Reflexión a
partir de 22 de Marzo 2014.
Hace
pocos días asistimos a un acontecimiento muy interesante desde múltiples puntos
de vista. La manifestación del 22 de marzo. Aquí enlazaré algunos de ellos de pasada.
Columnas
de personas reclamando la dignidad se desplazan desde diferentes partes de la Península hacia la
capital para manifestar su indignación. Ya vinieran a pié, en transporte propio o público; todos
ellos en su andadura mostraron una ejemplaridad cívica y pacífica.
La
multitudinaria manifestación se produjo pacíficamente a excepción de su final
donde aparecieron lamentables estallidos de violencia que la ensombrecieron y
supuso el argumento preciso para desplazar el genuino derecho de manifestar el
malestar común de la ciudadanía empobrecida y agobiada por la política de
Europa y España actual, por el tema de exaltados violentos. A partir de allí se
pasó a hablar de policías heridos y de manifestantes detenidos; y se olvidó la
pobreza energética e infantil, se olvidó de los recortes en sanidad, educación,
cultura, ciencia; se olvidó de los desahucios, de los parados de todas las
edades; se olvidó el motivo que los había reunido a todos este día. Ya se olvidó
de la socialización de las pérdidas de empresas financieras y la privatización
de los beneficios, de la inmunda especulación y delincuencia de guante blanco
que desencadenó una crisis de casi 5 años. Todo giró en torno a la tan traída
violencia y del destrozo de bienes privados y mobiliario público. Del intento
de justificar actitudes irracionales por ambos bandos. Siempre igual, tratando
de segregar en bandos y enfrentarlos.
¿Es que
nunca vamos a superar esta dialéctica? Bien y mal; buenos y malos, ricos y
pobres, violentos y pacíficos, inmigrantes y naturales, etc. Se cae en esta
trampa una y otra vez irremediablemente. ¿A qué nos lleva esto? ¡Ya lo vemos!
Al enfrentamiento, a la frustración, a la ira. Es un claro ejemplo de la
inmadurez tanto de dirigentes como de la población. No se trata de que todos
sean filósofos. No. Se trata de aprender de la experiencia y superar los
conflictos propios. Si. Los conflictos propios son lo que se proyecta y
reproduce en el mundo que re-creamos social y cultural.
Miremos
donde miremos lo encontramos: Afán de competividad, individualismo, deportes de
competición, juegos infantiles de pugna y rivalidad, escuela más instructiva
que educativa, etc. Series de televisión y cine en el que siempre hay algún
tipo de persecución y muerte más o menos violenta. Siempre nos encontramos con
agresores – perseguidores y con víctimas – perseguidos tratando de cazarse unos
a otros. Por no mentar los conflictos políticos y militares a lo largo y ancho
de todo el mundo.
No se da una
cultura y educación por la paz y concordia. Estas palabras son tan solo teóricas
y alejadas de lo obvio como desprovistas de significado real. Solo en
acontecimientos excepcionales, de tragedias naturales o accidentales, la gente
muestra la grandiosidad de la hermandad y la solidaridad; pero muy poco en el
acontecer corriente y cotidiano.
¿Cómo se
explica el planteamiento de un mundo en opuestos antagónicos? Se podría hablar
de opuestos complementarios como la polaridad energética, pero eso no es lo que
se da en lo que nos ocupa.
Dentro de
cada cual existe esta fractura, esta oposición. La parte aceptada en la
identidad y la parte oculta. Lo que queremos que aparezca y sea objeto de
atención, aceptación y aprecio; y aquello que nos aborrecemos, nos reprimimos u
ocultamos evitando que los demás lo perciban. Allí en la oscuridad de la mente
está esa parte herida, sufriente que rabia y gime oculta en la mazmorra de
nuestro ser.
Todos la
tenemos, puesto que todos hemos sufrido heridas en nuestra personalidad; y
desde tiempos de los cuales ni tan sólo sospechamos. Esta oposición en nuestra
personalidad es lo que nutre el acontecer contradictorio de nuestra creación
social y su gestión.
Los que
aspiran a cargos políticos en la administración pública y aparatos de partidos
y sindicatos son personas que participan de esta oposición o conflicto interno.
También todos cuantos forman el resto de la ciudadanía; por muy doctos e
incluso religiosos que sean. Nos aferramos a ideologías y credos diversos para
dar alivio y canalizar el malestar de nuestra personalidad. Cuanto más
enfrentados estemos en nuestro interior, más rígidos y tendentes al fanatismo
nos mostraremos.
El mundo
que creamos es el fiel reflejo de aquello que creemos ser. Creamos el mundo
social y cultural a imagen y semejanza de cómo creemos que somos; y como esta
creación es compartida por tantos, es lógico pensar que así nos sentimos muchos.
