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domingo, 30 de marzo de 2014

Reflexión a partir de 22 de Marzo 2014.

Reflexión a partir de 22 de Marzo 2014.



     Hace pocos días asistimos a un acontecimiento muy interesante desde múltiples puntos de vista. La manifestación del 22 de marzo. Aquí enlazaré algunos de ellos  de pasada.



     Columnas de personas reclamando la dignidad se desplazan desde diferentes partes de la Península hacia la capital para manifestar su indignación. Ya vinieran a  pié, en transporte propio o público; todos ellos en su andadura mostraron una ejemplaridad  cívica y pacífica.


     La multitudinaria manifestación se produjo pacíficamente a excepción de su final donde aparecieron lamentables estallidos de violencia que la ensombrecieron y supuso el argumento preciso para desplazar el genuino derecho de manifestar el malestar común de la ciudadanía empobrecida y agobiada por la política de Europa y España actual, por el tema de exaltados violentos. A partir de allí se pasó a hablar de policías heridos y de manifestantes detenidos; y se olvidó la pobreza energética e infantil, se olvidó de los recortes en sanidad, educación, cultura, ciencia; se olvidó de los desahucios, de los parados de todas las edades; se olvidó el motivo que los había reunido a todos este día. Ya se olvidó de la socialización de las pérdidas de empresas financieras y la privatización de los beneficios, de la inmunda especulación y delincuencia de guante blanco que desencadenó una crisis de casi 5 años. Todo giró en torno a la tan traída violencia y del destrozo de bienes privados y mobiliario público. Del intento de justificar actitudes irracionales por ambos bandos. Siempre igual, tratando de segregar en bandos y enfrentarlos.


     ¿Es que nunca vamos a superar esta dialéctica? Bien y mal; buenos y malos, ricos y pobres, violentos y pacíficos, inmigrantes y naturales, etc. Se cae en esta trampa una y otra vez irremediablemente. ¿A qué nos lleva esto? ¡Ya lo vemos! Al enfrentamiento, a la frustración, a la ira. Es un claro ejemplo de la inmadurez tanto de dirigentes como de la población. No se trata de que todos sean filósofos. No. Se trata de aprender de la experiencia y superar los conflictos propios. Si. Los conflictos propios son lo que se proyecta y reproduce en el mundo que re-creamos social y cultural.
     Miremos donde miremos lo encontramos: Afán de competividad, individualismo, deportes de competición, juegos infantiles de pugna y rivalidad, escuela más instructiva que educativa, etc. Series de televisión y cine en el que siempre hay algún tipo de persecución y muerte más o menos violenta. Siempre nos encontramos con agresores – perseguidores y con víctimas – perseguidos tratando de cazarse unos a otros. Por no mentar los conflictos políticos y militares a lo largo y ancho de todo el mundo.
    No se da una cultura y educación por la paz y concordia. Estas palabras son tan solo teóricas y alejadas de lo obvio como desprovistas de significado real. Solo en acontecimientos excepcionales, de tragedias naturales o accidentales, la gente muestra la grandiosidad de la hermandad y la solidaridad; pero muy poco en el acontecer corriente y cotidiano.


     ¿Cómo se explica el planteamiento de un mundo en opuestos antagónicos? Se podría hablar de opuestos complementarios como la polaridad energética, pero eso no es lo que se da en lo que nos ocupa.

     Dentro de cada cual existe esta fractura, esta oposición. La parte aceptada en la identidad y la parte oculta. Lo que queremos que aparezca y sea objeto de atención, aceptación y aprecio; y aquello que nos aborrecemos, nos reprimimos u ocultamos evitando que los demás lo perciban. Allí en la oscuridad de la mente está esa parte herida, sufriente que rabia y gime oculta en la mazmorra de nuestro ser.

    Todos la tenemos, puesto que todos hemos sufrido heridas en nuestra personalidad; y desde tiempos de los cuales ni tan sólo sospechamos. Esta oposición en nuestra personalidad es lo que nutre el acontecer contradictorio de nuestra creación social y su gestión.
    Los que aspiran a cargos políticos en la administración pública y aparatos de partidos y sindicatos son personas que participan de esta oposición o conflicto interno. También todos cuantos forman el resto de la ciudadanía; por muy doctos e incluso religiosos que sean. Nos aferramos a ideologías y credos diversos para dar alivio y canalizar el malestar de nuestra personalidad. Cuanto más enfrentados estemos en nuestro interior, más rígidos y tendentes al fanatismo nos mostraremos.


     El mundo que creamos es el fiel reflejo de aquello que creemos ser. Creamos el mundo social y cultural a imagen y semejanza de cómo creemos que somos; y como esta creación es compartida por tantos, es lógico pensar que así nos sentimos muchos.
    
