La Terapia Bioenergética en Cepsi
El paciente o cliente suele acudir a solicitar la terapia exponiendo sus síntomas y problemas psíquicos tales como ansiedad, temor, nerviosismo en general, fobias, violencia, etcétera; sin tener en cuenta el substrato somático de sus problemas. Puede ser también la presencia de dolores y tensiones en distintas partes del cuerpo, sin tener en cuenta su relación con los problemas psicológicos que ha recogido a lo largo de su vida.
Como terapeuta bioenergético escucho atentamente y empáticamente la presentación y exposición de la problemática del cliente, observando la congruencia o su falta entre lo que dice conscientemente y lo que expresa inconscientemente con sus ojos, voz, con sus posturas y la estructura general de todo su cuerpo.
Arco bioenergetico adelante |
La terapia bioenergética trata de restablecer la unidad dinámica del cuerpo y de la mente a fin de que el cliente obtenga más vitalidad y efectividad en sus funciones somáticas (corporales) y psíquicas (mentales-afectivas). Ya que en bioenergética sostenemos que el organismo humano es un sistema abierto en el que se puede aumentar o disminuir la energía por mecanismos internos o influencias externas.
Antes he mencionado que la represión de las necesidades e impulsos infantiles creaba la coraza y el carácter, el conjunto de mecanismos de defensa en al cuerpo. Esto ha de quedar bien claro porque es muy importante.
Cuando acude el cliente considera estas actitudes o estructuras caracteriales como parte de su personalidad, de la definición de sí mismo, manteniéndolas en sus relaciones personales, familiares y sociales con un “yo soy así”; cuando las circunstancias de la actualidad están lejos de las de su infancia que les dieron origen.
Como inciso diré que con el término personalidad defino todo el conjunto de características y dotaciones que la persona tiene como manifestación de su ser en todos los terrenos; Las peculiaridades impresas en su genética que configuran su ser corporal, biología y fisiología; y las peculiaridades personales tales como afectividad, inteligencia, creatividad, etcétera, que le hacen un individuo único e irrepetible. La personalidad sería la libre expresión de todos los recursos que le acompañan y maduran en la vida. De aquí brotan las necesidades, deseos e impulsos , motivaciones y su auto expresión; y esto es lo que suele producir un choque con las creencias, expectativas, normas y actitudes de los progenitores y demás personas significativas en el proceso de construcción, desarrollo y crecimiento del niño, ya desde poco después de su concepción.
Como iba diciendo, el cliente no se queja de sus actitudes caracteriales, sino de los síntomas que sí considera extraños a su funcionamiento normal; pero que surgen como consecuencia de desplazamientos de energía desde la coraza caractero-muscular en periodos de incremento de la estásis energética (la energía que se queda quieta, estática) por inhibición de la expresividad especialmente en el aspecto afectivo y sexual. El cliente me solicita, como terapeuta, que le “quite” los síntomas como si se trataran de una infección microbiana o de un componente mecánico de su “mente”; siendo inconsciente de que se producen en su ser por el modo que tiene de afrontar la vida.
Por otro lado el cliente teme darse cuenta de sus contradicciones emocionales, de sus temores y de todo aquello doloroso y hostil que se guarda y reprime dentro de sí para mantenerse adaptado a la vida “normal”.
Los problemas infantiles por los que ha pasado han dejado su huella en el delicado sistema autónomo y en el cerebro antiguo (núcleos grises internos del cerebro) y éste envía su evaluación o valoración (siempre inconsciente) al cortex cerebral (zona gris exterior del cerebro) como algo peligroso. Cuando las circunstancias de la vida en el presente le aporta una situación (estímulo externo) igual, parecido, comparable o análogo a los de la infancia, el cerero reacciona como en la infancia iniciando unos impulsos energéticos de evitación, huída, defensa o ataque que se pueden vivir como bloqueo, temor, ansiedad, angustia, enojo, etcétera; a través del sistema nervioso autónomo en su ramal especialmente simpático. La actividad del sistema nervioso autónomo es corroborada o reforzada por el sistema hormonal, pudiéndose generar desórdenes hormonales si se hace crónico e incluso, si aumenta de intensidad, inhibir el sistema inmunitario (defensas ante las infecciones).
Son los miedos, los enojos, ansiedades y angustias lo que genera cambios somáticos en el organismo humano y por tanto de lo que nos hacemos conscientes.
Así pues, todos manifestamos nuestra personalidad a través de nuestros actos, nuestras actitudes corporales en lo estático (el estar quietos) y en lo dinámico (el moverse). En el contexto bioenergético algunas actitudes corporales significativas son:
- Los pies y las piernas son el fundamento y soporte de la estructura del yo. Por ellos mantenemos contacto con la única realidad de la vida que permanece inmutable: la tierra como naturaleza. “Estar bien plantado sobre la tierra” significa que una persona tiene un sentido sólido de la realidad. La falta de contacto con el suelo está relacionado con otro síntoma corriente: “el miedo a caer” en sueños, desde alturas, de caer en el amor, etcétera; lo que manifiesta una inseguridad fundamental y la compensa relacionado los brazos y los ojos con la realidad objetiva. Esta realidad objetiva está regida por la cultura, lo social y el control que constituye las herramientas del ego. Todas las formas de angustia de “caída” traducen el miedo del ego a perder el control.