El interés
por superar esta oposición es tan vieja como la propia humanidad y está
reflejada en toda la historia. Además de luchas de pueblos, civilizaciones e
imperios también ha habido personajes de un alto nivel de consciencia que han
creado filosofías y contextos espirituales de los cuales han nacido mitos y
religiones. Al final, al alejarse del mito, caen en la misma conflictividad que
todo. No dudemos que la defensa de los dogmas religiosos ha vertido y siguen
vertiendo ríos de sangre.
La cuestión
es que se crea un mundo que refleja nuestra patología y en él se gesta y forma a
las futuras generaciones que perpetuarán la patología adecuándola a las
circunstancias propias de cada tiempo. Y tenemos el viejo cuento de qué es antes
“el huevo o la gallina”. Cuestión insoluble, un genuino y verdadero Koan Zen.
La solución está, como en todos los koans, en el satori de cada cual, en su
comprensión e iluminación.
- Maestro, ayúdame a encontrar la liberación.- ¿Y quién te tiene prisionero?- Nadie. - ¿Por qué buscas la liberación entonces? |
¿Qué es
esa comprensión iluminada? Pues el darse cuenta de que esa pugna interior es un
sueño, que en realidad no existe. Esta certeza marca al iluminado.
Aunque
sabios e iluminados los ha habido desde siempre, desde antes de la aparición de
la historia, la población humana poco ha despegado de su oscuridad y conflicto.
El caso es que estos sabios-iluminados siempre nos dicen lo mismo con unas y
otras palabras o imágenes y nos advierten que sólo pueden entenderlas aquellos
que pueden verlas y escucharlas. En otras palabras para los que tengan oídos y
ojos abiertos. Si estamos en una lucha interna, el fragor de la misma y del ruido
interno nos impide ver y oír.
Pretendemos acabar con el conflicto mediante el conflicto. Pretendemos que
un bando aplaste al otro y lo someta por el bien de unos o de otros… todas
formas de opresión de un lado o de otro.
El que
los que se sienten oprimidos tratan de mostrar su situación y reivindicar sus
derechos es natural; es una necesidad y también un derecho. Pero aquí no debe
acabar el asunto. La protesta, la rabieta, no es suficiente. Hay que tomar
consciencia del papel que les toca jugar en el tablero de los acontecimientos
sociales. Saberse oprimido, marginado, ninguneado, no es suficiente; esto es lo
de siempre. Démonos cuenta de que los que cumplen como oprimidos, lo hacen por
un conflicto compartido por todos, entenderlo así ya ofrece oportunidades. Actualmente
el seguir la lucha de opresor-oprimido cronifica el cuadro de la enfermedad. El
oprimido debe verse de que ya no lo es, que en su conjunto, a todos cuantos se les propone jugar este rol,
pueden decir que no quieren cumplir con el juego. Pueen acordar otro juego entre
ellos que no se base en el conflicto y oposición, sino en el apoyo mutuo y
solidaridad. Al margen de los opresores y sus arengas. Ello requiere mucha
conciencia propia y madurez. Las pelotas del juego no es para vencer al
adversario, sino del placer de colaborar. El que uno quiera luchar no sirve de
nada si los otros no quieren aceptar su desafío. La prerrogativa de los
opresores no tiene ningún valor si los pretendidos oprimidos no le dan el más
mínimo valor. Entonces los pretendidos desposeídos no están desposeídos de
nada, sino que son poseedores de valores y actos diferentes. Un rico de algo que no
tiene valor para la mayoría es un gran pobre.
Romper el juego |
La auténtica revolución consiste
en romper el juego propuesto por los dominadores y practicar otro incompatible
con el conflicto. Todos los creadores de bienes útiles están entre los
oprimidos, los opresores sólo disponen de sus privilegios y estatus. Dependen
totalmente de sus oprimidos para sus más mínimos actos vitales.
La
organización social debe darse cuenta de ello y obrar en consecuencia. Otra
organización social, otra economía, otra forma de reparto de lo producido y de
los servicios es posible si así lo comprendemos y lo hacemos posible. La
responsabilidad radica en uno mismo viendo al otro como al igual con el que
confiar, colaborar y apoyarse.
Como los
que ahora dominan son conscientes de este riesgo, extreman todos sus recursos
para ocultarlo y desviar el enfoque del interés mediático.
Esto sí
pudimos verlo en el acontecer global del 22 de Marzo. Es un aspecto más del
comienzo del cambio, ha habido muchos, recordemos como referencia de comienzo el
del 15 de Mayo del 2011.
Madrid 15 Mayo 2011 |
Ernesto Cabeza Salamó
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