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domingo, 19 de junio de 2011

En apoyo de la búsqueda de nuevos horizontes de democracia Una reflexión ontoenergética.

En apoyo de la búsqueda de nuevos horizontes de democracia
Una reflexión ontoenergética.




     Afectividad, Actividad y Conocimiento son las tres manifestaciones de la energía vital en cada persona. De su manifestación nace la sensación de que la vida vale la pena vivirla. Es decir ser digna. Nos permite sentir la humanidad como sentimiento y emoción, expandir el ánimo; nos permite realizarnos contactando con los demás y construir unos con otros transformando y mejorando el mundo que vivimos; y también permite integrar todo lo experimentado y vivido como experiencia, saber y conocimiento.
     De esta íntima interacción (del afecto como el entusiasmo inocente de la infancia, de la actividad como el sereno y comprometido hacer amoroso del adulto y del saber como depósito de riqueza del que ha sabido vivir creciendo en la vida, albergando su tesoro vital) surgen tres flujos más e energía, esta vez en el ámbito del colectivo humano: Educación (transmitir el conocimiento con el afecto). Salud (la fluidez de la acción con afecto) y la Cultura (asentamiento de un conocimiento colectivo en una situación histórica).
     De ello vemos que todo es puro dinamismo, que no hay nada estático; pero al decir dinámico no me refiero a movimiento mecánico, cíclico, repetitivo; sino cambiante, creativo, innovador, dialéctico. Y ello es el gran desafío de nuestros tiempos. Se pretende, desde lo conservador, instaurar la idea de que este mundo, tal como se plantea desde un sistema ideológico autoritario, no tiene alternativa alguna, generando todo un mecanismo a través de adeptos que deja fuera de juego a quienes discrepan o pretenden modificarlo fuera de sus reglas de juego. Y lo peor de todo es que eso se vende como democracia.

Democracia autoritaria.
     Se llama democracia porque actúa a través de partidos políticos que se auto proclaman los representantes de los ciudadanos y de sus intereses; pero funcionan como  mecanismos de poder con una ingeniería psicológica y de marketing. A través de ello capta en las campañas electorales el interés de sus presuntos votantes a través de propuestas más o menos populistas y otras muy técnicas alejadas de la comprensión de los ciudadanos comunes; y, aún otras demonizando al adversario, gracias a lo cual adquiere sentido su razón de ser.  Y mientras tal sea el juego, va manteniendo su poder. Se dirá que aunque el bipartidismo sea lo dominante, hoy otras opciones políticas, pero éstas tienen una representatividad marginal situada en los márgenes extremos de las ideologías, cumpliendo la función aglutinar a los más críticos de ambas tendencias y a los radicales; pero con poco aparato para ofrecerse como alternativa al bipartidismo central, y siempre bajo la amenaza del “voto útil”.
     Cuando en el sistema de orden mundial surge una democracia, al principio hay diversidad de expresiones políticas, pero con el discurrir de los años y legislaturas, el poder se congrega en unas corrientes más moderadas y ambiguas que pretenden representar a la mayoría de la población. Los políticos son profesionales de la política adscritos  a estos núcleos de administración del poder con lealtades acordadas en muchos, y en régimen de mercenarios en otros casos.

Colores de partidos políticos.

     Estos políticos situados en gobiernos, congresos, parlamentos, senados y consistorios de los distintos estados y administraciones ejercen una dramatización que crea excitación y pasión entre ellos y sus simpatizantes, con lo cual el fin autoritario queda en el fondo siendo el foco algo destacado y vibrante y con una tan veloz sucesión que no permite una visión amplia y de perspectiva fuera del impacto de la inmediatez.

Parlamento Europeo
     En mucha gente instruida y sensata es frecuente oír que fuera de las opciones partidistas de representación constitutorias del sistema no puede darse otra actividad política. Y el aparato político de los partidos  no puede aceptar esas propuestas pues atentan contra su aparato de funcionamiento y ejercicio del poder. No se puede pedir a un partido político que se enfrente a su propio mecanismo. Se descompondría de inmediato. Por ello en concepto etimológico de democracia queda corrompido. Esta palabra procede del griego “Demos” que significa “pueblo” y de “Kratos” que significa “autoridad” y, por alusión, poder. La autoridad que emana del pueblo debe ser el genuino poder; y además que la autoridad no se adquiere por forma alguna de violencia (coerción, imperio de la voluntad, del autoritarismo) sino por esa autoridad que da el servicio y la valía contrastada reconocida como alta motivación humana y reconocida por los ciudadanos. La autoridad, así entendida, que emana de la población debe ser el genuino poder; y tenemos que la presunta representatividad de los partidos políticos utilizan sofisticados sistemas de psicología y sociología política con un estudiado marketing para frustrar y, al tiempo, satisfacer ciertas necesidades y pasiones de los ciudadanos, sin contar ni estar con ellos en la vida corriente. Los políticos dicen: “Hay que estar y oír a los ciudadanos”. ¿Es que viven en otro planeta? Sí, ciertamente están en otro mundo ajeno al de sus administrados y representados. A mi me recuerda, salvando el tiempo y la situación histórica, al despotismo ilustrado de hace pocos siglos: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Sólo que ahora dirían, pero haciendo creer que es con el pueblo y para el pueblo.