- Cualquier debilidad de la columna vertebral manifestará un trastorno de la personalidad, lo mismo que el que tiene la espalda rígida.
- La respiración, como en Reich, es algo esencial. Un pecho dilatado y duro indica un ego inflado; pero también puede mostrarse encogido, con poca presencia o victimísta. La salud se muestra en la cualidad de los movimientos respiratorios, en la unidad funcional de pecho-diafragma y abdomen en la inspiración y exhalación.
- La pelvis (caderas) junto a las piernas nos hablan sobre las funciones sexuales.
- La posición y movilidad de los hombros nos hablan sobre las funciones del Ego. Pueden mostrar cólera, sobre confianza neurótica o impotencia victimista.
- El porte de la cabeza está en relación directa con la calidad del ego y su fuerza.
- La expresividad del rostro, lo que transmiten los ojos, especialmente, puede estar en contradicción con lo que dice y sus gestos. También la mandíbula y sus características musculares aportan mucha información.
- La expresividad inconsciente del cuerpo transmite mucha información acerca de la personalidad y sus conflictos.
Así, el cuerpo de una persona con estructura, sus posturas y actitudes nos dicen mucho sobre lo que es y su configuración caracterológica.
Como dije hablando de Reich, la limitación respiratoria disminuye la vitalidad y reduce la calidad y expresividad del movimiento; y el movimiento determina el sentimiento. Así, una persona genuinamente viva es aquella que respira profundamente, se mueve libremente y siente en plenitud a su cuerpo
La respiración activa o inhibe el fuego metabólico; esto no es sólo un juego hormonal. La gente, en su mayor parte, respira mal. También la respiración está íntimamente ligada con la calidad de la vida sexual y del orgasmo, al influir sobre el placer, la excitación y la apertura y entrega de sí.
La respiración hace nacer sentimientos y la gente teme a los sentimientos; hay muchas heridas abiertas y sangrantes que evitan contactar desde la tierna infancia.
Por todo ello la dialéctica de inspiración-espiración nos dice mucho de cómo se vive la persona en el abrirse en la vida y el abandono del auto-control.
La respiración sana unifica el cuerpo tanto al inhalar como al exhalar. Una tensión en cualquier parte del cuerpo reduce esta unidad. La cabeza se liga a la respiración a través de la boca-garganta como un órgano de succión hacia los pulmones. La respiración se hace profunda involucrando la pelvis. El abdomen está comprometido en ello. La ola u onda respiratoria sana abraza y actúa en todo el cuerpo, de cabeza a pelvis. Si la respiración está fragmentada, restringida, hinchada, forzada, bloqueada, etcétera, indica problemáticas personales.
La respiración activa el metabolismo proveyendo de energía a todas las funciones vitales del organismo y con ellas una muy importante es la pulsión sexual. La profundidad de la respiración determina la calidad de la respuesta sexual, conduciendo a un orgasmo que implica a todo el cuerpo.
En resumen, una respiración profunda, espontánea y completa es sana y carga el cuerpo haciéndolo sentirse vivo: ojos brillantes, piel coloreada, cuerpo caliente, etc.
Visto todo esto, resulta evidente que la finalidad de la Terapia Bioenergética consiste en ayudar al cliente a restablecer la unidad funcional dinámica del organismo que fue lesionada y, en parte, rota por las restricciones y limitaciones en la infancia.
Fueron las heridas a las necesidades de amor, comprensión, aceptación y seguridad, sobretodo en los primeros años de la existencia, las que alteraron el desarrollo integral, y luego la expresión de estos sentimientos de protesta quedaron reprimidos para evitar mayores castigos y frustraciones, creando en el niño y/o adolescente un “modo de vivir” o carácter que le permitió sobrevivir adaptativamente.
Ayudar al cliente a expresar su enojo, rabia y tristeza porque no le dieron lo que necesitaba en la infancia, le ayudará a librarse del peso de sus represiones y a tomar consciencia de lo que le faltó. Pero esto no es todo; hay que restaurar el derecho de manifestar la sed de cariño, atención y seguridad que faltó en la infancia y adecuarla madurativamente a la situación adulta genital. De lo contrario muy pronto formará otras máscaras para sobrevivir. Por eso el terapeuta debe ser más que un sanador, un padre, una madre y un amigo sustituto que le ofrezca lo que le faltó y le apoye en el desarrollo hasta su situación de adultez.
Por ello el Terapeuta debe esforzarse como primer paso por establecer un contacto personal y afectivo con el cliente.
Ernesto Cabeza Salamó
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