilitar su práctica es la labor del terapeuta. El hacerte caer en la cuenta de que, en un momento dado, te resistes a realizarlo, o caes en los automatismos de la rutina, y, con ello, estás mostrando tu temor a la vida y a sus incesantes desafíos; es decir, te proteges de tu existir, acudiendo a lo automático y rutinario  del mundo pretérito y vulnerable. El darse cuenta de que hay una tendencia defensiva a abandonar la actitud y creencias victimistas, posibilita que la creatividad fluya a favor y provecho propio y te alegras de no entregarte nuevamente al rol de víctima. Los hábitos rutinarios van perdiendo su fuerza a medida que adquieres una vida consciente y entusiasta en cada aquí y ahora. El terapeuta te acompaña, te apoya y te indica cuándo te posicionas favorablemente con tu ser y cuándo regresas defensivamente a los hábitos y rutinas asociadas al victimismo, así hasta que te sientes plenamente fuerte y seguro por ti mismo.
    Ya estás tomando la vacuna y la medicina contra las posibles prácticas dañinas que te puedan idear.

 Febrero del 2012.  Ernesto Cabeza Salamó.


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