Ciudadanos
     Cuando algo menos del 50% de la población no tiene deseos de participar en los certámenes electorales y entre los que participan hay asimismo votos en blanco y nulos, nos indica que ese juego de administrar la autoridad de los ciudadanos sólo acontece entre adeptos y clientes de estas opciones de poder. Y es muy fácil que esto genere sucesiones de corruptelas cada vez más sofisticadas, pues se aprende de los errores e inconsistencias precedentes.

tirar de los hilos
     Además, actualmente, estos gobernantes que surgen de este sistema mecánico, nos dicen que rinden cuentas a las instituciones abstractas de los “mercados” y las “agencias” económico-financieras que rigen el destino del mundo. Lo que nos hace percibir que son meros súbditos o lacayos de las mismas. Y estas entidades todopoderosas son las que actualmente detentan el poder y rigen nuestros destinos. Inversores, financieros, banqueros, grandes fortunas que no tienen nada de democracia ni que se rigen por ideas democráticas, tiran de los hilos por encima de todos. Son del todo intocables pues, en última instancia, es de ellos de donde proceden los créditos y los apoyos financieros para los estados y partidos políticos y sus campañas.
     Los grandes temas que afectan globalmente al mundo se debaten en reuniones de unos clubes de gentes poderosas que acuerdan ajustar sus intereses periódicamente según el grado de malestar y conciencia de las masas de ciudadanos, pero que, como los registros históricos manifiestan sin la menor duda, no acuerdan nada realmente efectivo para solucionar los temas acuciantes. Nos dan a entender que algo hacen sin hacer nada, tan sólo declarar intenciones.

Alegoría de la Libertad.
     Por ello, el malestar que se genera, aunado con las condiciones siniestras de esta crisis que, tan duramente golpea en la ciudadanía llana, hace posible la eclosión de un “¡Basta!”, de un “¡Ya es suficiente!”, de un “¡No más!”. Y el colectivo que más se ve afectado por sus consecuencias, el de los jóvenes, se ve en condiciones de asumir el protagonismo y mostrarse como portavoz de esta necesidad ciudadana.
Actual humanismo.
     Ellos, así como los adultos que los apoyan, saben y/o intuyen que tiene que haber otras formas de ejercer la autoridad emanada de la ciudadanía, generando el derecho y deseo de ejercerla de un modo alternativo y complementario. Declaran y, con ellos declaramos, que la representación de las necesidades y motivaciones de la ciudadanía obrera y media, la gran base de la pirámide social, puede emanar directamente de sí misma si se agrupa y asocia en colectivos sociales comprometidos y, desde allí, generar plataformas y colectivos que presiones críticamente hacia un cambio de mentalidad, con una ética humanista centrada en la idea de que las personas son mucho más que agentes que actúan por sugestión, reacción y recompensa-castigo; que cuentan con un potencial que precisan explorar y de apoyo mutuo. Aunando inquietudes, participando necesidades y motivaciones y aspirando a presionar aunando su poder en barrios y localidades para presionar a los políticos y crear sus propios modos de participación y decisión ciudadana.

Creatividad.
     La necesidad crea sus órganos, sus instituciones, y éstas deben ser diferentes de las establecidas por el sistema. Crear nuevos órganos organizativos y participativos dentro del pacifismo y del humanismo no es estar en contra del sistema de libertad y democracia, sino crear medios nuevos para hacerla más eficaz y real y ambos modelos pueden coexistir dejando para el devenir del tiempo y de la historia el juzgar su importancia y trascendencia.
     Los cambios sociales surgen, toman fuerza, se organizan y se extienden si son convenientes y dan cauce a las necesidades y motivaciones de quienes los generan y dan vida. Ir en su contra, combatirlos, es admitir un inmovilismo mecanicista y darle la espalda a un poder creador propio de la gente que no se siente cómoda ni parte del actual modo de entender esta democracia autoritaria. Y será interesante ver, como en las declaraciones de los representantes del sistema actual de poder, los aspectos discursivos propios del ejercicio del poder autoritario, tal como tan claramente se manifiesta en los estudios de la violencia de género y civil. Estaremos atentos a lo que se dice y cómo se dice, además de lo que se hace y cómo se hace.

Tejido de genuina democracia.
     Por otra parte, cada vez que se ensaya algo nuevo, tiene que darse la práctica del ensayo y error, de ello no hay duda y gracias a ello el modelo alternativo se pule y afirma haciéndose más eficiente y eficaz. No importa las veces que los ensayos resulten insuficientemente fructuosos, la autocrítica constructiva y la necesidad de crear tejido orgánico de genuina democracia lo intentará una y otra vez en un esfuerzo por mejorarlo y perfeccionarlo.

     Los discursos de Arcadi Oliveres, de Eduardo Galeano y de José Luis Sampedro (aunque realizado un año antes), entre otros muchos, pero que aquí nombro por el hecho de que sus declaraciones y opiniones en vídeo anteceden  este escrito en el blog, nos resultan claros ejemplos de esta necesidad de ideas y acciones frescas y humanistas para confeccionar una nueva realidad social y de organización democrática.


Arcadi Oliveres
Eduardo Galeano
José luis Sampedro

Ernesto Cabeza Salamó






    


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