     El interés por superar esta oposición es tan vieja como la propia humanidad y está reflejada en toda la historia. Además de luchas de pueblos, civilizaciones e imperios también ha habido personajes de un alto nivel de consciencia que han creado filosofías y contextos espirituales de los cuales han nacido mitos y religiones. Al final, al alejarse del mito, caen en la misma conflictividad que todo. No dudemos que la defensa de los dogmas religiosos ha vertido y siguen vertiendo ríos de sangre.
     La cuestión es que se crea un mundo que refleja nuestra patología y en él se gesta y forma a las futuras generaciones que perpetuarán la patología adecuándola a las circunstancias propias de cada tiempo. Y tenemos el viejo cuento de qué es antes “el huevo o la gallina”. Cuestión insoluble, un genuino y verdadero Koan Zen. La solución está, como en todos los koans, en el satori de cada cual, en su comprensión e iluminación.

- Maestro, ayúdame a encontrar la liberación.- ¿Y quién te tiene prisionero?- Nadie.
- ¿Por qué buscas la liberación entonces?
 
     ¿Qué es esa comprensión iluminada? Pues el darse cuenta de que esa pugna interior es un sueño, que en realidad no existe. Esta certeza marca al iluminado.
     Aunque sabios e iluminados los ha habido desde siempre, desde antes de la aparición de la historia, la población humana poco ha despegado de su oscuridad y conflicto. El caso es que estos sabios-iluminados siempre nos dicen lo mismo con unas y otras palabras o imágenes y nos advierten que sólo pueden entenderlas aquellos que pueden verlas y escucharlas. En otras palabras para los que tengan oídos y ojos abiertos. Si estamos en una lucha interna, el fragor de la misma y del ruido interno nos impide ver y oír.

     Pretendemos acabar con el conflicto mediante el conflicto. Pretendemos que un bando aplaste al otro y lo someta por el bien de unos o de otros… todas formas de opresión de un lado o de otro.



 
     El que los que se sienten oprimidos tratan de mostrar su situación y reivindicar sus derechos es natural; es una necesidad y también un derecho. Pero aquí no debe acabar el asunto. La protesta, la rabieta, no es suficiente. Hay que tomar consciencia del papel que les toca jugar en el tablero de los acontecimientos sociales. Saberse oprimido, marginado, ninguneado, no es suficiente; esto es lo de siempre. Démonos cuenta de que los que cumplen como oprimidos, lo hacen por un conflicto compartido por todos, entenderlo así ya ofrece oportunidades. Actualmente el seguir la lucha de opresor-oprimido cronifica el cuadro de la enfermedad. El oprimido debe verse de que ya no lo es, que en su conjunto, a  todos cuantos se les propone jugar este rol, pueden decir que no quieren cumplir con el juego. Pueen acordar otro juego entre ellos que no se base en el conflicto y oposición, sino en el apoyo mutuo y solidaridad. Al margen de los opresores y sus arengas. Ello requiere mucha conciencia propia y madurez. Las pelotas del juego no es para vencer al adversario, sino del placer de colaborar. El que uno quiera luchar no sirve de nada si los otros no quieren aceptar su desafío. La prerrogativa de los opresores no tiene ningún valor si los pretendidos oprimidos no le dan el más mínimo valor. Entonces los pretendidos desposeídos no están desposeídos de nada, sino que son poseedores de valores y actos diferentes. Un rico de algo que no tiene valor para la mayoría es un gran pobre.
Romper el juego
      La auténtica revolución consiste en romper el juego propuesto por los dominadores y practicar otro incompatible con el conflicto. Todos los creadores de bienes útiles están entre los oprimidos, los opresores sólo disponen de sus privilegios y estatus. Dependen totalmente de sus oprimidos para sus más mínimos actos vitales.


     La organización social debe darse cuenta de ello y obrar en consecuencia. Otra organización social, otra economía, otra forma de reparto de lo producido y de los servicios es posible si así lo comprendemos y lo hacemos posible. La responsabilidad radica en uno mismo viendo al otro como al igual con el que confiar, colaborar y apoyarse.
    Como los que ahora dominan son conscientes de este riesgo, extreman todos sus recursos para ocultarlo y desviar el enfoque del interés mediático.

     Esto sí pudimos verlo en el acontecer global del 22 de Marzo. Es un aspecto más del comienzo del cambio, ha habido muchos, recordemos como referencia de comienzo el del 15 de Mayo del 2011. 
Madrid 15 Mayo 2011

Ernesto Cabeza Salamó

 

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